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Castaño Berenguer, José Vicente: Monferval y su fotografía

Enviado por José Vte. Castaño el

Julián Fernández Parreño (Monferval) expuso una selección de sus mejores fotografías unos meses antes de fallecer.

La Cátedra Pedro Ibarra recopila en esta monografía esa exposición, sus textos y paneles, por cortesía del Centro Comercial l'Aljub, que la patrocinó y donde todavía se puede ver en sus pasillos.

 

 

Julián Fernández Parreño (Monferval)

.   El Palmeral

En las dos décadas siguientes a la conclusión de la Guerra Civil, la ciudad de Elche se transforma lentamente. El palmeral de Elche, que desde finales del siglo XIX estaba siendo destruido y sustituido por edificaciones de todo tipo, empieza —tímidamente— a cobrar valor. En este periodo se crea el primer parque público de Elche, el Parque Municipal y los huertos que sobreviven a la especulación, al auge inmobiliario y a la construcción de nuevos viales que facilitan las comunicaciones, comienzan a ser considerados como atractivos. Los vehículos de tracción mecánica —coches, ferrocarril— se generalizan, dejando ya como anecdóticos a los carros tirados por animales que durante siglos han atravesado los palmerales.

 

2.   Rincones y monumentos

 

La cámara de Monferval congela la estética de algunos rincones y monumentos tal y como se encontraban entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado.   Algunos lugares ya son solo recuerdos en la memoria de los mayores: el antiguo Paseo de la Estación que, construido a principios de siglo, y suponía una entrada majestuosa a la ciudad para quienes la visitaban en tren. La propia estación, que estaba donde hoy la Plaza de las Corales, también ha desaparecido, como las antiguas Alcorayas que repartían agua, el surtidor de gasolina de la Plaça de Baix, o la mayoría de los edificios que se construyeron para una Exposición Industrial y Comercial en 1948, en el Parque Municipal, o el antiguo templete de la Glorieta. Es interesante observar también la transformación radical que sufre el Palacio de Altamira y su entorno. La construcción del nuevo puente, elimina un barrio entero (el llamado Barrio dels Filadors y las Casas de la Virgen), y abre una tercera vía de comunicación —ya estaban el Pont Vell y el Pont de la Mare de Déu—  entre el Camino de Alicante y los nuevos barrios al otro lado del río.

 

3.   El crecimiento de la ciudad

El apogeo de la industria de la alpargata y el calzado transforman una ciudad que crece de forma casi incontrolada. Se construye especialmente hacia el este y el norte, y la gran población y el creciente tráfico obligan a rediseñar las calles, a hacerlas más anchas, a permitir la circulación y el aparcamiento de los coches. La popular y famosa Casa de Gómez, desaparece del paisaje del Paseo de les Eres de Santa Llúcia, ensanchando el Portell de Granyana. También la calle Alpujarra se alinea y ensancha a costa de los antiguos edificios, dejando (milagrosamente) las palmeras del huerto de Caro donde se construiría más tarde el colegio Ferrández Cruz. No sobrevivió la Iglesia del Convento de la Merced, ni el Hort de Gil —junto al actual Ayuntamiento—, ni los jardines de la plaza Menéndez Pelayo… Sobre todos ellos se construirán edificios de viviendas, tan altos como las leyes —poco respetuosas con el  entorno— permitían.

El Elche de casas de planta baja y una altura muta en grandes edificios de varias —muchas— alturas para cubrir la demanda siempre creciente de viviendas. Y consecuentemente se crean dotaciones, como el Cuartel de la Guardia Civil, escuelas en el campo, o el Instituto  Polivalente, que atienden a la seguridad y la necesidad de formación de los ciudadanos.

 

4.   El Misteri, la Venida  y otras celebraciones

 

Aunque en lo esencial las tradiciones festivas y las celebraciones no cambian sustancialmente con los años, y menos las centenarias como el Misteri d’Elx, las instantáneas de los años 40 nos permiten disfrutar con algunos detalles muy significativos que reflejan el paso del tiempo: los actores utilizaban como vestuario la antigua y destartalada ermita de San Sebastián; entre el público de la Festa, destacaban los concejales del Régimen por su privilegiada situación en las tribunas y por su uniforme blanco; el Ángel de la Mangrana interpretaba el canto leyendo de la partitura, mientras el Mestre permanecía en el Cadafal; las puertas abiertas de Santa María dejaban ver las Casas de la Virgen en lo que hoy es la Plaza del Congreso Eucarístico. En el caso de las festividades de la Venida de la Virgen, llaman la atención los ropajes de Cantó o los heraldos y la ausencia de barreras entre el público y el arriesgado galope del caballo. Otras imágenes captadas por Monferval, además de otras festividades como la Semana Santa,  reflejan importantes efemérides para la ciudad como la llegada de las aguas del Taibilla en  1958, celebrada en la Plaza de la Mariano Antón, la visita de la Dama de Elche en 1965 o la de los Príncipes de Asturias en 1969.

 

 

 

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