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El Sur de José Orts Serrano por Francisco Gómez
"El viernes 15 de noviembre en el Centro de Congresos de la Ciudad de Elche, el empresario y uno de los pioneros del Turismo en la City de las Palmeras y el Misterio, José Orts Serrano, presentó su libro “El taller de mi vida” Reflexionando a los 90”, publicado por Adaba Editores en su serie Voces, el primero que escribe después de una vida intensa, hermosa, amorosa y larga a sus más de 92 veranos.
Hablar, escribir de Pepe Orts para uno son Palabras Mayores y temo equivocarme. Este hombre se merece Mucho porque es grande el Amor de su familia por Elche y de él mismo, desde que fundara allá por 1972 el hotel Huerto del Cura junto a sus hermanos y después el Hotel Milenio, además de promover el Jardín y los Viveros del Huerto del Cura. “Su ciudad ideal es la que tejió el esparto a la sombra de las palmeras. Él se siente Sur”.
Este hombre se merecía desde hace mucho tiempo un homenaje público que hasta ahora no ha vivido. Así lo manifestó públicamente uno de sus hijos. La presentación de este su primer libro (esperemos que no el último, Pepe) ha sido el primer escalón pero ya sabemos como periodista en la reserva que sus amigos del Tiro de Pichón y varias asociaciones ilicitanas quieren presentar su nombre al Ayuntamiento de Elche para que lo declare Hijo Predilecto. No es para menos para quien ha querido y quiere tanto esta tierra y con sus hoteles y el Jardín del Huerto del Cura y la Palmera Imperial la ha puesto como faro en el turismo nacional e internacional
Digo que no resulta fácil hablar de este hombre que este aprendiz de escritor considera tercer Padre, después de Francisco Gómez Bermúdez y Jesús Rodríguez García. Sus consejos y amonestaciones, su socarronería, sentido del humor e ironía siempre están presentes cuando acudo a su charla y comentarios sobre mi vida y escritos y no puedo olvidar como la autora de mis días, mi madre Angelines fue la primera cuidadora que tuvieron sus hijos mayores cuando ella vino a esta misteriosa ciudad y ellos estaban en su primera infancia.
El Tiempo y la Vida nos separaron muchas jornadas hasta que Pepe se jubiló y me llamó una tarde. Decía que quería verme y quedé extrañado; cómo el dueño del Huerto del Cura quería hablar conmigo… Recuerdo que quedamos en una cafetería en la Plaza Benidorm y me contó que quería conocer el ambiente cultural y sobre todo literario que se cocía en la City de las Lanzas y la Festa. Perplejo quedé. Un hombre que caminaba hacia la tercera edad tenía ganas de aprender, conocer. Sus ansias y curiosidad no se agotaban con la dictadura del cronómetro.
Allí, en esa hora mágica de las 7 de la tarde, estaba Pepe acompañado de su familia, amigos y gente que le aprecia y una tríada de presentadores para hablar de su libro. Evangelina Rodríguez Cuadros, ex-directora general de la Generalitat Valenciana y sus amigos escritores, Juan Carlos Lozano y Jesús Zomeño.
Evangelina comentaba que “no es un libro de memorias ni una autobiografía sino reflexiones de lo que piensa. Son numerosas las complicidades que tenemos con su amistad y bonhomía, alerta crítica, empecinamiento y el viento de su energía vital. Lo conocí una mañana fría de enero de 1989 en pleno Carrer de la Vila, recién nombrada en el cargo y él relaciones públicas del Patronato del Misterio además de director general del Huerto del Cura”.
Esta mujer que ha escrito el prólogo esbozaba que “El taller de mi vida” reúne en capítulos sus reflexiones y una peripecia fascinante. Nuestra memoria tiene el derecho de narrarse negro sobre blanco y el testimonio de lo que vivimos por dentro. Nace de su poderosa firma y una efímera escritura electrónica en su ordenador. No deja de mantener el instinto de emprender, Tras su jubilación-jubileo empezó a escribir en una web sus reflexiones y su memoria empezó a respirar junto a su vehemencia irrenunciable. Pepe comenzó un breviario de sermoncillos, Es el nonagenario más seguro que conozco. Riñe más que aconseja y reivindica el acceso de la especia humana al ser racional, a la lectura y a la crítica mordaz. Es un alegato muy serio contra todo lo que aparente ser viejo y testimonio de rebeldía con causa frente a la obsolescencia programada. Nos alerta y convoca con su rebeldía juvenil y sus frases son auténticas bofetadas”.
Tomaba la palabra otro de sus buenos amigos, Juan Lozano, que resaltaba: “el valor de la amistad, su personalidad y el carisma de Pepe. La literatura no es algo ajeno a esta familia. Cuando cumplió 90 años nació el germen de este libro. Una aventura literaria coherente con su trayectoria vital”. “No habla en el libro de conciertos ni de viajes por el mundo sino de su ansia por aprender y espíritu renacentista. Pone el enfoque en lo más cercano, nos habla de la Vida como un viaje y una aventura y espacio de reflexión”, destacaba el autor de “Soliloquio del auriga”.
Por su parte, el también gran amigo y escritor, Jesús Zomeño subrayaba que este libro “es un agradecimiento a la Vida y lleva a la conclusión de tres virtudes: vitalidad, amistad y el deseo de aprender constantemente. Mirar siempre hacia delante. Su historia personal sigue en construcción. Su sentido de la amistad con cualquier persona sin distinción. Los valores sagrados de la amistad no están marcados por pertenecer a un clan”.
Y otra cualidad esencial de Pepe Orts, destacada por Zomeño, la capacidad de pensar, dudar, preguntarse, razonar, oponerse al atontamiento. Conocer las distintas materias para llegar al verdadero conocimiento de las cosas junto al esfuerzo y la voluntad para llegar a la felicidad. “El campo es principio y fin de Pepe. Él se siente vivo entre tanta Vida. Ha sembrado para los dioses inmortales”, destacaba el autor de “Cerillas mojadas”.
Y llegaba el turno de hablar del protagonista. Apártese el columnista y hable el autor: “Quería hablaros de la vejez. Un viaje que tenemos que hacer. Sientes una sensibilidad especial por las personas y las cosas después de una vida agitada en diálogo contigo mismo donde no se puede pensar en la muerte sino en el futuro. Te humanizas en la vejez y tienes la posibilidad de repartir experiencias de vida, compartir. Ser viejo es una maravilla”.
Pepe también ahondaba en su amor por su mujer, Sol Pérez. “Llevamos casados sesenta y cinco años y no he perdido un día de discutir con ella”, además de ensalzar el don de la amistad: “es el mayor don del hombre. Amistad de compartir. Cualquier persona te puede dar una idea o reflexión. La virtud mayor es tratar de comprender”. Pepe también comentaba que entre sus rasgos estaba ser “tenaz, pertinaz y cabezón, no perder la capacidad de asombrarse y el ansia de libertad que no acaba”, junto al amor por las plantas y árboles como los olivos, cipreses y pinos que no deja de cuidar y sentir en su jardín.
La vida vivida de un hombre que no deja de soñar, sentir, aprender y esperar a llegar a los 100 y más años con nuevas iniciativas".
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