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Papito Mora. Pedro Bestit, Paco Gilabert, Federico Fenoll y delante "el Cabrerica pequeño", Manolito Cabrera, Paco Diez y delante Juan Campello, La señora Hernández madre de los Cabrera, Paco Cabrera, Aurelia Cerdá y Juan Rodenas. Manolito Albarranch y Paco Payá, delante Eusebio Miguel, Manolo Ortuño y J.A. Rodenas.
La ley del silencio
La primera de todas las leyes, después de la Guerra Civil Española, fue la del silencio y con ella el terror a la delación. Conservo la hoja de ingreso de mi padre, en la Organización de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S., registrada con el número 183 el 10 de mayo de 1939, en la Jefatura de Elche, como aval firme y seguro testimonio para que una persona de orden pudiera incorporarse a la vida ordinaria y trabajar. Todos tuvieron que hacerlo para además poder vivir.
Acabada la contienda y aún pasados los años, en nuestra ciudad las mujeres vestían de negro y la gente pasaba hambre; había mucha suciedad, y continuo percibiendo en el recuerdo el olor de la roña. Aquellos olores de entonces, intensos y peculiares, diferenciaban a la gente, formaban parte de su identidad y molestaban menos que muchos de los que nos ofrecen hoy algunos, habiendo tantos jabones y perfumes.
Pasan estos recuerdos por mi mente desde una antigua fotografía, que he tenido ocasión de ver entre mis cosas, parte de mi historia y también de nuestra ciudad al reflejar un instante de su tiempo y el mío. En el documento unos niños ilicitanos, que han iniciado una amistad que durará toda su vida, intentan colocarse ordenadamente en el encuadre del objetivo de la cámara para salir en la toma. Después perderán la formalidad y comenzarán a pelearse, usando la palma como arma si es preciso; mientras disfrutan un Domingo de Ramos, al acabar la década de los cuarenta del pasado siglo. Vestidos con traje de día festivo, suponemos que cada uno de ellos lleva una prenda nueva, que se ha puesto por primera vez, porque en la ciudad se asegura que, "Diumenge de Rams, qui no estrena no té mans".
Son niños con la alimentación resuelta aunque en sus casas tengan Tarjeta de abastecimiento (cartilla de racionamiento). Recuerden algunos de ustedes que "las buenas cosechas cerealísticas de año 1951 y los crecientes intercambios comerciales con el extranjero, dieron un respiro al régimen que en el mes de mayo suprimía la cartilla de racionamiento, trece años más tarde de su implantación".
Han transcurrido desde entonces muchos años y algunos de aquellos niños no están ya entre nosotros. Son muchos los que, en el transcurso del tiempo, se han ido dejándonos su afecto a los que tenemos ya una avanzada edad. Muchos los que ya no podrán ver o estar presentes –como es mi caso–, la procesión de ese día y la del domingo siguiente, del Cristo resucitado, para gozar con las aleluyas.
Esos dos domingos y los días de Semana Santa, tenían también su olor propio y en ellos era obligado permanecer en silencio y observar los preceptos de ayuno y abstinencia que lo niños, ajenos a la Pasión de Cristo por mucho que los catequistas pretendieran, no podíamos cumplir.
Han transcurrido para mí muchos años desde que alguien tomó esa fotografía y todo lo de entonces suena a viejo, porque es pasado. Que nadie, de quienes disfrutan hoy el actual presente, se lleve a engaño: mañana si viven se sentirán tan viejos como yo y comprobarán que, aunque real, el tiempo es una percepción subjetiva y nada envejece en el recuerdo.
Tribuna. La ley del silencio. Juan Rodenas Cerdá
Diario INFORMACION, 17 de abril 2011, p.22.
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