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Amparo y Emilia Ors Lloret (1983)

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos de la imagen
Fecha
Mayo de 1983
Lugar
Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús
Colección/Fuente
Miguel Ors Montenegro

Las tías

Amparo Ors Lloret (Elche, 19-IX-1904 - 20-VII-1990).

Emilia Ors Lloret (Puig, Valencia, 13-II-1907 - Elche, 13-II-2005).

No hace mucho leí un artículo de Javier Marías en El País Semanal en el que hablaba de unas tías suyas solteras y me recordó a las mías, a Amparo y a Emilia Ors Lloret. Las dos vivieron juntas toda su vida y las dos fueron víctimas del estúpido país en el que crecieron. Pudieron estudiar por la posición económica de los padres y, desde luego, no les hubiera ido nada mal. Mi abuelo Miguel Ors Foraster (Mahón, 1872 - Elche, 4-XII-1946), hijo de un coronel del Ejército, fue perito mercantil -lo que quiere decir que pudo ir a la Universidad pero no quiso- y vivió estupendamente con destinos envidiables gracias a un familiar, Emilio Ortuño y Berte (1862-1936), un ingeniero de Caminos que fue ministro de Fomento con Alfonso XIII, relacionado con Correos y más tarde con Telefónica y asesinado en Paracuellos. Un personaje lo suficientemente influyente para colocar a algunos de los suyos, entre otros mi abuelo paterno. Miguel Ors Foraster fue jefe de Telefónica en Alicante entre otros sitios, casó con Carmen Lloret Baptista (Alicante, 1881 - Elche, 30-I-1939) y el matrimonio tuvo 10 hijos (Pepita, Carmen, Amparo, Emilia, María Ascensión, José, Miguel, Rafael, María y Adolfo). Pepita murió a los 17 años de tuberculosis y Ascensión, José, Rafael y María al poco de nacer. Cuando llegó la II República, mi abuelo quedó cesante y la familia vino a Elche, donde tanto Miguel Ors padre como Miguel Ors hijo encontraron trabajo como empleados de banca. Carmen sí se casó al terminar la guerra pero Amparo y Emilia quedaron solteras ("Las señoritas de Ors" era como se les conoció). Pudieron estudiar y no lo hicieron porque no era costumbre entre las familias de clase media que las mujeres hicieran ni siquiera el bachillerato, al contrario que los hermanos. En la posguerra sobrevivieron con la ayuda de Miguel y Adolfo, hasta que Miguel murió en 1950 también por tuberculosis. Vivieron unos años en la misma casa de mi madre en lo que hoy es la plaza del Congreso Eucarístico, entonces calle José Revenga, en una segunda planta construida para ellas y, durante cerca de 40 años, en una casa que les facilitó mi padre en el edificio Alcázar de Toledo, en la calle Ramiro Ledesma Ramos y hoy llamada, felizmente, Federico García Lorca. Hicieron de todo para salir adelante porque les sobraba capacidad. Desde bordar vestidos o ajuares, montar una guardería en una habitación de la casa,  hacer borlillos para el calzado o lo que fuera necesario. Cuando se hicieron mayores cobraron una pensión no contributiva de 3.000 pesetas mensuales durante muchos años. Por cierto, un malnacido y presunto abogado  del que mejor no recordar su nombre -vivía frente al cine Alcázar por al menos dar alguna pista-, les sacó el poco dinero que tenían para arreglarles una pensión que se podía tramitar en una sola mañana.

Mi recuerdo de ellas, como el de toda la familia, es de dos mujeres extraordinarias. Los seis sobrinos que tuvieron gozamos de un cariño inmenso, siendo ellas plenamente conscientes de que ocupaban un segundo escalón, detrás de nuestros padres. Jamás recibimos de ellas el más mínimo reproche. Todo lo contrario, estuvieron siempre junto a todos nosotros, pasara lo que pasara. Por contar una sola anécdota, en una ocasión le dije a mi madre, que tenía un temperamento latino en grado sumo, que se podía pelear con quien le diera la gana, menos con las tías. Cuando conseguí mi primer trabajo, pedí un préstamo para hacerles el mejor regalo que pude. Y era lo mínimo que estaba obligado por todo el cariño que me regalaron (mi madre no lo entendió del todo, pero le intenté explicar que ella no necesitaba nada). Me siento, como mis hermanos, muy afortunado por haberlas tenido tan cerca. Se lo dije a las dos en una dedicatoria de un libro que les regalé: "Quien no es sobrino de Amparo y Emilia Ors Lloret no sabe lo que es tener tías". Vaya para ellas todo mi reconocimiento.

La fotografía está tomada el día del bautizo de mi hijo Diego, en mayo de 1983.

Fotógrafo
Miguel Ors Montenegro
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