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Vaquero Hernández, Eduardo

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
24 de octubre de 1943
Lugar de nacimiento
Malpartida de Corneja, Ávila
Fecha de muerte
5 de marzo de 2019
Lugar de muerte
Elche
Profesión
Catedrático de instituto

VAQUERO HERNÁNDEZ, Eduardo (Malpartida de Corneja, Ávila, 24-X-1943 - Elche, 5-III-2019). Licenciado en Filosofía y Letras (1967) y diplomado en Psicología (1969) por la Universidad Complutense. Entre 1966 y 1970 trabajó en un colegio privado de Madrid. Entró por oposición como profesor de Filosofía en el instituto de Torrevieja (1970-1977), extensión del Instituto Femenino de Alicante, del que fue jefe de estudios (1970-1973) y director (1973-1976), cuando el instituto dejó de depender de Alicante. En 1977 y hasta su jubilación en el año 2004, fue profesor del Instituto de La Asunción, del que fue secretario (1979-1981) y director (1985-1986). Catedrático de instituto desde 1993. Según declaró al periodista Jesús Mula Grau con motivo de su jubilación en 2004, en el IES La Asunción dio clases de inglés, música, griego, ética, sociología, antropología y, desde luego, filosofía. Según él, los profesores "por definición tenemos que ser un poco pedantes y un poco gruñones también, porque llevamos años dando la misma materia (...) y que sean optimistas porque estamos sembrando el futuro". Defendió a capa y a espada la enseñanza pública por su valor democratizador y sobre si la religión  debía impartirse como asignatura, sacaba a colación su inmensos conocimientos: "Jefferson y Hamilton ya tenían resuelto hace 240 años que no se debía mezclar la enseñanza con la religión". Sus tres ideas básicas para los estudiantes es que manifestaran inquietud, que tuvieran una actitud crítica ante la vida y, sobre todo, el amor a los libros. "Los libros deberían ser la gran conquista para los estudiantes". Fue miembro de la tertulia ilicitana de La Aldaba. Quienes tuvimos la fortuna de compartir con él mesa y mantel, descubrimos a un lector voraz de libros imprescindibles. Su capacidad de lectura llegaba a tres buenos libros por semana. Sus amigos le pedíamos habitualmente que nos enseñara la lista de sus lecturas recientes, para saber en cualquier momento lo que merecía la pena leer. Su generosidad le llevaba a regalar a sus amistades, vía correo electrónico, resúmenes espléndidos con una selección impagable de textos y con sus siempre agudos e irónicos comentarios. En una España con tanto analfabetismo funcional (como tendremos ocasión de comprobar en las elecciones municipales, autonómicas y nacionales de 2019, sobre todo con los estadistas adolescentes que nos vienen encima), Eduardo fue un buen ejemplo de un maestro a la vieja usanza. De los que cada vez más se echan en falta. Para los tertulianos de La Aldaba, si te tocaba Eduardo como amigo invisible, mejor regalarle vino tinto o una corbata. Imposible acertar con un buen libro que no hubiera ya devorado. Su muerte, como resultado de un incendio en su casa de la calle Vicente Blasco Ibáñez nos dejó anonadados a todos los que le apreciábamos.  

Fuentes: IES La Asunción; Información 10 de junio de 2004. Entrevista de Jesús Mula Grau.

 

Enseñar por desborde: para Eduardo Vaquero.

Fálix Arias Sánchez, director del IES La Asunción. En Onda Cero, 8 de marzo de 2019

Esta es la nueva pedagogía, la que tú has practicado: enseñar por desborde. La sabiduría es tanta, es tanta la curiosidad, el sentido de la realidad, el respeto, la admiración, el amor por los alumnos… que te desbordaba y llegaba a los que te rodeaban. La enseñanza que practicabas con tus alumnos y amigos no es la de los vasos comunicantes, que iguala o empobrece, es la del desborde porque tú sigues lleno siempre, pero los que están cerca reciben mucho. Así es como siempre te he visto, Eduardo.

Se hace muy extraño ponerse a escribir unas líneas sobre ti, al regresar a casa, después de tu sepelio. Nunca habría pensado hacer esto. Estoy llenando el teclado de lágrimas. Hoy no quiero escribir un discurso erudito, hoy solo quiero llorar por lo que hemos perdido, recordar y prometer que mientras los que te hemos conocido sigamos aquí, no te habrás ido del todo.

Mi hijo me decía hoy que hemos perdido a una de las mejores mentes de Elche. Creo que es así. Es posible que muchos ilicitanos no hayan tenido la suerte de recibir tus clases, de conocerte, que no te hayan pedido autógrafos por la calle. Es posible que no tuvieses seguidores en las redes sociales, que no aparezcas en los libros de texto o que no tengas una calle con tu nombre (aunque eso seguro que tiene solución). Pero tus reflexiones siempre pertinentes, tu ironía, tu hablar claro llamando a las cosas por su nombre, tu naturalidad no han quedado en saco roto. Las guardaremos como nuestro mejor tesoro.

Cuan equivocado estaba tu admirado Aristóteles, cuando afirmaba que, ante la disyuntiva de elegir entre la verdad y los amigos, se quedaba con la verdad. Tú le has corregido y mejorado porque has elegido las dos. Nunca has renunciado a decir la verdad, una verdad razonada y fundada, una verdad con argumentos. Y, al mismo tiempo, has conservado y ganado amigos. Perdona el atrevimiento, pero yo siempre me he considerado uno de esos amigos, es más me he considerado un ahijado tuyo. Desde el día en que te conocí en nuestro Instituto, en La Asunción, allá por 1991, me has tratado como a un hijo adoptivo, me has ayudado, aconsejado, remendado lecturas, abierto tu casa, regalado el conocimiento de tu mujer Sofía y tus hijas Sofía y Toñi, de tus nietos por las fotos que siempre enseñabas en el móvil.

 

Un proverbio árabe dice que "las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las huellas que dejan". Tu tiempo debería haber sido más largo, no esperábamos tener que despedirte todavía, pero te aseguro que has dejado huella. Puedo afirmar que muy pocas personas sabrán más Filosofía que tú, seguro que nadie de Filosofía política. Pero tus conocimientos no se quedaban ahí, dominabas amplias zonas del saber psicológico, de la historia, la literatura, latín, geografía… Y eso no es poco hoy en día, nunca lo ha sido. Pero siendo fundamental esa sabiduría, no lo es menos tu respeto hacia todos, tu manera de tratar a todo el que se ponía por delante, el cariño que nos has regalado, tu humildad.

Como decías en tu discurso de jubilación, refiriéndote al elogio de Pericles a los ciudadanos caídos, quizá quien no te haya conocido pueda pensar que hoy es lo que tocaba y que lo que digo es exagerado, pero quien te haya conocido sabe muy bien que no es así. No puedo escribir más. Solamente quiero darte las gracias, recordarte el amor y el respeto profundo que siento por ti. Es un honor, un privilegio haber compartido parte de mi vida contigo.

Artículo de Eduardo Vaquero para el libro Instituto La Asunción, 50 años, 50 miradas, Mari Paz Hernández y Miguel Ors, (eds), 2013, págs. 318-325

VEINTISIETE (27) AÑOS en el “Número 1”

(I.S “La ASUNCIÓN”: 1977-2004)

Eduardo VAQUERO HERNÁNDEZ

Quiero hacer sólo una “EVOCACIÓN” de lo aquí vivido: es decir, rememorar, repasar y, sobre todo, REVIVIR algunas de aquellas experiencias en  las que me cupo la suerte de participar.

Tomé posesión, en el Instituto, como “Profesor AGREGADO de FILOSOFÍA” en Septiembre-Octubre de 1977 (en el 92 pasaría a “CATEDRÁTICO”) y me jubilé el 31 de Agosto de 2004: 27 años. Luego, de los 38 años de PROFESOR, casi las tres cuartas partes (exactamente, el 71%), los he ejercido aquí. En fin, “toda una vida…” Veintisiete años (27) dan para mucho; imposible, pues, concentrarlo todo en unas pocas páginas. Sólo destacaré algún aspecto de este largo periplo.

Como puede deducirse de las fechas indicadas, no me he privado de “disfrutar” de las múltiples reformas y contrarreformas de la Educación: LGE, LODE, LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE…, etc y alguna otra que se queda en el tintero. ¿Hay quién dé más? Queda la LOMCE, del ínclito WERT…, pero el “disfrute” de ésta os lo dejo a las generaciones presentes y futuras.

Hay que decir, de todas formas, que de/a todas ellas hemos salido/sobrevivido, más o menos bien, y, en todo caso, este largo ‘rosario legislativo’ o “sopa de letras” demuestra que las LEYES y los MINISTROS de Educación pasan (algunos apenas como una tormenta veraniega), pero los ALUMNOS y los PROFESORES permane-cen: ¿quiénes son, entonces, los IMPORTANTES e “IMPRESCINDIBLES” en todo este sarao…?

a) Alumnos:

1. “De antes” y “de ahora”: Es un estereotipo empezar resaltando las diferencias de actitud, comportamiento y aplicación de los ALUMNOS “de antes” y los “de ahora”, en detrimento, por supuesto, de estos últimos. Sin embargo, habría que matizar. Es evidente que las actitudes y las “formas” han cambiado mucho. Pero, ¿es podía ser de otro modo? ¿Nos reconoceríamos hoy en la sociedad de los 80/90? ¿Y los PADRES de hoy se reconocerían en sus propios progenitores?

Ciertamente, mi breve contacto con la ESO (en 3º con SRC y en 4º con ÉTICA) fue bastante decepcionante: confirmaría casi todos esos malos augurios. Sin embargo, debo apuntar, en su descargo, un hecho relevante: cuando volví a recibir a bastantes de estos alumnos en 2ºBAT (con “HªFILOSOFÍA” y/o “SOCIOLOGÍA”), no desmere-cían en absoluto de los de generaciones pasadas: el mismo esfuerzo, la misma dedica-ción, similar empeño.

¿Y los resultados? Igualmente parecidos: alumnos brillantes, buenos, regulares y mediocres se reparten a lo largo del tiempo de manera homogénea. Y lo mismo cabe decir colectivamente de los GRUPOS: como siempre, había años de “cosecha” excelen-te (en algún caso, excepcional, pero tanto antiguos como modernos) y otros en los que resultaba más bien un poco raquítica. Si, acaso, con una cierta ventaja para las genera-ciones recientes: la drástica reducción de la “ratio” permitía una mayor y mejor atención y un seguimiento más cercano del trabajo de los alumnos.

2. Cambio en las “formas”: Que las “formas” han cambiado es indiscutible. Pe-ro, en ningún caso, sea cual sea el tratamiento (“Usted” o “tu”, “Sr. Profesor” o “Profe”, etc.), he advertido la más mínima diferencia en cuanto al respeto, la deferencia o la buena educación (en muchos, hasta el cariño). Algo que siempre es de agradecer.

Lo mismo cabe decir del desarrollo de las CLASES. Una materia como la mía, la FILOSOFÍA, en la que, tal vez más que en ninguna otra, es imprescindible la libertad de pensamiento y, sobre todo, de palabra, no podía desarrollarse sin un cierto nivel de discusión, de réplica y, consiguientemente, de “follón” en determinados momentos. Al fin y al cabo, no hacían más que ser consecuentes con una (¡la principal!) “norma” que les exponía en la primera clase del Curso: “no comulguéis con RUEDAS DE MO-LINO…, empezando por las que el propio Profesor de Filosofía, por obligación os irá lanzando…”.

3. Actitud crítica: debate y discusión: Entusiasta de la discusión y el debate, la consecuencia de esa “norma” era que, si el debate no arrancaba, yo mismo lanzaba al-guna “manzana de la discordia” para provocarlo. Y en esta tesitura, resultaban admira-bles los esfuerzos de los alumnos por “dar razones” para defender sus posiciones y/o “derribar” las de sus oponentes. ¿Hay algo más emocionante y estimulante que con-templar a una joven “RAZÓN” en funcionamiento?

Confío en que a muchos alumnos/as esta práctica les resultara POSITIVA (tam-bién soy consciente, y lo lamento, de que otros, mas tímidos, terminaran retrayéndose). Pero sí puedo asegurar que para mí aquellas experiencias fueron altamente estimulantes y fructíferas, y no sólo porque “me divirtiera”, sino, sobre todo, porque APRENDÍ mu-cho con ello. Recuerdo el “dictum” del Rabí AKIVA, en el Talmud: “en mi aprendiza-je, mucho debo a mis MAESTROS, pero debo más a mis COMPAÑEROS y mucho más a mis ALUMNOS”. Así pues, gracias, amigos, por lo que me enseñasteis y perdo-nad los apuros…

4. Hiper-política y apoliticismo: La diferencia es abismal entre las primeras ge-neraciones y las últimas en su actitud ante la POLÍTICA. Desde la “hiperpolitización” de los años 70/80 al “apoliticismo” (incluso, el tedio o aborrecimiento por la POLÍTICA) de finales de los 90/2000.

Pero las circunstancias del país eran muy distintas en las dos épocas. La primera fue la de la “TRANSICIÓN”: la efervescencia política bullía en la calle, la radio, la televisión, con las diversas Elecciones (Generales, Municipales), la nueva Constitución, las amenazas golpistas, los ataques de la extrema derecha, etc… Y los alumnos (al menos, los mayores, los de 3ºBUP y COU) no podían sentirse ajenos a todo ello.

Esto repercutía en las aulas: las discusiones y enfrentamientos dialécticos eran monumentales. Como cuando dos alumnos, uno de Fuerza Nueva y otro Ácra-ta/Anarquista, en pleno ardor guerrero, intentaron zanjar sus diferencias enarbolando los respectivos pupitres… A pesar de ello, creo que terminamos aprendido todos algo muy importante: al final del curso, sin apearse demasiado de sus convicciones más profundas, fueron capaces de discutir “con razones” (¡y no con pupitres!), tras escuchar y valorar las opiniones contrarias. No fue poca cosa.

Pero los años 90/2000 cambiaron todo: la DEMOCRACIA se había consolidado y había entrado ya en la rutina (alguien ha dicho que es un ‘sistema aburrido’…); la crispación de los noventa mostró la cara más bronca de la Política; saltaron casos impor-tantes de corrupción, etc… No es de extrañar, pues, que los jóvenes se apartaran de ella con hastío y se desinteresaran por completo de la cosa pública.

Esta actitud afectaba, para mal, al núcleo mismo de mi materia, la FILOSOFÍA. Porque “la FILOSOFÍA es POLÍTICA”: lo fue desde sus orígenes griegos (los Siete Sabios, con Solón y Tales; con Platón, Aristóteles y los Estoicos) y  lo ha seguido siendo después (con Agustín, Tomás de Aquino, Ockham o Marsilio de Padua; con Maquiavelo, Moro o Hobbes; con Locke, Hume, Kant, Hegel o Marx, etc..). Al fin y al cabo, estamos ante la fuerza y el peso de las IDEAS para cambiar y conformar el mundo (unas veces, para bien; otras, para mal).

Muchos alumnos se sorprendían, cuando, al comenzar el PRIMER tema de “Hª de la Filosofía” (en COU o 2ºBAT), “PLATÓN”, les preguntaba por su interés y cono-cimiento de la POLÍTICA. La respuesta más frecuente era negativa, reforzada en mu-chos casos con un rechazo enérgico y decidido de todo lo relacionado con ella. Pero lo que movió a “filosofar” a PLATÓN fue una motivación ético-POLÍTICA y sus perple-jidades le llevaron a configurar una “ciudad ideal”, en la que imperase la JUSTICIA, (eso sí, “gobernada por los Reyes-FILÓSOFOS”: ¡la “clásica megalomanía de los FILÓSOFOS”- POPPER dixit). Y es que el sistema PLATÓNICO (ese embalse donde confluye toda la filosofía precedente y fuente de la que surgirá la posterior) adopta una forma circular: comienza con la POLÍTICA y, construido el sistema, cierra el círculo terminando con ella (recordad aquello de que “no acabarán los males de los hombres hasta que…”).

Si esta reflexión es siempre importante, hoy resulta vital, ante la crisis general de la POLÍTICA (y, sobre todo, de los POLÍTICOS), ante el lodazal en el que nos está revolcando tanto sinvergüenza. Porque lo único que puede sacarnos civilizadamente de la CRISIS POLÍTICA es la POLÍTICA misma. Algo sólo posible si los “CIUDA-DANOS/AS” efectivamente son tales y actúan en consecuencia: es decir, individuos conscientes, formados e informados, capaces de pensar por sí mismos (precisamente porque tienen algo en qué pensar); responsables y AUTÓNOMOS, capaces de juzgar, valorar y DECIDIR por sí mismos; que “no comulgan con ruedas de molinos” y, en consecuencia, no necesitan de “predicadores”, “clérigos”, “tertulianos” o “maestros” de verdad o de virtud, porque ellos mismos son su propio maestro y autores de sus propias decisiones. Con esto sólo enuncio las metas e ideales de lo que, según pienso, debe ser una “Educación HUMANÍSTICA”, la vieja y clásica “Paideia” griega.

5. Socialización democrática: La mayor contribución de la Escuela PÚBLICA a la estructuración y ‘salud’ del país es ser el crisol de la igualación social, el ámbito don-de las diferencias sociales se diluyen, donde los alumnos/as se distinguen no por su pertenencia a un u otra clase social, sino por lo que sus capacidades les permiten alcanzar dentro de los muros del Instituto.

¿Cómo no pensar que los “recortes” que esta enseñanza está sufriendo, al tiempo que se potencia la PRIVADA, no pretenden romper ésta que es la “columna vertebral” de la Educación (y del país), el de ser el medio/ámbito privilegiado de la INTEGRA-CIÓN SOCIAL? Quedará convertida en aliviadero de los que no pueden ir a otro sitio “mejor” y almacén donde “aparcar”, durante un tiempo, a la futura mano de obra bara-ta y dócil… Así se habría alcanzado esa “sociedad DUAL”, a la que determinadas ideo-logías aspiran: una minoría excelsa, bien preparada y plenamente satisfecha, que se encargará de dirigir y gobernar a la inmensa mayoría, inferior e incapaz de saber lo que le conviene.

La función “integradora” del Instituto era especialmente visible en mis primeros años de estancia aquí. Además del “Instituto LABORAL” (hoy “Sixto Marco”) sólo existían DOS Institutos: el nº 2, Carrús (que recogía básicamente alumnos de la Ave-nida para arriba) y nosotros, el nº 1, “La Asunción”, al que venían los de la Avenida para abajo (más las Pedanías), i.e., prácticamente todo el núcleo “central” de la ciudad (entonces plenamente habitada). La consecuencia fue que en nuestro Instituto confluían, más que en ninguno otro, TODAS las clases sociales. Estas circunstancias socio-económicas propiciarían que, pasado el tiempo, algunos colegas de los nuevos Institutos nos reprocharan, de forma injusta e inmerecida, un cierto “elitismo”.

Sólo añadir mi deseo y esperanza de que aquellos lazos de amistad y compañe-rismo interclasista que se anudaron entre nuestras paredes, entre nuestros mucha-chos/as, hayan seguido dando frutos posteriormente, a pesar de que los avatares de la vida les hayan conducido por cominos muy dispares.

b. Profesores y Actividades:

Imposible recordar a los cientos de compañeros con los que tuve la suerte de compartir actividad durante todos estos años. Sólo rememorar algunos hitos.

1. Claustros ‘conciliares": Un primer recuerdo para los CLAUSTROS, sobre todo, los de la primera época. He hablado antes de la “hiper-politización” de los ALUMNOS de aquellos tiempos: pueden imaginarse la de los PROFESORES de los 70/80. Esto se traducía en unas sesiones claustrales interminables (de 3 ó 4 horas), en las que se discutía de lo divino y de lo humano y con las que pensábamos resolver los problemas todos de España y del mundo: parecía que el Instituto nos quedaba chico. ¡Para que luego hablen de los “bizantinos”… Los ‘paganos’ de esta desatada exuberan-cia eran los pobres y sufridos SECRETARIOS, que tenían que recoger “puntualmente” aquel fárrago en ACTAS interminables.

El tiempo hizo (como al país entero y a los alumnos) que todo se fuera reman-sando y atemperando y llegara la rutina; algo nada negativo, viniendo de aquellas “ca-lenturas” pretéritas.

2. Seminarios interdisciplinares: Experiencia altamente enriquecedora para no-sotros, los PROFESORES participantes y espero que nuestro “enriquecimiento” inte-lectual repercutiera de algún modo sobre nuestros alumnos.

En simple enumeración, recuerdo los SEMINARIOS que se realizaron sobre: G. ORWELL y su novela “1984”; sobre la novela de U. ECO, “El nombre de la rosa”; sobre W. SHAKESPEARE, sobre UNAMUNO, sobre el NACIONALISMO, etc… Diversos Profesores, de distintas materias, aportaban las particulares visiones y sensibi-lidades que les sugería la obra objeto de estudio. Estas experiencias me fueron enorme-mente enriquecedoras (recuerden lo dicho más arriba, del Rabí AKIVA, sobre ‘lo mu-cho que debemos a nuestros COMPAÑEROS…’).

Termino con una mención explícita y más detallada a un caso singular: el trabajo sobre “El Señor de las moscas”, de W. GOLDING. Lo habíamos utilizado como libro-base en la clase de ÉTICA de 3ºBUP (“Ética POLÍTICA”): una ALEGORÍA que ex-plica cómo se construye y se destruye una SOCIEDAD, al tiempo que van surgiendo los diversos “roles” sociales. Todo ello visto a través de un grupo de NIÑOS que, víctimas de un aterrizaje forzoso en una isla solitaria y deshabitada, tienen que sobrevivir, sin el concurso ni la ayuda de los mayores.

Dado el juego que daba la obra, extendimos su uso a otros Cursos y terminamos planteando un trabajo conjunto con otros Departamentos (Inglés, Literatura, Dibujo, etc.). Fue un esfuerzo colectivo meritorio y enriquecedor, que, presentado en la Genera-litat, nos proporcionó un premio de 300.000.- pts: se utilizaron para editarlo y publicarlo (incluido número ISBN). Por supuesto, tras tantas vueltas a la obra, salimos más que servidos de “moscas”.

No hay espacio para más. Sólo me resta felicitar efusivamente a toda la CO-MUNIDAD EDUCATIVA del Instituto “LA ASUNCIÓN” (¡¡nuestro ‘NÚMERO UNO’!!) por sus 50 años de edad.

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