Datos biográficos
SEMPERE PÉREZ, Andrés (Elche, 1935 – 2000). Nació en la ciudad de Elche, en el corazón de Elche, en la Vila, en la calle Alvado 19, donde sus padres regentaban un horno muy conocido y reconocido en la ciudad por la calidad de los productos. Su infancia transcurrió como la de cualquier chico en aquella época: asistió a la escuela de D. Julio y en su tiempo libre jugaba en la calle con sus amigos; recordaba con gran nostalgia sus juegos “per el carrer” por la zona conocida como las casas de la Virgen detrás de Santa María, por las laderas del río donde hacían guerras entre las bandas enemigas, a veces, incluso se adentraban en el parque que era toda una aventura. “Fue una infancia feliz vivida en libertad” solía decir.
Cumplidos los 10 años hizo el examen de Ingreso para comenzar su Bachillerato. Como no había Instituto oficial hizo sus estudios en el Colegio La Asunción, llamado por aquel entonces “El Instituto”, que estaba detrás de La Basílica. Él recordaba con cariño y con gran admiración al profesorado de su centro, pero hubo una profesora que dejó una huella imborrable en su personalidad: Dª María Teresa Vega. Parece que fue una profesora extraordinaria que no sólo supo transmitirle los conocimientos sino que además supo despertar en él el amor por la lectura y el espíritu analítico de los temas que estudiaba. Hizo su Examen de Estado, examen global de todo el Bachillerato y obligatorio para pasar a la universidad, en Murcia.
Se matriculó en Derecho en la Universidad de Murcia por razones familiares, allí estudió el primer curso de la carrera. Al terminar primero, trasladó la matrícula a Salamanca que era la Universidad de sus sueños desde su infancia. Allí pasó los cuatro años siguientes hasta conseguir su título de licenciado en Derecho. Fueron cuatro años llenos de vivencias y experiencias que culminaron con el encuentro con una salmantina que fue, posteriormente, su mujer y la madre de sus tres hijos.
En 1960, se estableció como abogado en Elche donde ejerció su profesión hasta el final de su vida. Sus comienzos fueron un tanto duros. No tuvo puntos de apoyo y tuvo que ejercer en todos los campos hasta conseguir una reputación, ejerciendo incluso de abogado de oficio que no le gustaba nada porque la mayoría de los asuntos eran penales. Pronto se dio cuenta que sus intereses jurídicos se iban definiendo y empezó a dejar los temas penales, laborales e incluso los matrimoniales que al aprobarse el divorcio se pusieron muy de actualidad. Su pasión en el mundo de las leyes fue el Derecho Civil. Fue un gran civilista y consiguió hacerse con una biblioteca riquísima en esta materia que actualmente se halla en el Museo de Pusol. Desarrolló su actividad profesional en Elche, Benidorm y Torrevieja. Perteneció a los colegios de Abogados de Elche, Alicante y Murcia. Sus clientes de Benidorm, mayormente extranjeros, le obligaron a estar al día del Derecho Internacional y a trabajar, judicialmente, con diversas Embajadas Extranjeras.
Humanamente fue un hombre muy sencillo, amante de la familia, dedicó mucho tiempo a sus hijos para los que fue un amigo más que un padre. Fue un lector empedernido. Leía todos los géneros, le encantaban los temas históricos, la literatura de viajes, en su momento la ciencia ficción y, en general, la novela. Leía prensa diaria, revistas semanales y revistas especializadas. El cine y la música fueron dos aficiones que le ocuparon mucho de su tiempo libre. La lectura con música clásica de fondo era uno de sus placeres del fin de semana. No se puede olvidar su afición a la pintura, inclinación que le reportó una rica y selecta pinacoteca de pintura contemporánea.
Fue un amante de su ciudad, de su naturaleza, de la idiosincrasia de sus habitantes, de sus tradiciones, de su gastronomía y de su lengua que fue la primera que aprendió. Como diría Antonio Machado: “Fue, en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno”.
Nota de la Cátedra Pedro Ibarra. La biblioteca literaria de D. Andrés Sempere Pérez fue donada por su familia a la Universidad Miguel Hernández.
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