Ramón Segrelles, Julio

RAMÓN SEGRELLES, Julio (Monforte del Cid, 1893 - Elche, 12-VIII-1966). Maestro nacional propietario de la escuela de niños de Perleta, incorporado en julio de 1918 y posteriormente de la escuela de niños nº 2 de Elche. En 1921 participó en las "Academias Educativas" organizadas por la sociedad Blanco y Negro como profesor de Historia de España. Fue Designado concejal durante la dictadura de Primo de Rivera y ocupó el cargo entre el 10 de agosto de 1925  y el 25 de febrero de 1930. En octubre de 1928 presentó al Ayuntamiento un proyecto para atender las necesidades de escolarización de 1.500 niños entre los seis y los 14 años, al margen de los 500 niños que estudiaban en academias privadas. Según dicho estudio, Elche contaba con 11 maestros y se necesitaban otros 27 más. Aparece empadronado en Elche en el Censo electoral de 1934 con domicilio en Comandante Ferrández 7. En la posguerra fue delatado por ser vocal de la directiva de la FETE durante la guerra. Maestro voluntario de las escuelas socialistas, designado para dar las clases de analfabetismo.  En su expediente de posguerra no tuvo ni cargos ni sanción. Murió a los 74 años. Casado con Carmen Benito Miralles (1891-1970)

RAMÓN SEGRELLES, Julio (Monfort del Cid, 1893 - Elx, 12-VIII-1966). Mestre nacional propietari de l'escola de xiquets núm. 2 d'Elx. En 1921 va participar en les "Acadèmies Educatives" organitzades per la societat “Blanco y Negro” com a professor d'Història d'Espanya. Va ser Designat regidor durant la dictadura de Primo de Rivera i va ocupar el càrrec entre el 10 d'agost de 1925 i el 25 de febrer de 1930. L'octubre de 1928 va presentar a l'Ajuntament un projecte per a atendre les necessitats d'escolarització de 1.500 xiquets entre els sis i els 14 anys, al marge dels 500 xiquets que estudiaven en acadèmies privades. Segons aquest estudi, Elx comptava amb 11 mestres i es necessitaven altres 27 més. Apareix empadronat a Elx en el Cens electoral de 1934 amb domicili en Comandant Ferrández 7. En la postguerra va ser delatat per ser vocal de la directiva de la FETE durant la guerra. Mestre voluntari de les escoles socialistes, designat per a donar les classes d'analfabetisme. En el seu expedient de postguerra no va tenir ni càrrecs ni sanció. Va morir als 74 anys.

FUENTES: Isabel Doménech Jiménez, AGA Legajo 23, Caja  (5) 1. 30 32/12 298, Expediente 23-26; Soler Selva, Vicent (2024), Les escoles del camp d´Elx. Elx, Cátedra Pere Ibarra, UMH, pág. 215.

Don Julio por Antonio Amorós

En tiempos de Don Julio, la historia se enseñaba a golpe de ilustraciones y fervor patriótico. Las luchas internas del reino de Granada entre el rey Muley Hacén, su hijo Boabdil y el Zagal allanaron el camino para que los Reyes Católicos conquistaran la ciudad más simbólica del mundo árabe en apenas once años. Poco después, en agosto de 1492, Colón, con el apoyo de Isabel la Católica y del monje fray Juan Pérez, descubría América.

Dos estampas inolvidables se convertían, año tras año, en pilares de la enseñanza nacional: la conquista y el descubrimiento. La evangelización como misión, la unidad nacional como destino. Y Don Julio lo tenía claro.

Mostraba a los niños láminas de Colón hincado en la arena, con el estandarte en una mano y la espada en la otra, rodeado de soldados e indígenas asombrados. O la escena de los Reyes Católicos recogiendo las llaves de Granada, mientras Boabdil lloraba la pérdida de su amada ciudad. Don Julio les pedía interpretar esas imágenes con su imaginación.

A veces, la inventiva infantil superaba cualquier lectura adulta de la historia. Los premios por las mejores interpretaciones eran, curiosamente, tareas como limpiar el retrete, abrir la puerta o hacer de “chivatos”. Lejos de desmotivarlos, aquello los convertía en protagonistas, en “elegidos” dentro del aula.

Don Julio Ramón Segrelles fue un maestro excepcional, querido por todos. Aunque rara vez mostraba severidad, cuando la situación se desbordaba, tomaba su vara de palmera —el “perico”— y, desde el fondo del aula, imponía disciplina con precisión y sin perder el temple.

—Decidme, ¿cómo era Isabel? —preguntaba con solemnidad.

Los alumnos más aplicados levantaban la mano y recitaban de memoria:
—Isabel de Castilla, mediana de estatura, bien compuesta en su persona y en la proporción de sus miembros, muy blanca y rubia, los ojos entre verdes y azules, el mirar gracioso y honesto, las facciones del rostro bien puestas y la cara muy hermosa y alegre...

Los jueves, en la escuela nacional del carrer Major de la Vila, se izaba la bandera y se cantaban el Cara al Sol y Prietas las filas. Don Julio respiraba hondo, se relajaba. Amaba profundamente a sus alumnos. Los adoraba. Para él, eran su mayor tesoro.

Cada año, en el día de su santo, invitaba a todo el colegio a su chalet en Ciudad Jardín. Su figura era respetada por todos los ilicitanos. Pequeño, enjuto, con una barba descuidada y un aire algo distraído, recordaba a Unamuno. Y, como él, dejaba huella.