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Pérez Vives, Mariano

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
1917
Lugar de nacimiento
Elche
Fecha de muerte
16 de enero de 1939
Lugar de muerte
Frente de Alcalá de Henares
Profesión
comerciante

PÉREZ VIVES, Mariano (Elche 1917 - Frente de Alcalá de Henares, 16-I-1939). Comerciante. Según el informe de la Causa General realizado por el Ayuntamiento de Elche en 1940, murió al intentar pasar a filas enemigas. Una calle de la ciudad lleva su nombre desde el 3 de noviembre de 1957.

El primo Mariano.

Carmen Agulló Vives

Recupero artículo inédito, escrito en 1981, por deber de conciencia familiar. Sin enmiendas. 

Inesperado encuentro en el TALGO. Ya no pude seguir corrigiendo ejercicios -aquel día no llevaba la habitual labor femenina- a causa de la interminable charla. El primo Daniel, después de tantos años sin vernos, se empeñó en recordar tantas cosas….

         Lo que más me sorprendió fue que me dijera  que yo había sido para él una especie de figura mítica de la familia. Cuando a sus diez años inició el Bachillerato sentía verdadera devoción por aquella prima tan importante que daba clase en el Colegio a los chicos mayores…Esa primitiva imagen, por lo visto, se fue reforzando con los años gracias a encuentros posteriores, ya en la Universidad o incluso graduado, con gentes que habían pasado por mis clases en Albacete. Nada como la distancia, o las referencias a través de terceras personas, para elaborar un mito.

         Y eso precisamente, la figura mítica de la familia, ha sido siempre para mí el primo Mariano. Lástima que no sea posible el desencanto de la proximidad y la charla viajera, amistosa e intranscendente.

         El primo Mariano lejos desde siempre y para siempre.

         Veneración de la fotografía cien veces reproducida a distinto tamaño. Perfil casi griego, atractivo misterioso de un rostro que emerge del blanco mate de la cartulina. O aquella otra imagen -esta ejemplar único- del niño inocente, de mirada perdida. O la de la playa en Santa Pola -baños La Sirena al fondo-, esta propiedad particular de mis padres, conservada en marco de fina caoba con óvalo para el retrato, impecable camisa blanca, creo que corbata listada, pantalón oscuro, esbozada sonrisa enigmática, rostro ladeado que disimula sabiamente aquel ligero bizquear de ojos… ¡Pero qué guapo era el primo Mariano!

         Mucho tengo que bucear en mis recuerdos para dar vida a estas imágenes. Pero lo consigo. Una sola vez logro “ver” vivo y moverse a este semidiós, nuevo Hércules para mí…ahora ríe a carcajadas, me pide desde la dimensión de mis cinco años que me coloque en posición de firme, brazos caídos, las palmas de las manos muy pegadas al cuerpo… y es ahora cuando, con la fuerza de sus veinte años jóvenes, presiona con sus manos las mías y me lanza hacia lo alto una y otra vez, humana astronave anticipada. Lástima que el techo de la cocina impidiera el lanzamiento definitivo….

         El resto, referencias familiares, palabras truncadas por la emoción o el llanto, ¡era tan bueno!, ¡nos quería tanto!, no tenía vicios, adoraba a su familia y amigos, frecuentaba la Parroquia como buen católico, amaba la lectura, quién se atreve a reclamar a su madre -no le queda más consuelo que la contemplación de los objetos familiares que Mariano tuvo en sus manos alguna vez- todos los libros que tu padre le iba prestando…sobre todo es una pena haber perdido la colección de los Episodios Nacionales de Galdós, no me atrevo a pedírselos a mi hermana… y las cartas, las que nos fue escribiendo desde el frente…tendré que romperlas algún día…Mamá, ¡déjanos leer las cartas de Mariano!, ¡tiene tan bonita letra! Sí, pero por última vez.

         Recuerdo la frágil cartulina amarillenta de algunas postales, esas que no van ilustradas con fotografías, letra menuda, legible y muy igual, espacio aprovechado al máximo -en ocasiones terminaba su texto en el anverso reservado para la dirección postal- y siempre la misma canción: que el frente de Madrid era un paraíso, que el cuartel de Alcalá de Henares estaba muy bien, que los jefes lo querían mucho, que daba clases a los soldaditos analfabetos y que se encontraba muy requetebién.

         La lectura de una de las cartas provocó en mí una extraña sensación que mantuve oculta durante bastante tiempo. No hubo necesidad más tarde de aclaraciones. Confieso ahora que, en la inmediata posguerra, aquello era inexplicable y más bien contradictorio con la imagen que del primo Mariano flotaba en el ambiente. En la citada carta relataba una fiesta de exaltación patria celebrada en el cuartel y reproducía a pequeña escala el cartel mural que él mismo había confeccionado para colocarlo en lugar visible y preferente. Aquel cartel contenía admirativos vivas a Rusia y a la República Española, filial devota de la patria de los zares, que ya no le era….

         Mucho debieron desconfiar sus “queridos” superiores de la sinceridad del soldado dibujante. Vilmente le pagaron su obediencia y disciplina….

         ¡Cómo me gustaría imaginar las últimas horas del primo Mariano! No me atrevo a hacerlo temerosa de quedar por debajo de la realidad. ¿Qué sentimientos llenaron aquellos instantes? ¿Sorpresa, miedo, rebeldía, súplica, abatimiento, silencio, dolor…? ¿A quién dirigió sus pensamientos últimos? ¿A su madre, a Dios, a la Virgen Asunta, a la absurda guerra? ¿Cómo fue realmente su muerte? ¿Dónde los últimos jirones de su cuerpo sin vida?

         Ni rastro, ni noticia oficial alguna. Duro, durísimo ha sido para la familia no contar con la mínima información que permita de alguna manera reconstruir los tristes hechos. Largo silencio epistolar, dolorosas sospechas confirmadas gracias a una visita, casi finalizada la guerra, de un soldado superviviente, testigo de excepción de las penúltimas horas del primo Mariano.

         El soldadito analfabeto, tal vez uno de sus alumnos, le pidió que escribiera una carta a su familia. Quedó interrumpida la redacción al ser requerido Mariano a presencia de sus superiores. La paciente espera del soldado fue interrumpida por la brusca pregunta del sargento

“¿Qué haces tú aquí?” Espero a Mariano para que me termine la carta… “Pues ya puedes marcharte, que ese ya no puede escribir más cartas”

Aquel día nadie había salido del cuartel de Alcalá para el frente. El soldado analfabeto quedó contemplando con tristeza la carta inconclusa y aquella bufanda que amablemente le había prestado el soldado que sí sabía escribir y también sabía de las frías noches sin abrigo…. Última reliquia la ajada bufanda en manos de una madre que, cuarenta años después, ha llorado la muerte de otro hijo, víctima de fulminante paro cardiaco esta vez.

Hoy, 20 de agosto, 1981, he roto mi compromiso de no escribir durante este mes. Responsables indirectos los medios de comunicación que se han empeñado en dedicar el mes de agosto a la glosa de aniversarios de gente “asesinada” en 1936, desde García Lorca a aquel señor que  murió gritando “Viva Andalucía libre”, a cuya memoria se levantará el correspondiente monumento…

Yo quisiera creer que mi primo Mariano dijo antes de morir -si es que le dejaron decir algo, nada se ha sabido-, como hace unos meses Juan Pablo II: “¿Cómo han podido hacerlo?”       

Concluida la transcripción en Albacete, 1, marzo, 2007

P.S. Con la información de que hoy dispongo, es bastante verosímil pensar que mi primo fue una de las víctimas anónimas  asesinadas masivamente en Paracuellos del Jarama.

P.S. Artículo incluido en mi libro PIEZAS DE MOSAICO. Carmen Agulló Vives, Albacete, 2008, pp. 125-31

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