Pasar al contenido principal

Pérez Cayuela, Dolores "Lily Berchman"

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
27 de mayo de 1928
Lugar de nacimiento
Madrid
Fecha de muerte
27 de agosto de 1982
Lugar de muerte
Alicante
Profesión
soprano

PÉREZ CAYUELA, Dolores "Lily Berchman" (Madrid, 27-V-1928 - Alicante, 27-VIII-1982).

Dolores Pérez Cayuela: canto y docencia que laten.  Catedrática extraordinaria del Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá y única voz femenina en interpretar el Misteri d’Elx

Elvira Rodríguez, Información, 30-IX-2024

"Los ensayos para la grabación del primer disco del Misteri d’Elx comenzaron el 7 de noviembre de 1960. De aquel registro, Dolores Pérez Cayuela (1928-1983) contó a sus alumnos más allegados: «Tenía que cambiar la voz de la Virgen al Ángel, para que no se notara que era la misma. Se grababa en la Basílica de Santa María, con la iluminación de una vela y ante el túmulo de la celebración de los Fieles Difuntos. Aquel sentimiento, con esa luz sombría, no se me olvidará nunca». «Tan puro lo cantó; le costó mucho», evoca el sacerdote Luis Brotons, uno de estos estudiantes más cercanos. Ángel Martínez Teruel, el pianista que siempre le acompañó en sus clases, recuerda que «sufrió mucho por todo lo que se dijo sobre su persona por la grabación de aquel disco».

«Se rompió la norma con ella y no ha vuelto a romperse nunca más», explica Joan Castaño García, archivero del Patronato del Misteri d’Elx, al rememorar esta grabación «realizada por el sello Hispavox bajo los auspicios del Consejo Internacional de la Música y del Patronato Nacional del Misterio de Elche» –en declaraciones del propio Óscar Esplá (1886-1976) a INFORMACIÓN en 1961–. Esta intervención supuso una gran polémica en la sociedad ilicitana, «había cierto temor a oír la grabación de Dolores», señala Castaño, quien también, en un artículo publicado en Canelobre dedicado al ilustre músico, recoge sus palabras: «He preferido, en algunos pasajes, la intervención de la voz pura y bien modulada de una soprano excelente a la rigidez sonora y casi destemplada, propia de las voces infantiles cuando se esfuerzan y desfiguran la calidad del timbre musical, cosa tolerable y hasta en cierto modo, pintoresca en las representaciones locales, pero insoportable en un disco destinado a exaltar la intensidad expresiva de una composición musical».

Mas de seis décadas han pasado desde entonces y el músico Rubén Pacheco Mozas cuenta que «el estreno en audición pública del disco estaba previsto el 13 de noviembre a las 20:00 horas, pero, debido a la expectación creada y ante el temor a una reacción adversa del público, se decidió cancelarlo en el último momento y realizar un pase privado únicamente para autoridades a las 22:00 horas» y que «el papel de Dolores Pérez en esa grabación es fundamental. Esplá la elige, y con muy buen criterio, porque además tenía muy buena voz. Dolores es una pieza clave, es capaz de plasmar la idea de Esplá sobre cómo tenía que ser la María». Y, aunque parezca mentira, prosigue Pacheco, «con el paso del tiempo y, gracias al disco, esa es la María que ha ido calando; ha tenido una influencia enorme. Sobre todo, porque la letra que se canta actualmente es la que cantó por primera vez Dolores Pérez en ese disco», que tuvo una segunda edición en 1972 y otra en 1994 como disco compacto.

Dolores fue la «única voz femenina en interpretar el Misteri d’Elx en su versión tradicional; después ha habido reconstrucciones historicistas, como la de Jordi Savall, interpretada por Montserrat Figueras (1942-2011)», explica Pacheco. Y añade, «el Misteri del siglo XX no se entiende sin la figura de Esplá; en 1924, lo que hace fundamentalmente es recuperar la judiada. Cuando realiza cambios importantes en la partitura e introduce sus preludios de órgano es en 1960. Sin embargo, no hay una partitura completa de Esplá. Sí hay una realizada por Alfredo Javaloyes en 1933; y otra de 1979, de Antonio Hernández. La actual, registrada en la Sociedad General de Autores y Editores, la encargó el Patronato en 2005; se trata de una transcripción que compendia todo según se estaba interpretando, que realiza José Vicente Asensi, actual director del Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá (CSMA)». Fue precisamente Asensi quien propicia este hilo vital de Dolores al referir su existencia a la autora de este reportaje.

«La primera vez que oí cantar a Dolores, entonces una incipiente estudiante de música, –rememora José María Vives, académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos– sentí una emoción estética inmensa, tenía una voz cálida, intensa, un registro grandísimo en los graves y agudos; una afinación maravillosa y, sobre todo, un temperamento en la interpretación que cautivaba a todos; desde luego a mí me cautivó; llenaba el escenario, tan pasional, tan viva, hacía vibrar las cuerdas del corazón; sentía una especie de respeto que rayaba la idolatría y que, al cabo de más de medio siglo, aún recuerdo».

«El disco de Dolores del Misteri –continúa Vives– es una gota en un océano de grabaciones y de aplausos, que tuvo y sigue teniendo; otra cosa es que para nosotros sea importante. Quienes aman la historia del canto y cómo ha cantado, siguen valorando su obra. Además, las grabaciones de entonces eran crueles frente a las actuales; eran puramente analógicas, casi no se retocaban; ningún parecido con los procedimientos vigentes».

Dolores Pérez es madrileña, hija de la pianista y actriz Purificación Cayuela y del barítono y docente Juan Pérez. «Sus padres le inculcaron desde pequeña la sensación de satisfacción que provocan los escenarios», recoge la soprano torrevejense Nuria Maddaloni en una investigación sobre la evolución vocal de Pérez Cayuela, para quien Dolores «es un referente de la lírica española». Con tan solo once años comienza a dar conciertos «demostrando sus dotes artísticas»; es entonces cuando sus padres quieren que se forme vocalmente en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Allí permanece hasta los diecisiete años «que vuela a Italia para perfeccionar la técnica vocal».

Soprano

Dolores también fue conocida como Lily Berchmans, seudónimo que elige en 1945 porque su primer empresario, Barnum, le recomienda que un nombre extranjero daría más resultados. Elige «Lily porque de chica» la llamaban así; y el apellido, «de San Juan Berchmans, un santo belga y músico por quien teníamos devoción en casa». Usa Lily Berchmans hasta 1954. 

«Se rompió la norma con ella y no ha vuelto a romperse nunca más», explica Joan Castaño

Regresa a España y «debuta como Madama Butterfly» en el coruñés Teatro Rosalía de Castro. Tras este éxito, realiza papeles destacados en óperas famosas; su voz comienza a destacar como una de las más bellas del «bel canto» nacional. En 1953 «regresa a Italia y, junto a participantes de treinta y ocho países, se presenta al prestigioso Concurso Internacional de Música Gian Battista Viotti, de Vercelli», que gana. El premio supuso su debut «en el Teatro Alla Scala de Milán». En 1954 es premio extraordinario de declamación de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y estrena «como protagonista en el Real Teatro de San Carlos de Nápoles –para Dolores el más bello del mundo– la ópera Sakúntala, de Alfano». Después recorrió los más prestigiosos escenarios líricos de Italia y América, «con éxito rotundo en el Carnegie Hall, de Nueva York».

Tras su triunfo italiano «recibe una beca de la Fundación Juan March», además de otra de la Real Academia de Bellas Artes. También firma un importante contrato para realizar grabaciones discográficas que alcanzarán reconocimiento mundial y logra, en 1956, cumplir «uno de sus sueños cantando en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona la ópera Goyescas, de Granados». El haber discográfico de Dolores contabiliza casi medio centenar de grabaciones.

El 5 de noviembre de 1999, Consuelo Giner Tormo, entonces directora del Conservatorio Superior de Música y Danza de Alicante, señala en una circular que «la inauguración del salón de actos Sala Dolores Pérez» la realizará el delegado del Gobierno en Alicante, José Marín Guerrero. «Pienso que va a ser un día entrañable para el centro». El actual director del Conservatorio Profesional de Música Guitarrista José Tomás de Alicante, Miguel José García Sala, muestra la memoria donde se recoge este evento. Se celebró un recital de canto lírico por las alumnas de Dolores: Pepita Matarredona, M.ª Luisa Iturralde y Nuria Mejías en la recién inaugurada sala; tras descubrir la placa, exaltar la figura de Dolores y el concierto, degustaron un vino de honor ofrecido por el Consejo Regulador Denominación de Origen Alicante, Moscatel-Alone, y Chocolates Valor. 

Maestra

El curso 1963-64 el Instituto Musical Óscar Esplá, dirigido entonces por el compositor alicantino que le da nombre, estrenaba concesión de grado profesional y, según Ana María Flori, musicóloga y catedrática de piano del CSMA, «tras la nueva reorganización del Instituto, la plantilla quedó constituida por 19 profesores», entre quienes estaba la catedrática de Canto, Dolores Pérez Cayuela. En 1966, Dolores expresa en una entrevista, concedida a Julián Cortés, que su última gran satisfacción en España es «obtener por unanimidad y tras oposición reñidísima la cátedra de canto del Instituto Musical Óscar Esplá».

Tras la muerte de su padre, Dolores y su madre llegan a Alicante «buscando una vida más tranquila y estable», cuenta el pianista Ángel Martínez. «Estaba muy unida a su madre; siempre iban juntas a todas partes; cuando Purificación murió, fue como si algo también hubiera muerto dentro de Dolores. Estando en Alicante hizo algunos conciertos, aunque menos. Tenía mucho carácter, pero era muy dulce con su alumnado, a quienes trataba como si fueran de su familia, a mi madre y a mí también. Era una gran profesional, muy alegre y con humor inteligente. Con casi dos décadas que trabajamos juntos, solo mirar sus ojos negros de fuego, ya sabía lo que quería decirme». En una ocasión, retoma Ángel, «llegó José Beviá, ingeniero, que quería asistir a sus clases y Dolores le pidió que cantara, él interpretó el aria Vesti la Giubba, de Pagliacci. Cuando terminó y me giré, a Dolores le brotaban lágrimas emocionadas».

En 1968, con 18 años, Mari Carmen Cristóbal Caballero y su novio entraron al Conservatorio, «yo estudiaba primero de Solfeo y la profesora, Carmen Rueda, me dijo que tenía una voz muy bonita; fui a hacer una prueba con Dolores y me quedé. Su madre siempre estaba en las clases con ella; la recuerdo junto a la mesa; era también un sol. Las dos eran muy parecidas, con clase, con mucho carácter inteligente, que les tomas cariño, que no ponen barreras. Como profesora y ser humano, Dolores fue maravillosa. Todo lo controlaba y cada pieza que me proponía, la buscaba tan bien que me iba perfecta».

«Cuando entramos al Conservatorio estaba muy reciente la muerte de su madre –1977– y estaba muy afectada; impresionaba Dolores, imponía, tenía una personalidad grande. Después, cuando la conocías era una persona tierna», quien esto recuerda es Luis Brotons. Junto a José Rubio, marido de la soprano Ana María Sánchez, conversamos sobre Dolores, su maestra de canto y vida; Luis, de Petrer, y Ana María, de Elda, siempre fueron grandes amigos. Los recuerdos se van entremezclando y siempre son unánimes: «Aquellos fueron unos años mágicos. Era humana, muy justa, no se equivocó en lo que nos dijo como profesora. La voz es un misterio, decía, y hay que llegar a dominarlo. Siempre fue muy profesional, nunca dejó de ser humilde, ni como cantante, ni en su vida; cuando teníamos que cantar una pieza en otro idioma, pagaba de su bolsillo a un traductor para que tuviéramos buena dicción. Repetía que la carrera de Canto es un sacerdocio, dedicarte en cuerpo y alma, se acaba salir los fines de semana, fumar, los sitios ruidosos, el aire acondicionado, y saber que a veces no vas a poder estar mucho con la familia».

José Rubio pone voz a Ana María, quien le acompañó cada noche del mes que Dolores pasó en el Perpetuo Socorro. Dolores progresaba en la trayectoria de Ana María: «Esto no es un camino de rosas, vas a luchar contra todo el mundo, críticos, agentes, público, directores de teatro…». Y «sé siempre honesta contigo y con la música». Sánchez siempre sintió plena gratitud hacia Dolores, por «todo lo aprendido junto a ella. Para Dolores el canto era su vida»

La enfermedad de Dolores avanzaba; su hermano, Alberto Pérez Cayuela –ya fallecido– vino a buscarla para ingresarla en Madrid y probar otros tratamientos, que no prosperaron. Dolores se quedaba sin vida y «su hermano nos avisó; fuimos a Madrid y estuvimos sus alumnos –Ana María, Pepita y Luis– con ella hasta el final». De regreso en Alicante, donde está enterrada junto a su madre, su hermano nos repartió –siguiendo los deseos de Dolores– las pertenencias más preciadas de su carrera musical a sus alumnos más cercanos, entre los que se encontraba también Nuria Mejías. Al CSMA donó 55 partituras, que se pueden consultar en su biblioteca.

Dolores iba asiduamente al cementerio a llevarle flores a su madre; solía preguntarse: «¿quién me pondrá flores a mí?». Matarredona, fallecida en 2024, contestaba que ella lo haría. Cuando las cenizas de Dolores estaban en Alicante, pidió permiso a Alberto Pérez y colocó una rosa de bronce en la sepultura «para que nunca le falte una flor, como le prometí»".

 


 

Añadir nuevo comentario

Texto sin formato

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.