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Parreño Chorro, Consuelo

Enviado por Faustino Agull… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
24 de febrero de 1935
Lugar de nacimiento
Elche
Fecha de muerte
8 de febrero de 2024
Lugar de muerte
Orleans

PARREÑO CHORRO, Consuelo (1935-2024). María del Consuelo, como le puso su padre, nació el 24 de febrero de 1935 en el número 6 de la calle Mariana Pineda, que es el nombre que durante la República pusieron a la calle del Salvador. Su abuelo Ricardo no la conoció por solo tres meses, fue la primera nieta a la que no llegó a conocer. Su tío abuelo, el capellán Ramón Campello, fue el encargado de inscribirla en el Registro Civil. Es difícil despedir a alguien que estando tan lejos siempre resultó tan próxima. Bautizada en esta parroquia el 10 de marzo de 1935, fueron sus padrinos Ricardo Parreño, hermano de su padre y su hermana Carmencita de apenas ocho años. No en esta iglesia, sino en la que fue pasto de las llamas el 20 de febrero de 1936, en la antigua iglesia del siglo XVIII. Hace hoy 88 años, y no suelo creer en las casualidades, antes de su primer cumpleaños, abandonó Elche el 21 de febrero de 1936, tras la quema de las iglesias. Su padre Ramón decidió emprender lo que él denominó la huida de Elche pues no era lugar seguro para su tío el capellán Campello. Hoy Consue emprenderá el mismo camino, desde Elche hasta el cementerio murciano donde reposan sus padres. Se instalaron en Murcia, donde poco después moriría Carmencita su hermana mayor y madrina. Y las cosas fueron a peor, vino la guerra, allí nació Ramón, su hermano, en 1940. Tras la guerra volvió a Elche con mucha frecuencia, al Misteri siempre, en aquellas localidades que el capellán les reservaba cuando en los cuarenta bajaba como ángel mayor en el Araceli. Dulces recuerdos de infancia con el tío Ramón en Murcia y las inigualables pastillas de café con leche, los pasos de Salzillo, el entierro de la sardina… Y qué decir de la tía Consuelo, segunda madre y abuela tan añorada por todos nosotros. No solo se compartían apellidos sino también afectos y cariño. Se casó en Murcia con Henry, a quien también recordamos por su simpatía. Allí nació Mari Carmen y por razones de trabajo se trasladaron a Madrid, donde nació Juan Ramón. De allí se trasladaron definitivamente a Orleans, ¡qué mejor sitio que la villa de Juana de Arco para una mujer de bandera, una auténtica madre coraje! Allí enviudó y trabajó muy duro para sacar adelante su familia, allí nacieron sus nietos, Marie Lise, Paul, Julien y Mathilde. Con 18 años pasé unas navidades en su casa de Orleans. Tras veinticuatro horas en tren allí estaba Consue esperándome. Vimos todo París en un día. Qué vitalidad, qué nervio, qué guía más documentada, creo haber batido el récord de kilómetros recorridos en una jornada en el metro parisiense, de Notre Dame a l’Arc de Triomphe, pasando por el barrio latino y los campos Elíseos, La Gioconda y los enormes cuadros de Napoleón en el Louvre. Subimos a la Tour Eiffel y de allí a Montmartre y le Sacré Coeur, qué paliza me dio, y yo que a esa edad creía estar en forma … No recuerdo apenas año en el que no viniera a las fiestas de agosto acompañada de hijos y nietos, solo alguno en el que estuvo muy malita. Este último año también vino y ha sido un año duro, Cristóbal y Felipe, a los que tanto quiso, ya no estaban con nosotros. Somos una gran familia, no sólo por el número, que también. Nuestra fortaleza reside en lo que nos han transmitido nuestros mayores, en lo que hemos mamado: Darlo todo, no pedir nada. Esa es nuestra divisa, eso es lo que nos han enseñado, los que ya no están; los abuelos, Tula, Ramón, Cristóbal, Felipe y Consue; y aquellos que tenemos la suerte de tener hoy con nosotros. Ejerció de embajadora de Elche, su pueblo, y de Murcia, que la vio crecer, allí donde estuvo; difundió en Orleans nuestras fiestas. Explicó que en un pueblo con muchas palmeras todos los veranos se abrían las puertas del cielo y bajaba un altar del cielo para subir a la Virgen. Lo que no esperábamos es que las puertas del cielo se abrirían este febrero, y no en Elche sino en Orleans, la ville de Jeanne d’Arc, el Araceli bajó por Consue y el capellán Ramón Campello como tantas veces con él. Cómo dejo escrito su padre cuando murió su hermana Carmina: “El Señor la tenga en su Gloria.” Nunca te olvidaremos.

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