Datos biográficos
"Pocos días antes de iniciarse las fiestas de agosto de 1811, se detectó en Elche un caso de fiebre amarilla en un soldado que había entrado en la villa procedente de Cartagena. Y aunque el médico ilicitano Diego Navarro intentó por todos sus medios que las autoridades suprimieran la Festa por considerarla un foco de contagio incontrolable, no pudo conseguirlo, viéndose amenazado por parte del pueblo si persistía en sus intentos. No en vano la declaración oficial de contagio significaba el cierre total de la ciudad y un extraordinario quebranto económico, que perjudicaba sobre todo a los más necesitados, como estamos viendo en nuestros días. Quienes en aquellos días vinieron a ver el Misteri de ciudades cercanas, ya no fueron admitidos en ellas, y desde el 16 de agosto hasta finales del mes de diciembre sufrimos los ilicitanos, en palabras del historiador Pere Ibarra, la epidemia "más terrible que registran nuestros anales". Aproximadamente, un 40% de los vecinos, de una población de unos 20.000 habitantes, perecieron en este contagio. Con ellos, sucumbieron todos los médicos locales, con lo que hubo necesidad de acudir a sanitarios foráneos, así como una gran cantidad de los sacerdotes y religiosos encargados de suministrar los últimos sacramentos. De hecho, el Cementerio Viejo nació, precisamente, con motivo de esta epidemia de fiebre amarilla ante la exigencia de buscar un lugar alejado de la ciudad para los innumerables enterramientos".
Joan Castaño, "La Festa en tiempos de contagio", Información, 29 de abril de 2020.
Una calle de la ciudad en el barrio de Altabix lleva su nombre.
[351] Epidemia ocurrida en esta villa en el año 1811[1]
Un soldado del batallón del voluntarios de Gerona procedente de Cartagena, salió de aquel departamento el 30 de julio; entró en ésta el 3 de agosto y fue alojado en la casa de la viuda de Jaime Vicente, en la calle de los Remedios; en el mismo momento de su llegada ya empezó a enfermar diciendo que el día anterior se había hallado quebrantado en Orihuela: el 6 fue conducido al hospital en donde se le advirtió gran inquietud y ansiedad precordial, calentura que en aquel momento se calificó de pútrida, con el síntoma de arrojar sangre por las narices; el 8 por la tarde dio parte la hospitalera que la sangre que el enfermo arrojaba era en gran copia; en el 9 empezó a echar por la boca cantidades excesivas de vómito negro: a consecuencia, el 13 a la madrugada, habiendo precedido una grande inquietud y suma postración de fuerzas, falleció envuelto en sangre y vómito negro.
El médico Navarro fue llamado el 16 a casa de la espresada viuda de Jaime Vicente y encontró tres enfermos que el día anterior se habían sentido malos, e igualmente, a varias otras casas circunvecinas, y visitó hasta el número de 13 enfermos, todos con diferentes síntomas. Y, por último, por certificación de D. Vicente Espí, médico titular de la ciudad de Orihuela, D. Joaquín Pascual Box, de la villa de Crevillente, y D. José García, de la de Almoradí, hallados en ésta al presente por encargo de la Junta de sanidad de Orihuela para inspeccionar las enfermedades, hecho el examen debido, dijeron: «que muchos de los enfermos que habían inspeccionado, se hallaban afectados de la enfermedad llamada Tifus Icterodes, la cual era por naturaleza contagiosa en sumo grado; por lo que juzgaron necesario absolutamente que, luego, luego, se tomasen las precauciones necesarias y eficaces para librarse de un mal tan fiero y susceptible de los mayores estragos».
Muchas de las familias cautas de este pueblo, difundida aquella noticia, con el ánimo de salvar sus vidas, se retiraron al campo y otros puntos libres, en donde pudieron conseguirlo por medio de su incomunicación con los del pueblo. Mas en éste, desde 24 de agosto de 1811, en que estalló el contagio, hasta mediados de noviembre, en que cesó, fueron víctimas cerca de 10 mil almas, quedando infinitas familias arruinadas y en el seno de la horfandad y miseria. El pueblo se miraba desierto ofreciendo el aspecto más lúgubre y lamentable, hasta que, abiertas las casas, practicadas las fumigaciones y ventileos, observada la policía de sus calles y regresados los habitantes que pudieron salvarse de las garras de aquella fiera destructora, dieron gracias a la augusta Patrona, Nuestra Sra. de la Asunción por este favor divino, al paso que dirigían sufragios por las almas de sus hermanos que fueron víctimas de tan cruel contagio.
[1] Veg. notícia núm. 318.
FUENTE: CASTAÑO I GARCIA, Joan, (Ed.), (2020). Colección de noticias antiguas y modernas pertenecientes a la villa de Elche (1845). Grupo Antón i Ajuntament d´Elx, págs. 308-309.
[318] [HP: Diario y noticias de la fiebre amarilla, que padeció esta villa de Elche en el año 1811[1]
Agosto de 1811
Día [1º]. En este día se presentó en esta villa un cuadro de regimiento de Catalanes, que se componía de oficiales, sargentos y cabos procedentes de Cartagena, los que habiéndose presentado en Alicante no los quiso recibir y dar entrada el gobernador militar, por venir de aquella ciudad, que estaba contagiada de la fiebre amarilla. Regresaron a esta villa de Elche, y oponiéndose algunos señores del Ayuntamiento a su entrada, y más que todos el Dr. D. Vicente Mira como aposentador, en aquella razón y porque en ningún pueblo los habían querido recibir; los S.S. oficiales, con buenas razones y negando todo cuanto se les oponía, lograron engañar al Sor. alcalde mayor, que lo era don Victoriano Aznar, y este buen hombre les mandó alojar, que fue la perdición de todo el pueblo. A los tres días cayó enfermo un oficial y un soldado, el primero murió en la casa de su alojamiento, que lo era en la de la viuda de Jaime Vicente, bar[r]io de Saravia, calle del Remedio; y el segundo, que lo es el soldado, murió en el hospital de esta villa. A continuación cayeron enfermos en ambas casas, y llamaron al facultativo Dr. D. Diego Navarro, el que habiéndose visto y observado la enfermedad y los parientes, convocó a junta de sanidad, y manifestó a ésta que la enfermedad que adolecían los enfermos de tales casas lo era de la fiebre amarilla y de la refinada. Mas oído por la Junta el dictamen de dicho médico, fue despreciado por toda la Junta, y muy particularmente por el Sor. alcalde mayor y D. Tomás Aracil, abogado y síndico del ilustre Ayuntamiento. También como próxima que estaba la Fiesta de agosto, el pueblo quería que se celebrara la fiesta, y el médico Navarro decía que de ningún modo, que era un disparate, y por este modo de producirse, el pueblo bárbaro le perseguía y le quería asesinar.
Sin embargo, al momento pusieron guardias en todas las entradas del pueblo por el contagio de Cartagena, y contra la opinión del médico Navarro se mandó celebrar la Fiesta de la Asunción en los días 14 y 15 de agosto, y ¿qué sucedió? Que concluida la función ya no dejaban entrar en Alicante a los que habían venido a verla hasta que hicieron la cuarentena de ley. En el mismo día 16, dio parte el médico Navarro a la Junta de habérsele presentado 13 enfermos de la fiebre amarilla. En aquella noche hubo junta de sanidad, y determinaron poner guardias en todas las casas de dichos enfermos, mas como eran gente menesterosa, comían en las mismas casas de los enfermos y se contagiaron algunos.
El día 18 vinieron en comisión de Alicante el médico Lanuza, de Orihuela, el médico Espí, y de Crevillente, el médico D. Joaquín Boix. Visitaron e inspeccionaron todos los enfermos, y conformados con el parecer del médico Navarro, secretamente declararon la fiebre amarilla a la Junta; mas como temían al pueblo, para el público dijeron que no era cosa grave, y se empeñaron en tocar las campanas, pero a penas llegaron los comisionados, cada uno a su pueblo, al momento declararon la fiebre amarilla.
El día 21 de agosto murieron 6 personas; el día 22, 10; el 23, 9; el 24, 9; el 25, 10, pero muchos enfermos. El día 26 dieron parte los facultativos de 50 enfermos. En este estado dispuso la Junta de sanidad formalizar un lazareto, como en efecto se hizo en un bancal del molino Nuevo, aunque a disgusto del pueblo. Se erigió en dicho lazareto una ermita de madera bien adornada en la que se colocó el Señor y el santo óleo y formaron muchas casas de madera para los enfermos, cuatro para un facultativo, médico, otro cirujano y dos barberos, otras dos para los dos sacerdotes asistentes por orden del Sor. obispo, empezando por los religiosos más modernos. Todo esto así arreglado empezaron a llevarse al lazareto a los pobres necesitados, pues los que podían, quedaban en sus propias casas.
En esta ocasión se divulgó por el pueblo que D. Ramón Miralles daba la carne para los pucheros de los pobres del lazareto, y con esta novedad acudían muchos a su casa, y viendo que era falso, empezaron a murmurar tratándole de traidor; y que lo hacía por sus fines particulares. El día 27 se observó alguna conmoción entre las gentes e injuriando al médico Navarro con palabras y amenazas y diciéndole que no quería mas que la perdición de los pobres, y de parte del pueblo estaba D. José Perpiñán de Cano.
El día 28 hubo 27 óleos y 22 muertos. En dicho día tuvo cabildo extraordinario el Ayuntamiento y decretó hacer una procesión de rogativa, sacando la santa imagen de Nª. Sª. de la Asunción en la mañana siguiente, día 29, se efectuó a las siete de la mañana, a la que asistieron las tres parroquias, las dos comunidades, los oficios, el Ilte. Ayuntamiento, y un inmenso gentío de todas clases. No se oían las letanías y motetes devotos que se cantaban por los muchos lloros de las gentes. Se dio la vuelta general y fue la procesión más devota que se ha visto ni se verá. El día siguiente se publicó un bando por la Junta de sanidad en muchos puntos de la población con los capítulos siguientes:
Primero: Pena de la vida el que ocultase un enfermo y no diera parte a la Sanidad.
2º: Pena de confiscación de bienes a todos los vendedores de cualquier clase que fuere que abandonase el pueblo.
3º: Pena de 40 reales y un mes de cárcel a los que echen aguas sucias y corrompidas en las calles, como también los que saquen estiércol.
4º: 20 reales de multa a los que no barran las calles todos los días y las rociaran por mañana y tarde.
Todas las multas deberán invertirse en gastos de la sanidad.
En este día 30 no murieron más que 12, pero las bárbaras gentes aún seguían ocultando los enfermos. Ya estaba ordenado el lazareto y había cuatro o cinco días que los enfermos pobres los trasladaban allí. En la noche del 30 de agosto llegaron de comisión los dos médicos de Valencia mandados por el señor capitán general, se hospedaron en la Torre del Llano, y fue a cumplimentarles el Ayuntamiento. En aquella misma noche y punto tuvieron una junta con los médicos de esta villa, y vocales de la Junta de sanidad, fue presidida por el Sor. alcalde mayor, y también asistieron los caballeros síndicos del Ayuntamiento. Al día siguiente visitaron el lazareto y enfermos del pueblo, y declararon la epidemia, y acto continuo, se volvieron a Valencia con el mismo coche que vinieron, y el pueblo soez la quería apedrear. Para acallar al pueblo determinaron la suspensión del pueblo, y se tapiaron la boca calle del barrio de Saravia.
También algunos que estaban en cuarentena los mandaron a sus casas. Mas viendo que la enfermedad se propagaba como relámpago por todo el pueblo, tuvo el Ayuntamiento que declarar por bando la epidemia, y entonces todos los pueblos nos acordonaron y siguieron otra vez los enfermos, tanto en las casas, como en el lazareto, donde se llevaron los pobres que no tenían subsistencia, y aseguida sigue la lista de los que iban muriendo en el pueblo y lazareto.
Se advierte que en el día 10 de septiembre, se trasladaron el a[l]barán de molienda en el molino de Traspalacio. La Troneta del agua en el huerto de don Claudio Perpiñán, y la administración de correos, en una de las casas del campo del camino de Orihuela; sigue el número de muertos diarios en el pueblo y lazareto.
Pueblo Lazareto
Setiembre Setiembre
6 12 6 “
7 14 7 “
8 25 8 11
9 30 9 10
10 36 10 12
11 32 11 10
12 39 12 16
13 50 13 6
14 56 14 7
15 46 15 6
16 62 16 14
17 76 17 4
18 72 18 12
19 100 19 13
650 117
En este día finalizaron los muertos del lazareto porque los convalecientes se fueron a sus casas y los enfermos que quedaban se trasladaron al cuartel de Caballería, donde llevaban luego a los enfermos pobres. Allí se dispuso un oratorio muy decente donde todos los días se celebraba misa a los enfermos convalecientes y se administraba el Señor y la extremaunción a los demás. Al mismo tiempo, se abrieron zanjas en el sitio que hoy es cementerio, y enterraban en ellas y en las del molino Nuevo, al lado del primer cementerio. Después de la traslación al cuartel, se deshicieron las casitas y ermita del primero. Durante éste murieron en él dos médicos, tres barberos, un boticario y dos religiosos asistentes. Últimamente, se compraron 18 tahúllas, se hizo cerca al actual cementerio, y fue bendecido por el Dr. D. Domingo Ferrero, vicario foráneo y cura de S. Juan.
En este día 19 se trasladó el Ayuntamiento en el hospicio de S. Antón, y en el pueblo quedó un alcalde pedáneo llamado Gaspar Soler, que vivía en la plazuela de la Calahorra y una Junta auxiliar de los sujetos siguientes: el Dr. D. Domingo Herrero, José García Montana y Antonio Sempere de Ferrer. Siguen los muertos, según el parte diario que se daba a Junta, pues así estaba prevenido por el Ayuntamiento, porque diariamente se daba lista de los muertos al corporal [caporal?] de los sepultureros, porque iban tres carros acarreando muertos.
Setiembre pueblo En el cuartel
Suma anterior: 650 Suma anterior: 117
20 124 20 34
21 102 21 36
22 128 22 30
23 105 23 31
24 107 24 35
25 205 25 10
26 207 26 37
27 206 27 33
28 300 ______
29 420 363
30 208 Desde aquí concluyeron los enfermos de hospital
1º octubre 202 cuando ya estaban todos en sus casas y les alimen-
2º id. 192 taban por cuenta del hospital
_______
3.155
En este día vinieron de Valencia seis médicos porque habían fallecido todos los de esta villa, y entre ellos, un boticario y un sangrador.
En el cuartel, suma anterior 363
En el pueblo, id. id. 3.155
Día 3 180 1º noviembre 5
4 148 2 4
5 52 3 2
6 141 4 3
7 137 5 2
8 129 6 3
9 124 7 4
10 140 8 2
11 139 9 2
12 121 10 4
13 117 11 8
14 119 12 11
15 120 13 5
16 118 14 8
17 119 15 3
18 124 16 2
19 10 17 3
20 13 18 3
21 11 19 1
22 25 20 3
23 14 21 “
24 9 22 “
25 7 23 “
26 6 24 “
27 4 25 “
28 10 26 “
29 8 27 “
30 4
31 2 5.739
En lo sucesivo ya no murieron más de la fiebre amarilla y sólo observaron los médicos enfermedades estacionales, pero sin morir ninguno. El día 28 se dio parte a la Junta superior del reino de no ocurrir novedad alguna; y bajo orden de poner al pueblo en cuarentena, lo que empezó día 1º de diciembre y concluyó el 12 de enero de 1812. Seis días antes de concluir la cuarentena se mandó por la tarde, noche y mañana paseasen el pueblo todos los ganados del término. También por orden de la Junta superior bajaron de Valencia fumigadores e hicieron perfumes en todas las casas de Elche y en las iglesias, uno por mañana y otro por tarde. El día 14 ya hubiese regresado a sus casas los que salieron al campo, y se cantó en Santa María un solemne Te Deum, que no se podía oír de tantos lloros y vivas a la Virgen Santísima.
Para enterradores en todos los tiempos de la epidemia salieron todos los presos de la cárcel, y de 38, sólo quedaron diez.
Los primeros facultativos que vinieron de Valencia murieron todos; y luego la Junta superior volvió a mandar ocho, y de estos, sólo quedaron Ibáñez, Pujol y Capa.
Suma anterior de muertos 5.739
Sacerdotes difuntos
D. Paulino Cortés, cura del Salvador
D. Ginés Vicente, id. de Santa María
Dr. Aznar, residente de Santa María
D. Ramón Agulló, id.
Dr. Conrado, id.
Dr. Granés, id.
Mosén Carlos Guillén, id.
Mosén Beltrán, residente del Salvador
D. Mariano Sanz, id.
D. Diego Cano, id.
D. Blas González, id.
D. Carlos García, id.
D. José Sempere, catedrático de San Miguel
Los dos vicarios de San Juan
Uno del Salvador
Sacristanes y campaneros
Gregorio Pomares, de Santa María
José Pomares, id.
Juan Pomares, id.
Felipe Botí, del Salvador
Martín Alicent, id.
Vicente
16 manchado[re]s de Santa María
Religosos de San José
El presidente
P. Salvador Llofriu
P. Gregorio
P. Miguel Sempere
P. Francisco Caracena
P. Carlos
P. Perco
P. Manuel Coves
P. Micó, misionero
P. conventual
El portero
El mulero
El refitolero y cocinero
Comunidad de la Merced
P. Maestro Viudes
P. Mirambel
Fray Felipe
Monjas
Sor María Concepción Ganga
Sor Bernarda
Dos de obediencia
Padre confesor
Señores del Ayuntamiento
D. Antonio Valero, alcalde 2º
D. Francisco Antonio Esclapez, regidor 2º
D. Fulano Martínez, [regidor] 4º
D. Tomás Aracil, síndico
Simón Oliver, secretario
Alguaciles
Juan Román, mayor
Cinco alguaciles
Francisco Plaza, pregonero
El Negrillo
Facultativos
D. Antonio Bru
D. Diego Navarro
D. José Alamo
D. Francisco Ripoll
D. Francisco Ferreran
D. Juan Sánchez
D. Diego Mirasol
D. José Soriano, boticario
D. José García, id.
Cinco sangradores
Caballeros y abogados
D. Francisco Vidal
D. Antonio Llanos
D. Manuel Llanos
D. Cleto Martín Cortés
D. Joaquín Cortés
D. Pedro Ayres
D. Gaspar Esclapez
Dr. Sansano
D. Nicolás Sanz
D. Franciso Linares
D. administrador de correos
Id. del duque
Nombres particulares de conocidos, cuyo registro se llevaba separado de los demás:
Salvador Agulló, labrador
Antonio Agulló, id.
Salvador Amorós, carretero
Miguel Serra, alpargatero
Miguel Chorro, confitero
Pascual Sánchez, labrador
José Javaloyes, tratante
José Pérez, labrador
Ramón Rizo, jabonero
Joaquín Martínez, labrador
Ginés Bernad, id.
José Bernad, id.
Pedro Valero, id.
Manuel Llofriu de Román
José Martínez, el Cagón
Su hijo Joaquín
Narciso Sánchez, labrador
Gaspar Canals
Esteban Canals
Pascual Fuentes, carpintero
Blas Blasco, id.
Tomás Blasco, id.
Pascual Bru, soltero
Antonio Bru, hermano
Blas González, el Reyet
Manuel Soler, comerciante
José Niñoles
Pedro Tomás
D. José Bernabeu y Gómez
Jerónimo Mollá
Ambrosio Braceli
El de la aduana
Isidro Braceli
José Ramón Gil, mayorazgo
D. Tomás Agulló
Pedro Laiglesia, el Garrud
Vicente Valero
Francisco Pascual, labrador
Vicente Ceva, sastre
Jerónimo Ceva, id.
Ramón Chorro, confitero
Rafael Fuentes, carpintero
José Navarro, arquitecto
José Antón, maestro escuela
Antonio Fontes
Matías Molas
Francisco Beltrán
José Blasco, labrador
D. Pascual Alamo, maestro de latinidad
Bautista Laiglesia, carpintero
Jaime Agulló, labrador
Manuel Vicente, labrador
Miguel Bernabeu, tratante
Ygnacio Llebrés
José Román, chocolatero
Francisco Llofriu, confitero
130 que, no sabiendo los nombres cuando cuenta, sentaban por su apodo. Desde el día 23 de setiembre hasta el 6 de octubre cayó malo el que llevaba el registro; se nombraron dos; mas, el uno no sabía escribir, y en las horas que éste estaba sólo hacía rayas para saber el número de difuntos, los que no estaban incluidos en las anotaciones anteriores, y entre mujeres, hombres y moros[2] de 15 a 20, y en los catorce días ascienden a 20. Por declaraciones y comparecencias, se sabe que en todo el campo y enterrados en los bancales, lo son 113
Suma anterior: 8.033
Total de muertos: 8.146
Son muchísimos los que perecieron en esta terrible epidemia, que con motivo de la confusión y de que eran invadidos por la fiebre los que estaban encargados de los registros, notas y apuntaciones, no se saben más nombres ni apodos y muchas familias perecieron todas sin quedar quien diese razón. Mas la opinión de todas las personas de algún viso que quedaron y el parecer de los facultativos, que dieron a la superioridad, ascienden a cerca de 11.000 almas las que fallecieron.
Gracias a Dios, que se pudo llevar este pequeño diario.
Fin de este tomo]
[1] Aquest text va ser editat i analitzat per nosaltres a l’article «Elx i l’epidemia de febre groga de 1811: presentació i transcripció d'un dietari anònim», La Rella, 24 (2011), p. 65-82.
[2] Segurament, es refereix a xiquets sense batejar.
FUENTE: CASTAÑO I GARCIA, Joan, (Ed.), (2020). Colección de noticias antiguas y modernas pertenecientes a la villa de Elche (1845). Grupo Antón i Ajuntament d´Elx, págs. 267-277.
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