Datos biográficos
Gaspar Maciá Vicente nació el 3 de enero de 1957, circunstancialmente, en el número 7 de la calle Aurora, en el Raval. Fue el mayor de tres hermanos (Joan Antoni, nacido en 1961, y Joaquín, nacido en 1969 y fallecido en accidente de automóvil en 1992, con 23 años). Sus padres, Joaquín y Hortensia (reconvertida en Isabelita por la familia de adopción), tenían una casa en la partida de Daimés, pero por aquel entonces era frecuente que las mujeres vinieran al “poble” a parir por si surgían problemas en el parto y había necesidad de contar con un médico. Los primeros siete años Gaspar los vivió en esta última partida y tuvo un primer maestro, don Joaquín, del que recuerda que no pegaba mucho y que era una escuela unitaria –aún sigue en pie frente al Nugolat– en la que ni se rezaba ni se cantaba el Cara al Sol, cosas muy de agradecer a principios de la década de los sesenta. Su infancia fue la de un chaval en medio del camp d'Elx, con baños estivales cuando el canal de El Progreso llevaba agua. Como tanto él como su hermano mediano estuvieron a punto de ahogarse, la madre dijo que se acabó y que la familia se venía a vivir al pueblo, a una casa cercana a las Graduadas construida por un familiar, el tío Andrés, que era maestro de obras. Gaspar siguió sus estudios en academias como la de Oliver y la Magistral, con profesores como el célebre Pepito Miralles, Antonio Peral o Marcelino Cañadas.
A los 13 años se fue al Instituto La Asunción con profesores como Narciso, Helena, Vicente Castell, Mary Paz, María Ángeles, La Ñata, el tal Sandoval, Carlos de Mingo y Ángel Alcázar, entre otros muchos. Los hubo buenos, que daban hasta el temario y otros menos buenos que lo único que daban era conversación. En 1973, con 16 años, hizo una parada en los estudios (forzada por un par de asignaturas pendientes de dos cursos que le impedían pasar a COU), se puso a trabajar de vendedor y en otras tareas en el horno-panadería de José Díez –padre de su amigo Miguel, Kestutis– entre las siete de la mañana y las dos y media de la tarde. Fueron esos años determinantes en su vocación como amante de la música. Entre la radio de la familia, las películas folclóricas que veía con sus padres en los programas dobles del “Día del Productor” en el cine Paz y los discos de sus primos y conocidos, Gaspar se convirtió en el amigo melómano para todos los que coincidimos con él en el Instituto.
Todos recordamos los hit parade (“Los 20 Más”) que elaboraba en clase entre los años 1970 y 1972 con nuestros votos de lo que escuchábamos entonces. En mi caso, por exceso de beatlemanía, me sugería que me olvidara por un rato de las canciones de Lennon-McCartney y Harrison y apuntara cualquier otra cosa. Gaspar se convirtió así en un precoz crítico musical que se proveía en el kiosco de la calle del Salvador de revistas como Mundo Joven, Disco Express e incluso publicaciones inglesas como Melody Maker y New Musical Express, para cuya rudimentaria comprensión se compró un diccionario de inglés Cuyás y se agenció un curso de inglés por correspondencia (el francés era la lengua extranjera imperante entonces en Secundaria). Su amigo y mentor musical Carlos Morante, ex integrante de los míticos Los Brindis, disc-jockey y director de programas musicales en Radio Elche, le aconsejó para comprarse en Madrid, con el dinero ganado en la panadería, su primer equipo decente de música, en 1973.
Un año antes apareció con su amigo y compañero de pupitre Pepe Martínez Ferrández en Radio Elche para conocer al maestro José María Aguilar, que dirigía el afamado programa musical El Pueblo Más Pop. Le entregaron una selección de noticias musicales, lo que les valió convertirse en colaboradores habituales del programa. Con el tiempo, Gaspar siguió en solitario y acabó también comentado cada semana un nuevo LP (long play de vinilo, para los más jóvenes).
Fue también la música la que ayudó a reunir –y así siguen, transcurrido casi medio siglo– a un grupo de compañeros de estudios y aledaños, que acabaron formando Polseguera, una de las sociedades secretas más conocidas de la ciudad, que celebra una convocatoria navideña anual. El nombre, según parece, vino de un western que vieron varios de ellos en el Gran Teatro. Se ve que alguien dijo “Xè, quina polseguera”, porque ya se sabe que en las películas de americanos e indios siempre había mucho polvo. Cada año, el 28 de diciembre, hacen la compra, cenan en el campo de Gaspar y, por turno riguroso de edad, cada uno de ellos se encarga de seleccionar un CD con la mejor música de los 70 –ya llevan 19 (2019)– para repartir entre los asistentes.
El propio José María Aguilar y su mujer Juani Soler le abrieron las puertas a Gaspar para una ocupación especialmente indicada para él: convertirse en pinchadiscos en la discoteca del camping Bochiot de Santa Pola allá por 1972, ¡con 15 años! y a razón de 250 pesetas por sesión. Gaspar acudía a los éxitos del momento, pero recuerda que los clientes (franceses en su mayoría) lo bailaban todo. Allí disfrutó tres veranos consecutivos, de seis de la tarde a diez de la noche, y acabó saludando al entonces presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, al pasar habitualmente por delante de su casa. Por razones de juventud, era capaz de dar un largo paseo nocturno desde el camping, en las proximidades de Villa Adelaida, hasta Playa Lisa, donde dormía con unos familiares. Del Bochiot se fue a la discoteca Lord Pepe de Crevillent en 1973, gracias a Morante, que a su vez se pasó a La Sabata de Elche. Lo de Crevillent le vino muy bien porque, ya puestos, aprovechó la ocasión para hacerse novia con la que es la mujer de su vida, Leute, y con la que, pasado el tiempo, tuvo a su única hija, Paula.
Dejó la panadería, retomó sus estudios hasta completar el COU y en el curso 1975-76, coincidiendo con el final del dichoso franquismo se fue a la Universidad Autónoma de Barcelona a estudiar la carrera de Periodismo, en aquel entonces Ciencias de la Información, con la idea además de especializarse en la rama de audiovisuales. Tuvo a muy buenos maestros como Miquel de Moragas, Romà Gubern, Miguel Ángel Bastenier, Lluís Bassets e, incluso, el director de la revista ácrata Ajoblanco, Ramón Barnils, que recomendaba leer a Josep Pla y su Quadern gris, por lo bien que escribía, ante el asombro general y no pocas protestas por parte de los alumnos más rojeras y nacionalistas.
Gaspar se convirtió en un asiduo de la mítica sala barcelonesa Zeleste, de la Filmoteca, del Café de la Ópera o del salón de baile La Paloma. Y se hinchó a ver conciertos en directo de grandes figuras (Eric Clapton, Frank Zappa, Iggy Pop, Joan Baez, Jethro Tull, B.B. King, John Mayall, Chuck Berry, Tangerine Dream, la Nueva Trova cubana…) y toda la excelente música catalana de aquellos años (Pau Riba, Gato Pérez, la Orquesta Platería, la Dharma, Lluís Llach, María del Mar Bonet...), además de paisanos como Raimon, Al Tall y Ovidi Montllor.
Durante los veranos, para no incrementar la carga sobre la modesta economía familiar, trabajaba de albañil o de lo que le saliera. Y llegó el verano de 1978, cuando se estrenó como becario, con Avelino Rubio como delegado en Elche, en el diario La Verdad, al que le dedicaría la mayor parte de su vida profesional. De esos primeros contactos con la información local recuerda que una tarde acudió a la Alcaldía a una recepción y cuando le presentaron al alcalde Vicente Quiles, éste le preguntó: “Y tú, de quina família eres?”. Un año después, en noviembre de 1979, Gaspar iniciaba su trayectoria profesional al incorporarse como redactor en la primera delegación del periódico en la ciudad, en la calle Obispo Tormo, que al año siguiente se trasladó a Primo de Rivera (actual Juan Carlos I), frente a las Jesuitinas. Pronto se hizo un avispado periodista todoterreno, que igual seguía la información del recién estrenado Ayuntamiento democrático con Ramón Pastor al frente como se aventuraba en una manifestación o una asamblea sindical, para pasar después a escribir de sanidad, calzado, sucesos, cultura o de los problemas del palmeral.
En esos años fue también corresponsal en la ciudad de Radio Popular de Alicante, así como del semanario El Temps (1983-1985), además de dirigir y presentar programas musicales en Radio SER-Elche (1983-86). Un especial recuerdo para L´Encarnella (1983-84), cocinada clandestinamente en casa de Gaspar junto a otros socios secretos como Gaspar Jaén, Antonio Alberola, Eutiquio Estirado, Manolo Maciá… Absolutamente inolvidable la entrevista a una reina de las fiestas con fotografía de una drag queen ilicitana y un apéndice dedicado al novio punki. La segunda o tercera pregunta del cuestionario era la siguiente: “¿Eres virgen?”.
Circunstancias de la vida propiciaron que en enero de 1986 asumiera un nuevo reto profesional como director del periódico bisemanal Elche, sucesor del semanario Baix Vinalopó (BV), editado por la empresa de Radio Elche. En marzo del año siguiente se pasó al terreno audiovisual, al incorporarse como jefe de informativos y programación a la naciente televisión local TeleElx, donde permaneció hasta 1989. En esa etapa se convirtió en el primer corresponsal en Elche del diario El País (1986-89) y realizó programas musicales en Ràdio 4-RNE Comunitat Valenciana (1989-90). Regresó a su antigua casa, La Verdad, en 1989 como jefe de departamento y delegado en Elche, cometido que desempeñó, con algunos pequeños lapsos (como su etapa de responsable de Comarcas en la redacción de Alicante, en 1991-93) hasta el cierre de las ediciones provinciales del periódico, el 23 de enero de 2017. Desde 2018 es director de la revista municipal Festa d´Elx. En julio de 2022 fue nombrado vocal de la Junta Rectora del Patronat del Misteri d´Elx.
Presidió la Asociación de Informadores de Elche entre 1985 y 1990, y desde 2010 es su vicepresidente.
Fue distinguido en 2002 por el Ateneo Pablo Iglesias “en reconocimiento a su labor por la libertad” durante su trayectoria profesional. En 2004 recibió, en la conmemoración del XXVI aniversario de la Constitución Española, la Placa Honorífica de la Unión Comarcal de UGT-BV “por su defensa de los valores históricos y culturales de nuestro pueblo y de las principales señas de identidad como son el Misteri y el Palmeral”. En 2017, la Sociedad Agraria de Transformación (SAT) San Enrique le reconoció asimismo “por la dedicación que siempre ha tenido por los temas agrarios y de regadío, siendo fiel a sus raíces”. La Sociedad Venida de la Virgen le nombró Caballero Acompañante en las fiestas de 2013. De
Ha escrito o participado en los siguientes libros:
Coordinador y coautor de la “Guía de Alicante” (El País-Aguilar, 1993).
Coautor del libro “Elche, mirada interior” (Ajuntament d'Elx, 1998).
Autor de "Ciudades con encanto. Elche" (El País-Aguilar, 2006).
Coautor del libro “Elche, 1979-2009. 30 años de ayuntamientos democráticos” (Ajuntament d'Elx, 2009).
Autor de “Elche. Guía viajera” (Visitelche, 2013).
Autor de “La Libreta Gris (La otra crónica de Elche: 2008-2017)”, publicado en la colección Carrer del Compte de la Cátedra Pedro Ibarra, nº 7. (Elche, 2017).
Dicho sea con todo el aprecio de quien, felizmente, coincidió con él en el instituto de la Asunción y en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Miguel Ors Montenegro
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