Datos biográficos
José López Botella
Entrevista de Miguel Ors Montenegro (30 de enero de 2025)
"Nací en Elche el 28 de octubre de 1945. Soy hijo de Vicente López Maciá (1902-1985), de los “Carabinos”, de la partida de Daimés y del Derramador y de Gertrudis Botella Ferrández “Truetes” (1910-1997), de la familia conocida como los “Rastoll”. Mi padre fue el pequeño de cuatro hermanos y trabajó en Riegos de Levante hasta el final de la Guerra Civil. Aunque era apolítico, después de la guerra le echaron de la compañía. La familia de mi padre tenía unas 10 tahúllas en Daimés y otras 25 aproximadamente en Derramador. Años después de perder su trabajo, Riegos de Levante le invitó a volver, pero no quiso porque ya había reorganizado su vida como agricultor. Su vida tenía que ver con melones, habas, manzanas y otros productos del campo.
Mi madre procedía del Raval y su padre, se dedicó a cobrar los consorcios como el de la joyería Molina. Mi madre amasaba el pan y las fogasetas y las llevaba al horno del “Petorro”.
Vivimos en la calle Serrano Anguita, muy cerca de la fábrica de Espumosos Soler y mi primera escuela fue la de don Manuel en el carrer dels Arbres, con siete años. Allí estuve dos años y pasé a la escuela de don Honorato, en la calle Alfonso XII, frente a CODESA. A los 9 años, en lugar de a los 10 que era la edad requerida, entré en el Instituto Laboral que estaba junto a FACASA. Hice dos cursos, primero y segundo, con profesores como don Néstor de Matemáticas, don Manuel de Electricidad, Doña Jacinta Gomara de Geografía y don Francisco de Carpintería. En esos años jugábamos al fútbol en el campo que había en el Canal. A los 11 años empecé a ir a la academia Ripollés, propiedad de don José Román y con profesores como don Ramón Miralles, don Ernesto Galiana o doña Teresa. Allí aprendí contabilidad y todo lo relacionado con el trabajo en una oficina. Me examiné de contabilidad en Alicante.
A los 13 años tuve mi primer trabajo, aunque no me dieron de alta por la edad. Fue en 1958 en La Hormera Ilicitana, fábrica de José María Reig, una empresa de cuñas, tacones y hormas de madera. Seríamos unos 30 trabajadores y en la oficina estábamos un contable y yo. Mi primer sueldo fue de 75 pesetas a la semana y me dedicaba a preparar las facturas y los sábados ir a cobrar a las fábricas. También me gustaba trabajar con las máquinas con cepillos para abrillantar las hormas de madera. Allí estuve dos años y mi segunda empresa fue la fábrica de Vicente Crespo Santos, una fábrica de calzado de señora dedicada al mercado nacional. Estaba en la calle Pascual Sempere Mojica, y a los 2 o 3 años nos trasladamos a la calle Vicente Amorós Candela, frente al barrio de La Rata. Allí estuve 5 años, entre 1960 y 1965. A partir de 1965 empezó a vender en Estados Unidos. Cuando empezamos a exportar, la fábrica se quedó pequeña y nos fuimos entonces a la calle Gaspar Quiles Pascual. Recuerdo que fue José Quiles Parreño, de la cerámica Quiles, el que hizo la fábrica. Cerca de cien personas, con mujeres en la envasa y en el aparado y con mucho aparado fuera de la fábrica. Estuvo funcionando bien hasta el año 1970 que tuvo que cerrar. Hubo dos años muy malos, 1970 y 1980. Los años del presidente Carter no fueron buenos para la exportación por la devaluación del dólar que hizo que los precios de los zapatos que se vendían en el mercado estadounidense se incrementaran. Con Reagan, el dólar se apreció y con ello las exportaciones a Estados Unidos lograron ser de nuevo competitivas.
Hice la mili en Alicante, primero en Rabasa y luego en el Regimiento de Infantería San Fernando, frente al Reformatorio de Adultos, durante 17 meses, aunque me hubieran correspondido 20. Estuve en la oficina con el comandante ayudante del coronel. Un compañero de la fábrica en la que trabajaba ya había estado en aquel lugar y me dijo que me presentara allí con un par de zapatos. Conseguí un pase pernocta y como tenía una moto Lambreta me permitió ir y venir todos los días. Llegaba al cuartel a las ocho y media de la mañana. El coronel utilizaba los timbrazos: uno para el cabo, dos para el sargento y tres para el comandante. Comía en casa y por la tarde trabajaba en la fábrica y podía festear con la novia. El coronel me llegó a decir que antes de licenciarme tenía que hacer una guardia, y por supuesto la hice.
En 1965 ya había en Elche varias fábricas que exportaban a Estados Unidos. Por ejemplo, Vicente Pastor Antón que tenía dos fábricas, una llamada Clan SA y la otra Vicente Pastor. Otro fabricante que exportaba a Estados Unidos era Paco Antón “El Cagarnera”, el que compró la casa grande de Asprillas y que le vendería después a Paco Borja. Otros exportadores fueron Antonio Maestre Boj, que tenía la fábrica en la calle Joaquín García Mora, Luis Marco Vidal que tenía dos naves, Miguel Sánchez Ferrández, un fabricante muy antiguo, Manuel Martínez Pastor y otros fabricantes de Petrer.
En 1970 cuando cerró la empresa de Vicente Crespo Santos, comencé a trabajar para Cidón SA de Madrid. Fue la empresa que me dio trabajo hasta mi jubilación en 2010, por lo que estuve 40 años con ellos. Me captaron porque Vicente Crespo trabajaba para ellos y yo tenía mucho contacto con los compradores de Estados Unidos, aunque mi inglés entonces era muy limitado. Mariano Cidón habló con Vicente Crespo, antes de cerrar su fábrica, porque quería que me fuera con él. Yo estaba sin trabajo.
Me casé en 1970, en la iglesia de San José, con María Asunción Sánchez Tormo. Fuimos de luna de miel a Galicia y la primera noche la pasamos en Ávila, en un parador. Fuimos con un Renault 4 L que me había regalado mi padre porque yo le había dicho que quería salir a vender con el muestrario de calzado de Vicente Crespo. Llegué a hacer un viaje con ese coche como representante y vendí unos 4.000 pares, después de 20 días de trabajo. Tuvimos cuatro hijos: María José (1971), Cristina (1972), Susana (1973) y David (1977). Gracias a Dios, pudimos casarnos sin deudas porque además del trabajo con Vicente Crespo tuve algún enchufe que me permitió trabajar a mediodía, aunque fuera una hora. Mi padre ya estaba jubilado y le compré una maquinita para el timbrado de las plantillas de los zapatos. Así él estaba distraído y sacábamos algún dinero. Compré también una máquina para hacer botones forrados y festeando con mi novia en su casa hacíamos los botones. Era normal en la juventud de aquel tiempo de aprovechar cualquier oportunidad. Así nos pudimos casar con el piso pagado, con coche y todo lo que necesitamos. Con esa edad, tienes fuerza para todo.
La empresa Cidón estaba en Madrid, en Gran Vía, 62, y también tenía sede en Oporto. Era propiedad de Mariano Cidón y allí trabajaba también su hermano Rafael. Los dos hablaban inglés perfectamente y yo atendía desde la oficina ubicada en Elda a los compradores, y con un vehículo de la empresa visitábamos las fábricas. Las conversaciones siempre eran en inglés y Rafael me ayudaba a que yo pudiera tomar mis notas. Apuntaba pedidos y muestras. Así estuve desde 1970 hasta 1975 y nunca me dijeron que debía aprender inglés, pero hicieron algo muy acertadamente y es que me llevaron a Estados Unidos, diez días, a San Luis. En esos momentos España estaba muy de moda en el calzado y las empresas estadounidenses ganaban mucho dinero con los zapatos españoles. Así que estábamos muy solicitados y nos sacaban a cenar o nos llevaban a sus casas. En esas cenas, todos hablaban inglés y yo no entendía nada. Encima con el “jet lag” me quedaba medio dormido así que cogía disimuladamente los cubitos pequeños de la bebida y bajo la mesa los apretaba entre las manos para que el frío me mantuviera despierto. Lo pasé tan mal que cuando volví me apunté a un curso intensivo de inglés en Alicante en el Centro de Estudios Superiores de Alicante (CESA), al lado de los Jesuitas. Estuve dos años yendo todos los días con un profesor nativo, por las tardes, cuando terminaba de trabajar, hasta las 21.30 o 22 horas que terminaban las clases. Así logré desenvolverme bien en las conversaciones con los clientes ya que todos los meses teníamos visitas, con ferias o sin ellas. Llegaba a casa a las 22.30 todos los días, durante dos años, de lunes a viernes.
Los hermanos Cidón eran agentes de compra, con clientes en Estados Unidos, Canadá, Inglaterra e Hispanoamérica. A nuestros clientes los llevábamos a las fábricas de Elche, Elda, Petrer, Sax, Monovar... La empresa que más nos compró fue Edison Brothers Stores de San Luis (Missouri) hasta que hicieron suspensión de pagos (chapter eleven en inglés) en 1991. Tenían más de 700 tiendas de calzado. Otros clientes fueron J. C Penney Company, Inc. que era como el Corte Inglés o Steve Madden que son compradores de calzado o bolsos que luego a su vez venden. Había otros buenos clientes. Cuando eran muy importantes los acompañaban los dos hermanos, Mariano y Rafael.
Y empiezo a viajar a partir de 1975 hasta 2010. Cada año hacía cuatro viajes a Nueva York y dos viajes a Las Vegas. En Nueva York tenía dos ferias y en Las Vegas otras dos, una en febrero y otra en agosto. Las ferias europeas que visité fueron las de Dusseldorf, Milán y Bolonia. Las ferias las aprovechábamos para hacer nuevos clientes. Íbamos con maletas muy pesadas. Viajes de diez días y las ferias duraban una semana. Fui también a San Luis. Debí hacer más de cien viajes a Nueva York, siempre al mismo hotel, en la calle 59, el Park Lane, situado frente a Central Park. Como compañeros que hicieran lo mismo que yo citaría a Jerónimo Antón o Juan Ramón Pastor, un hijo de un fabricante de calzado. Teníamos a veces problemas con las aduanas por los adornos que llevaban los zapatos de señora, si era piel de reptil.
Así que por lo mal que yo lo pasé, a todos mis hijos les hice que aprendieran inglés desde muy pequeños. Y también que salieran a estudiar al extranjero, no sólo por aprender otro idioma sino porque siempre les he dicho que era muy importante para su educación conocer otras culturas, otros lugares. Ahora, compruebo orgulloso, cuando escucho a mis nietos hablar idiomas, o cuando me cuentan que viajan por el mundo con tanta soltura, como han seguido esos mismos pasos".
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