Pasar al contenido principal

Lafuente Sansano, Jaime

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
1858
Lugar de nacimiento
Elche
Fecha de muerte
14 de abril de 1899
Lugar de muerte
Elche
Profesión
pintor

LAFUENTE SANSANO, Jaime (Elche, 1858 - 14-IV-1899).  Nació cinco meses después que Pedro Ibarra, en 1858. Su padre, Gregorio Lafuente, era jornalero, su madre se llamaba María Sansano. Siempre oí hablar de un buen pintor, un tal Lafuente del cual se tenían escasísimas noticias, en realidad como de la mayoría de los pintores que hemos visto hasta aquí; pero el caso de Jaime Lafuente tenía su significación porque sobre él sí habían valoraciones artísticas, y muy valoradas, sobre todo del pintor Sixto Marco (1916-2002), que lo consideraba un gran paisajista. Ciertamente lo pude comprobar al conocer su obra, de una calidad lumínica especial gracias al cromatismo restallante, me parece un pintor excelente que se adentraba en la modernidad por pura intuición. Apenas hay datos sobre su personalidad, su biografía, más que ninguna otra, es desesperadamente corta debido, principalmente, a la carencia casi absoluta de fuentes documentales, y al magro recuerdo familiar y de amigos; ya en vida apenas tuvo eco en la prensa local, no obstante el interés despertado en algún medio. Únase a ello la poca obra localizada. Para adentrarme en el personaje me resultaron útiles los breves testimonios escritos de Pedro Ibarra, y pequeñas notas aparecidas en la prensa de Alicante. Luego la memoria histórica, muy fragmentada, de descendientes familiares con recuerdos muy dispersos, y a veces, ni coincidentes. Pero el misterio de su existencia se va desvelando y para empezar, que no es poco, ahí está su obra; y los documentos de su paso por la vida: la partida de nacimiento, y la ya citada Exposición Provincial de Alicante de 1879, a la cual presentó una pintura. Posiblemente también algún escrito suyo, pues escribió un poema titulado A la gloria, y se conserva la primera página de un libro de cuentas que llevaba, propiedad de un sobrino nieto. Años después de fallecido, en 1928, Pedro Ibarra se refería al “incomprensible Lafuente, tambien merecedor de un recuerdo, es interesante lo que escribe en El Ilicitano, pues alude a dibujos suyos que tiene en su colección. ¿Mantuvo algún tipo de relación con Mariano Antón y Pedro Ibarra?. Seguramente, pues ahí está el recuerdo de Pedro Ibarra, y también la participación conjunta en el mismo lienzo (pintando motivos distintos), como sana diversión, en casa de la familia López Martínez; aquí Lafuente ejecutó una Dama con abanico. ¿Fue autodidacta?, ¿acudió a la Academia de Dibujo de Aureliano Ibarra?. Todo el mundo coincide en que de joven sintió afición por la pintura, por lo cual viajó a Valencia para estudiar Bellas Artes; una nieta sobrina del pintor, Salvadora Castaño, me dijo que estuvo algunos años en la capital valenciana, manteniéndose económicamente con la venta de sus cuadros, dato que me parece de gran interés. Seguimos la pista en el año 1879, en la Exposición Provincial de Bellas Artes, es el único dato disponible sobre su actividad pública; y lo sabemos por El Graduador de Alicante del mes de agosto, que dice que el pintor presentó El mal estudiante, del agrado del público y que tuvo elogios: “cuadro elogiado unanimamente por su habil cuanto dificil ejecución, y sobre todo por su buen colorido”. La pintura obtuvo un Diploma de Segunda Clase. De las exposiciones realizadas ésta fue bastante importante, anteriormente hubieron dos, y luego se hicieron otras dos. Esta distinción supondría una buena dosis de ánimo, nada menos elogiado por la crítica, y en los premios quedó en segundo lugar detrás de Mariano Antón con su armero medieval, y al mismo nivel que Pedro Ibarra con el sacerdote y un anciano padre en una sacristía. Los tres tenían ambiciones, estudiar arte, y cómo no, ver nuevas obras de arte y otros modos de entender la pintura. Para Jaime Lafuente el porvenir no se presentaba mal; abrigó esperanzas de ir a París, destino que empezaba a ser solicitado por los artistas anhelantes de conocer el nuevos realismo. Según la familia, tenía pensado exponer allí, pero no acudió a esa cita que hubiera sido tan importante en su trayectoria. La preferencia por París (si el dato fuera cierto) manifiesta el interés que tenía por los cambios producidos en el arte y las innovaciones técnicas y temáticas experimentadas en aquella época, fundamentalmente en la capital francesa. Y si la preferencia de la ciudad elegida no es suficiente basta ver sus paisajes para darse cuenta de ello. A París sí fue Pedro Ibarra, seguramente por la época en que hubiera marchado Jaime Lafuente; queda pendiente saber si ambos se conocieron y llegaron a conversar sobre temas de arte. Se entiende que Pedro Ibarra eligiera París ya que al estudiar en Barcelona vivía aquella atmósfera inquieta y vanguardista; el mérito de Jaime Lafuente hay que valorarlo aparte y como se merece, pues no había salido de su ciudad, excepto el viaje a Valencia. No todo es silencio en torno a la personalidad de Jaime Lafuente, otro pintor, mucho más joven, y que lo admiraba incondicionalmente fue Francisco Rodríguez Clement, el cual acudía a su estudio para ver sus pinturas; a Lafuente le molestaba que lo miraran cuando pintaba, pues quería estar solo, no toleraba que lo vieran con los pinceles en la mano. Sobre la peculiaridad de su carácter hay una anécdota que me contó Dª Salvadora Castaño. En Elche existían dos teatros, el Llorente, construido primero (en la actualidad desaparecido), y el Kursaal, en lo que hoy es el rehabilitado Gran Teatro; tenían una doble funcionalidad, acogían a los espectáculos de variedades y servían para la proyecto de películas. Ocurrió que en cierta ocasión el responsable del teatro Llorente le encargó la decoración del telón de su escenario, Jaime Lafuente ejecutó su trabajo y el día del estreno, en el que aparecía su pintura coincidiendo con la puesta en escena de una obra teatral, la gente una vez finalizado el espectáculo, aplaudió entusiasmada; y en este detalle entra la leyenda, pues la gran sorpresa de la velada fue, entender, que al público le agradó mucho más la decoración del telón que la representación de los actores, o al menos quisieron, con esa muestra de efusión, homenajear a su pintor. Aquella inesperada situación reclamaba la presencia del artista en el escenario, pero creyendo que se burlaban de él, se marchó a casa y esa misma noche comenzó a destruir su obra. Este hecho resulta sorprendente, difícil de creer. No obstante la destrucción de sus pinturas (unos dicen que la quemó, otros que utilizó una navaja) es un episodio extendido entre las pocas personas de los conocidos, ¿qué le motivó a este impulso destructor?, es otro enigma que no se puede responder. Lo cierto es que la obra que conocemos, de momento, es la que hay en su totalidad. Fuera por el motivo que fuese, aquella reacción manifiesta o bien enfermizo carácter (no tenía motivos negativos para destruir), o bien el proceso de una salud quebradiza, que derivó a una situación dramática. Se dice que desde entonces, comenzó a vivir en la más absoluta inanición, sentado permanentemente en una silla; perdió sus ganas de vivir y sus inquietudes artísticas, este gran pintor, “incomprensible Lafuente”. Permaneció durante unos nueve años inane, cuidado por la hermana mayor ya que los padres habían fallecido. Ante el deterioro físico se le trasladó a una casa de enfermos mentales que había en Elda, donde seguramente falleció. La fecha de su muerte, según un sobrino nieto, D. Antonio Lafuente, ocurrió el 14 de abril de 1899. Practicó el dibujo con soltura, al igual que sus compañeros; pero en él destacan la delicadeza y la apariencia frágil de los volúmenes. Pedro Ibarra tenía dibujos suyos, que formaban parte de su colección, pero estos dibujos no se han encontrado entre los numerosos objetos que donó al Ayuntamiento. En la actualidad existe una carpeta con láminas de dibujos, perteneciente a un familiar lejano. Poseía gran habilidad de ejecución, y una mirada distinta para captar las cosas, un artista realista como los de su generación, pero desde un intimismo muy fuerte que irradia hacia el exterior. Estas características se ven mejor en su pintura. Cuya técnica es excelente y sin salirse de la pincelada convencional logra iluminar todo el lienzo, y luego, un sincero sentimiento hacia la naturaleza. Pedro Ibarra es el que se halla más próximo a él con los Paisajes de los años ochenta. Esta probable proximidad por inquietudes semejantes me hace pensar que se conocieron y que hablarían de las innovaciones artísticas, y de los efectos potenciales al utilizar los colores primarios independientemente. Hizo figuras y paisajes; de las composiciones con figuras apenas hay obra. En cuanto a los paisajes constituyen lo mejor de su trabajo, sobrepasando fronteras; supo captar el concepto moderno en la aplicación del color, por intuición, supongo, pues a su alrededor no había nada semejante, unido todo ello a la fidelidad hacia la naturaleza. De su entorno, fue el que mejor intuyó las técnicas y los modelos que el nuevo arte iba imponiendo, quizás Pedro Ibarra podía haber hecho una cosa igual. No conoció originalmente el Impresionismo, ya le hubiera gustado, y su viaje a Paris era la necesidad de estar conectado a los constantes cambios que se estaban produciendo. También a él le interesaba la incidencia de la luz diurna en la naturaleza, los cambiantes efectos cromáticos que supone. La pincelada de Lafuente sin ser absolutamente suelta, es vibrante y luminosa, demostrando, su sensibilidad de artista, una manera distinta de reflejar las cosas. Su impresionismo está más cerca de Monet que de Cézanne, por la sensación que da el cromatismo que se hace y deshace, si bien mantuvo una constante fidelidad por la figuración y la pincelada matizada. Para mí en sus paisajes se crea el espacio mediante la captación de la luz, deja así una instantánea del tiempo reflejada en el lienzo; ciertamente, las palmeras, las casas de campo, el horizonte, siempre se habían pintado, lo que resultaba distinto era recoger la claridad estallante del sol, el tiempo en sus diferentes momentos. Por eso creo que partiendo de su pintura, el paisaje ilicitano cobra un nuevo protagonismo. Sorprendentemente fue un adelantado, aunque su extraña personalidad no haya permitido una mayor proyección de su obra. La peculiar configuración del paisaje ilicitano, tan plástica, ya aparece en pinturas anteriores, pero es Jaime Lafuente quien le da un estilo más definido. Desde luego, la unión entre ciudad y naturaleza, es una de las personalidades del pueblo ilicitano, cuyo paisaje queda netamente perfilado en la silueta oriental de sus oasis de palmeras y el urbanismo más moderno de sus calles; en la retina se funde la cúpula de Santa María, enorme y azul, con el boscoso verde palmeral, y, cercándolo, el exhausto río Vinalopó que avanza como puede por el amplio cauce urbano. Esa misma unión es la que veo en su pintura. Una mirada profunda al entorno, como interrogándose sobre el designio misterioso de la creación.

OB RA

Desnudo,  hacia 1875

Carboncillo/papel

Firmado

Copia de una estatua antigua, de su etapa de aprendizaje.

Cabeza de Laoconte,  hacia 1875

Carboncillo/papel

Sin firmar

Lafuente se ejercitó con estos dibujos clásicos, copias de láminas o de reproducciones. No sabemos si estos ejercicios los realizó en Valencia.

Representa la cabeza de Laoconte perteneciente al famoso grupo escultórico en mármol de la época helenista, en el museo Pio Clementino de Roma.

Pies, hacia 1875

Lápiz/papel

Sin firmar

Cabeza de niño,  hacia 1875

Lápiz/papel

Sin firmar

Cabeza de joven,  hacia 1875

Lápiz/papel

Sin firmar

Hombre desnudo,  hacia 1875

Lápiz/papel

Sin firmar

Representa un hombre desnudo apoyado indolentemente en un pilar. El dibujo carece del idealismo propio de la pose clásica que pretende representar, hay por ejemplo detalles realistas en el cuerpo y el rostro, como si se tratara del retrato de algún modelo.

Camino de Elche,  1878

Ol/l   33 x 97

Firmado bajo derecha: “Lafuente / 1.878”

Colección particular,  Elche

El apellido va rubricado con línea, es la única pintura conocida que lleva fecha. Amplia perspectiva de la ciudad de Elche, de colores claros y luminosos. En este aspecto Lafuente fue un verdadero adelantado de la pintura dentro del ambiente pictórico que le rodeaba.

Utilizó una gama cromática pura y a veces, una pincelada suelta y algo matérica, algo que no era la norma entre nuestros pintores. Tampoco era frecuente el tema del paisaje y mucho menos con el exclusivo protagonismo que Jaime Lafuente le dio.

Rambla del Vinalopó,  hacia 1878

Ol/tabla   17 x 27

Firmado bajo izquierda: “Lafuente”

Colección particular, Elche 

El apellido va rubricado con línea. Vemos la rambla seca del río Vinalopó, a su paso por Elche. Al fondo y a la derecha la torre almenada del Palacio de Altamira, del siglo XV.

Nuevamente colores luminosos y muy claros, verdes puros, y cierta pastosidad de pincelada aunque matizada. La pintura no se encuentra en buenas condiciones de conservación pues una mancha amarillenta preside todo el centro del cuadro.

Mal estudiante,  1879, óleo / lienzo, 50 x 75. Sin firmar. Colección particular,  Elche.

Es el cuadro presentado a la Exposición Artística e Industrial de Alicante, le correspondió un Diploma de Segunda Clase. Un muchacho muy joven, pudiera ser su hermano, está recostado escribiendo, cubierta la cabeza con una especie de montera hecha de papel de periódico, se ve que es El Imparcial.  Del comentario de El Graduador, antes citado, leemos: “El Sr. Fuentes presenta su estudiante desaplicado, cuadro elogiado unanimamente por su habil cuanto dificil ejecución, y sobre todo por su buen colorido: algunos defectos de corrección hacen que este cuadro no deba colocarse al lado de los mejores del certamen. El Sr. Fuentes revela en su “estudiante”, que ha formado su gusto en la buena escuela de los artistas clásicos españoles”.

Antiguo molino de Ferrández,   hacia 1880, óleo / lienzo, 70 x 92. Sin firmar. Colección particular,  Elche.

Paisaje de Elche entre rural e industrializado, se ven los trabajos del tinte realizados en el Molino. A la izquierda, cazadores; mas allá, apenas visible, una tartana iniciando la subida al Molino. Los rostros de las gentes son manchas de color.

La luz del sol proyectada desde la derecha da un extraordinario efecto de claros y sombras. Hace pensar que Lafuente pone en práctica las búsquedas lumínicas ya iniciadas en toda esta época.

Panorámica de Elche,  hacia 1882, óleo / lienzo, 40 x 82. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular,  Elche.

Amplia vista del campo y de la ciudad de Elche desde el camino del cementerio, en una perspectiva de “gran angular”; pincelada más suelta y el color más luminoso.

Panorámica de Elche,  hacia 1884, óleo / lienzo, 43 x 83. Firmado abajo: “J. Lafuente”. Colección particular,  Elche.

Otra versión para la misma vista, aquí hay otros toques de color para las nubes, dando mayor protagonismo a la atmósfera; realizando el mismo tema, le ha interesado el efecto cambiante de la luz en las diferentes horas del día.

Hermana del pintor,  hacia 1886, óleo / lienzo, 80 x 120. Sin firmar. Colección particular,  Elche.

Patio con macetas y plantas de enredadera colgando desde arriba, colores vivos y bien estructurados. Según la familia, esta fue una de las pinturas prácticamente destruida por el pintor; posteriormente se restauró.  

Mujer con abanico, hacia 1886, óleo / lienzo. Firmado: “Lafuente”.

Pintó esta mujer con abanico en el lienzo de la familia del doctor D. Julio Mª López Orozco, en el cual participaron, como se ha dicho, otros pintores.

Huerto de Don Juan,  hacia 1889, óleo / lienzo, 80  x 58. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular,  Elche.

Típico paisaje con casa labriega; empieza a pintar las palmeras y el campo ilicitano con dominio de la composición y de los colores.

Casa de huerto, hacia 1889, óleo / lienzo, 16 x 25. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular, Elche.

Pinceladas de color puro, muy sueltas y vibrantes. La gama de verdes da una atmósfera especial, su estilo personal, de evidente maestría, se consolida en estos últimos paisajes.

La torreta, hacia 1889, óleo / tabla, 28 x 18. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular,  Elche.

Técnicamente de similares características a los paisajes que estamos viendo, si cabe, la composición más suelta y gama cromática más vibrante.

Paisaje con palmera, hacia 1889, óleo / lienzo, 26 x 17. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular,  Elche.

Despacho del marqués de Lendínez, hacia 1890, óleo / lienzo, 40 x 78. Firmado abajo: “Lafuente”. Colección particular, Elche.

Se dice que fue la última que pintó, posiblemente inacabada. Si realmente fuera así, sorprende un poco que trate un tema de interiores.

FUENTE: Vicenta Pastor Ibáñez (2000), De la tradición a la modernidad. Los orígenes de la pintura moderna en Elche.Universidad de Alicante, Alicante. 

Comments

Añadir nuevo comentario

Texto sin formato

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.