Datos biográficos
PROYECTO VÍBORA ll (2014)
Corría el año 2014. Una exalumna del taller de pintura de la Asociación Lucentum de Elche, Luz Gómez, me invitaba a formar parte de una comisión de emprendedores que se reunía puntualmente en el Centro de Congresos para analizar y reflexionar sobre el mejor desarrollo y buena imagen de la ciudad. Yo, como artista, formaría parte de la mesa de “Embellecimiento” o algo así. En mi primera intervención aboqué el carro de volver a pintar el río, después de 23 años, y el enorme impacto turístico que ello suponía. Todos los contertulios se miraron asombrados y como si acabaran de descubrir un tesoro que la simple cotidianidad les había impedido ver. Luz Gómez tomaba notas.
En reuniones posteriores me presentaron al que parecía ser el jefe de aquellas convocatorias, el concejal de Empresa y Empleo Luis Ángel Mateo. Hablamos del Proyecto Víbora y de las excelentes condiciones para volver a pintar el río, dadas mis buenas relaciones con los artistas urbanos de la ciudad a raíz de los trabajos de campo compartidos con ellos desde el año 2002 en la preparación de mi tesis sobre el grafiti en Elche. Y lo desaprovechados que los teníamos, pues eran de lo mejorcito del panorama nacional e internacional. Aquello caló y se comenzó a hacer un inventario de las medianeras y tapias de la ciudad disponibles para ser intervenidas. Llegando a realizarse algunas actuaciones puntuales en el casco histórico.
La idea de volver a pintar el río había prendido en el Ayuntamiento y cada vez que me encontraba con Pablo Ruz, el coordinador de Cultura, me aseguraba de que antes de acabarse la presente legislatura pintaríamos el río. Luz Gómez nos confesaba que la alcaldesa, Mercedes Alonso, estaba enamorada del Proyecto Víbora II desde el primer momento que le llegó la noticia.
Los artistas organizadores del Proyecto Víbora II queríamos que nuestro trabajo colectivo fuese otra vez un regalo completo a la ciudad, como conseguimos en el primer Proyecto Víbora de 1991. En esta ocasión contábamos con el grupo ilicitano de artistas urbanos “Pornostars” y su amplio círculo de influencias como plato fuerte del Proyecto. También acudirían algunos artistas desde Dinamarca, participantes o no en el primer Proyecto Víbora. Y se invitaba a todo el mundo.
Hablamos enseguida con Pepe Agulló, el de Pinturas El Peix, confiados en que sus proveedores, como en el primer Víbora, regalarían los pigmentos y resinas para la fabricación de las pinturas. Pero pasaba el tiempo y todo eran largas… Otra de las soluciones era el micromecenazgo, cada mecenas podría costear un trozo de mural y ya está.
El caso es que, a escasos días del plazo previsto para pintar la segunda Víbora, del 1 al 8 de agosto, todavía nos encontrábamos sin los materiales para fabricar la pintura y sin tiempo suficiente para gestionar el mecenazgo local. Así las cosas, Pepe el del Peix ponía encima de la mesa del Ayuntamiento la cruda realidad: si no disponía ¡ya! del dinero para pagar a sus proveedores los pigmentos, resinas, etcétera, no podría fabricar la pintura para el Proyecto Víbora II.
El dinero de una partida traspapelada por los cajones del Ayuntamiento es el que se entregó en seguida al abnegado Pepe para comenzar a fabricar los colores de una vez por todas. Una pintura hecha a medida que no fuese perjudicial para el medio ambiente.
Con este desolador imprevisto de no tener subvencionada la pintura, el Proyecto Víbora II se quedaba bajo mínimos. Todo se confabulaba para una proeza épica. Los componentes del Equipo Víbora (María José, Nuria, Anaís, Antonio, Juan…) repartían credenciales, indicaban parcelas, consultaban diseños, entregaban pintura…con el móvil siempre pegado a la oreja recibiendo soluciones de la supercomisaria Luz Gómez. Terminada la jornada laboral de los funcionarios, todo quedaba en manos del voluntariado. El horario de la Recepción Víbora era de 8:00 a 12:00 horas y de 18:00 a 23:00 horas.
El Ayuntamiento había encargado a un informático la creación del cartel del Proyecto Víbora II y una página web para que se inscribieran todos los artistas que desearan participar y presentaran sus diseños. A tenor de tantas peticiones, el suelo de cemento se dividió en 147 parcelas, de 14 x 14 metros aproximadamente, con una media de diez colaboradores o asistentes por parcela.
Junto con el kit básico de materiales de trabajo se repartió una “Guía del artista” con información e instrucciones de actuación: “La organización quiere destacar que la filosofía del evento es la creación de una extraordinaria pieza de arte urbano, a través del disfrute y la colaboración mutua entre los artistas, así como con el resto de vecinos de Elche, a quienes invitamos a participar como voluntarios con la organización y la obra, acudiendo a la ‘recepción de la Víbora’. ¡Felicidades por participar en este evento único de creatividad, convivencia y generosidad!”
Artistas y colaboradores trabajando al mismo tiempo proporcionaban desde los puentes del río uno de los espectáculos más bellos que jamás habíamos presenciado en la ciudad. Los turistas lo filmaban con fervor y se lo llevaban para casa como recuerdo de algo increíble. Habían presenciado in situ un lugar artístico en plena erupción. Elche ya formaba parte de las ciudades más implicadas en el arte urbano.
La gran hazaña de cambiarle la piel a la Víbora fue ardua de verdad: la pintura presupuestada según el primer Proyecto Víbora, diez toneladas, se gastó enseguida en las primeras labores de fondeo y los artistas no podían continuar su trabajo.
La realidad era la que era: muchos de los participantes eran expertos en pintarse la casa, acostumbrados a pegar hasta tres capas de pintura a las paredes. En cambio, los muralistas de la primera Víbora tan sólo habían dado una mano de pintura para fondear y bastante aguada… Todo se desbarató. Menos mal que la Alcaldesa estuvo al loro y puso pronto al Peix a fabricar colores día y noche hasta que la Víbora estuviese terminada.
La pintura recién hecha llegaba al Punto Víbora en cuentagotas y eso era desesperante para los artistas. Se hacían colas inmensas para conseguir los colores y todavía los tenían que compartir con los responsables de las parcelas vecinas…Santa paciencia.
Se amplió el plazo para terminar la culebra. Y la serenidad fue convirtiendo lo que iba a ser una simple experiencia artística en otra más bonita de “convivencia y generosidad”. Allí se hicieron buenas amistades. Se fabricaron seis toneladas de pintura más y ya está.
El nuevo endeudamiento del Ayuntamiento con El Peix haría que los artistas venidos de fuera tuvieran una estancia de lo más espartana tanto en la comida como en la pernocta, y ningún agasajo turístico. Nada que ver con la primera Víbora. Pero la nueva obra colectiva, con la comprensión de todos, se había llevado a cabo. Y eso era un triunfo descomunal. Mientras, la gente paseaba feliz y orgullosa por las orillas del río ajena a todo lo sucedido.
La diferencia más grande entre una serpiente y otra, con una separación temporal de 23 años, será la mayor intervención de artistas jóvenes en el Proyecto Víbora II y la espontánea colaboración ciudadana en la realización del mural. Menos miedo a estas cosas del arte.
Todo el proceso de cambio de la Víbora se ha captado en múltiples vídeos profesionales y particulares, así como en álbumes digitales, constituyendo un fondo documental difícil de catalogar. Ilicitanos y turistas guardamos esos días de creatividad sin límites como oro en paño. La nueva culebra mediría 2.700 metros de largo por 14 de ancho.
El 8 de febrero de 2015, en la sala La Nau del Centro Cultural l’Escorxador de Elche, El Ayuntamiento organizó una espléndida exposición memorial, coordinada por el concejal de Cultura David López, con los bocetos de las piezas pintadas en el cauce del río, fotografías y vídeos del proceso de realización, y otros documentos como apuntes del río Vinalopó cedidos por los dibujantes de Cuadernos Viajeros, en claro homenaje a todo el Proyecto Víbora II.
“Esta exposición nace con una clara finalidad: el agradecimiento. Queremos dar las gracias a todos los que habéis hecho posible esta nueva edición, a tantos ilicitanos que, en los días más cálidos del pasado mes de agosto, hicisteis posible, hicisteis realidad un nuevo Proyecto Víbora: haciendo cultura para todos, haciendo ciudad, haciendo de Elche un referente, una comunidad mejor y más participativa.” (Mercedes Alonso García, alcaldesa de Elche y Pablo Ruz Villanueva, coordinador de Cultura).
Juan Llorens Alonso. Elche, junio de 2024
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