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García Javaloyes, Rogelio

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
19 de abril de 1906
Lugar de nacimiento
Elche
Fecha de muerte
8 de febrero de 1985
Lugar de muerte
Elche
Profesión
Zapatero
Militancia
PSOE y UGT

GARCÍA JAVALOYES, Rogelio (Elche, 19-IV-1906 - 8-II-1985).

"Hijo de Antonio García García y de María Javaloyes García. Casó con Francisca García Manchón, el 24 de Julio de 1932. El matrimonio tuvo dos hijos: Antonio y María Teresa García García. Zapatero de profesión, en su juventud formó parte de un grupo que interpretaba música de cuerda y actuaba amenizando festejos en Elche y pueblos cercanos. La bandurria era el instrumento usado por Regelio. Militó en el Partido Socialista (inicialmente afiliado en las Juventudes Socialistas), el 7 de diciembre de 1936  y fue  nombrado representante en las Milicias Antifascistas por la Agrupación de Elche. Se alistó voluntario en el Batallón de Elche y marchó a Madrid a defender la República en esa guerra injusta promovida por un levantamiento militar contra el gobierno legítimamente constituido tras unas elecciones democráticas.  Resultó herido por metralla y perdió el ojo derecho. Tras pasar por el Hospital Militar de Valencia, el 11 de junio de 1937 fue declarado “apto para servicios auxiliares  y licenciado en calidad de mutilado de guerra". Regresó a Elche y  el 19 de agosto de 1938 fue destinado a servicios auxiliares, en concepto de agregado, a la Compañía de Intendencia en el destacamento de Almoradí (Alicante), a cuyo destino se incorporó el 25 del mismo mes. Finalizando la contienda y buscando, como muchos otros, poder huir de la  persecución feroz de las tropas franquistas así como de la represión que estaban sufriendo los combatientes del bando republicano, junto a gran número de personas concentradas en el puerto de Alicante entre quienes se encontraban familias enteras, se dispuso a embarcar en alguno de los barcos que, con distintas banderas, estaban embarcando a cuantos podían hacerlo para ser trasladados a un exilio incierto y desesperado, como único recurso para salvar sus vidas que creían en inminente peligro. El barco carbonero Stanbrook, de bandera inglesa, fue el último que se arriesgó a recoger cuantos pudo de aquellos desesperados y tratar de romper el cerco de los barcos de guerra del bando ganador. Rogelio (según se desprende de sus comentarios en familia) consiguió una de esas plazas y en un barco abarrotado de gente, más de las que pareciera posible pudieran caber, partió hacia un destino desconocido (en principio pensaban que sería rumbo a México) y que derivó a la costa africana. La noticia de que en el barco se encontraba gente con una enfermedad infecciosa, difundida desde los mandos del Ejército Nacional, obligó su arribo al puerto de Orán, en la Argelia francesa, donde fue puesto en cuarentena. Una vez que las autoridades sanitarias comprobaron la falsedad de la noticia y dada la precariedad en que se encontraban los embarcados, consiguieron de las autoridades pertinentes un permiso para desembarcar y ser internados en un campo de concentración donde esperar una solución digna para aquellas personas.  La solución, parcial, consistió en que quienes tuvieran familiares residentes en Argelia pudieran ser reclamados bajo la responsabilidad de parientes habitantes en aquél país y acogidos por éstos tras abandonar el campo de concentración. Muchas familias afincadas en aquella zona se brindaron para acoger parientes con la consiguiente justificación. José Román, de nacionalidad francesa (descendiente de españoles y con familiares en Elche), residente en la Ciudad de Orán, reclamó a un primo  que se encontraba allí concentrado y éste, que era íntimo amigo de Rogelio, le pidió que lo reclamara a él también. Bajo el argumento de que Rogelio era hermano del reclamante y aunque los apellidos Román y García no acreditaban el parentesco, justificaron tal anomalía aduciendo (con imaginación) que eran hermanos de madre y distinto padre (como es sabido en Francia se adquiere solo el apellido del padre y la mujer pierde su apellido de familia al casarse). Allí se estableció como “artesano remendón de calzado” habitando como inquilino en una habitación propiedad de una señora viuda de un español, Madame Callejón. Aquella fue como una nueva familia, o sensación recuperada, hasta la llegada de su madre y sus dos hijos. El 26 de marzo de 1948 recibió un telegrama en el que un familiar le comunicaba la triste noticia del fallecimiento de su esposa, y unos meses más tarde pudo abrazar a su madre así como a sus dos hijos que, tan pronto pudieron conseguir la documentación precisa, se reunieron con él en Orán. El 17 de enero de 1957 murió su hijo Antonio, de 23 años de edad, asesinado en un acto de terrorismo de los muchos que se producían como consecuencia de la actuación violenta del FLN (Frente de Liberación Nacional) que luchaba por la independencia de Argelia,  entonces colonia francesa. Regresó a España a finales del año de 1961 con motivo del nacimiento de su primera nieta. Su regreso no fue fácil. Durante varios años estuvo visitando el Consulado de España en Orán, tras solicitar su pasaporte con intención, en principio,  de su posible regreso temporal a España para ver a su familia.  En todas sus visitas al Consulado obtenía como respuesta que “su solicitud estaba cursada a Madrid y pendiente del correspondiente informe”. Dado el hecho del casamiento de su hija, que estableció su domicilio en Elche con su esposo y que su yerno era empleado de una Notaría (lo que suponía estar bien relacionado con las autoridades y la posibilidad de realizar alguna gestión con el fin de averiguar la dificultad que mantenía paralizada la expedición de ese esperado pasaporte), informó a su hija y yerno de la situación para que hicieran las oportunas gestiones respecto a su solicitud de pasaporte. El yerno, recurrió al entonces Registrador de la Propiedad  de Elche (persona muy influyente en los medios políticos y administrativos de Madrid) a quien pidió el favor de averiguar cuál era la situación. A tal efecto se le aportaron los datos de la fecha y número de valija diplomática en que  fueron enviados los documentos a Madrid, cuyos datos había recabado Rogelio en el Consulado. Al parecer, los documentos estuvieron retenidos (olvidados) durante años en una oficina de la Policía Político-social, encargada de emitir el informe político “necesario”. Ese expediente estuvo metido en un cajón con informe (de Falange Española) de que el solicitante era un “rojo peligroso”. Salvado ese escollo, el expediente siguió los trámites ordinarios y remitida la documentación al Consulado de Orán con informe favorable, obtuvo Rogelio su ansiado pasaporte y pudo viajar a Elche a conocer a su recién nacida nieta. Llegó a Elche con un visado consular para quince días de estancia y con la recomendación de que tan pronto llegara se presentara en la comisaría de la Policía Político-social para informar sobre su llegada, el domicilio en que iba a residir y el día de su regreso a Orán. En el momento en que llegó y fue recibido en el aeropuerto, en Alicante, insistió en que lo primero que había que hacer era personarse en la Comisaría de Elche para cumplir la recomendación recibida en el Consulado. Su yerno conocía al Comisario. Le llamó por teléfono para concertar la entrevista y el Comisario le respondió que fueran sin prisas cuando les resultara cómodo ya que estando en su domicilio no había ningún problema. No obstante, ante la insistencia e inquietud de Rogelio, el día siguiente se personó, acompañado de su yerno, en la Comisaría y fue recibido por el Comisario Jefe de la Policía Político-social, el cual los recibió con suma amabilidad, dándole la enhorabuena por su regreso y deseándole una feliz estancia en Elche. Ante el compromiso manifestado por Rogelio de que se volvería a presentar para comunicar su vuelta a Orán respetando el plazo de estancia autorizado, el Comisario manifestó que eso no era necesario dado que iba a permanecer en el domicilio de su yerno, persona muy conocida, y bastaría con que lo comunicara mediante llamada telefónica. Tras el periodo de quince días  de estancia en Elche volvió a viajar  a Orán, sin una idea fijada de regresar definitivamente a España, ya que en aquella ciudad tenía su hogar y su negocio así como la tumba de su hijo. Pero los acontecimientos se precipitaron. La no declarada guerra de liberación adquirió proporciones de extremo peligro para los europeos residentes en Argelia. Se agravaron los actos de violencia y la estancia en Orán suponía asumir un enorme riesgo para Rogelio, especialmente por la zona en que estaba situada su vivienda y negocio, separados por una calle de un barrio habitado íntegramente por nativos árabes. Los europeos, aun los que eran argelinos de nacimiento, así como sus viviendas y  negocios, eran atacados por los insurrectos. La policía y el ejército resultaban impotentes para asegurar su protección. La independencia de Argelia se tenía ya como un hecho irreversible y la salida masiva de franceses colapsaba el aeropuerto de Orán. A principios del mes de Junio de 1962, Rogelio decidió regresar temporalmente a España hasta que la situación se normalizara.  Pero se daba la circunstancia de un peligro añadido: La OAS (organización paramilitar contra la independencia de argelina) actuaba con gran crueldad en atentados violentos contra los europeos que pretendían abandonar Argelia. Con mucha discreción, guardó su coche (un Citröen 2/CV) en el garaje de una gran empresa en la que trabajaba un vecino. Cerró su negocio y vivienda. Y en la madrugada de un día aciago cargó sobre su espalda un ligero petate de cuero, que él mismo confeccionó, en el que introdujo los pocos documentos que poseía así como la mínima ropa necesaria para el viaje y disimuladamente fue transportado por el vecino que, en su trayecto al trabajo, lo dejó en el lugar donde se iniciaba el camino que conducía a la entrada del edificio del aeropuerto. Andando y observando gran cantidad de automóviles abandonados en mitad del campo a ambos lados del camino, llegó a la recepción de un aeropuerto saturado de gentes que pretendían salir con  destino a Europa. Tras una larga espera de un día y una noche, interminables, durmiendo en el suelo y alimentándose de bocadillos adquiridos en la cafetería de aquél lugar, consiguió adquirir un billete que le dio acceso a un avión con destino a Marsella para posteriormente en tren trasladarse a España y llegar a Elche. Fue un viaje “dantesco”, sin poder asearse debidamente ni afeitarse. Y por fin llegó a casa de su hija de forma totalmente inesperada. La independencia de Argelia se produjo el 3 de julio de 1962. Rogelio esperó un tiempo prudencial para que se normalizara la situación en Argelia y poder regresar. Cuando estimó que era el momento adecuado, emprendió viaje a Orán con intención de reanudar allí su vida y su negocio. Su sorpresa fue enorme cuando se encontró que su vivienda había sido ocupada por dos familias de nativos y su tienda de zapatos convertida en un taller de reparación de bicicletas. Ante su extrañeza, los ocupantes, le dijeron que “Dios y la revolución les habían favorecido”. Los amigos y vecinos le informaron que los pocos zapatos que consiguieron recuperar, habían sido depositados en casa de una amiga (maestra de escuela que residía en una casa a las afueras de Orán) para que no se perdiera todo. En unos pocos días tramitó la exportación del coche que pudo recuperar y  tras facturarlo en un barco con rumbo al puerto de Alicante, emprendió el viaje de su regreso definitivo a Elche finalizando su obligado exilio. Falleció a los 78 años".

Texto de Valentín Aliga Cantó, yerno de Rogelio García Javaloyes. 

 

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