Datos biográficos
Pablo Fernández Seiler nació el 22 de mayo de 1958 en La Carolina, pueblo minero y agrícola de la provincia de Jaén. A los dos años se traslada a Elche, donde en su adolescencia combina el trabajo con los estudios. A los veintidós años consigue entrar a trabajar en el Banco Exterior de España, más adelante Argentaria y BBVA, donde
desarrolla una carrera profesional que ni él mismo había imaginado. Es apasionado de la lectura, principalmente de la novela histórica. Tras varios años de investigación sobre sus orígenes, enlazando ocho generaciones de su segundo apellido: Seiler, escribe “La saga Seiler en España: 250 años”, su primer libro, en el que relata los pormenores de la investigación, así como las circunstancias que motivaron a la primera generación Seiler a venir a España, en concreto a Sierra Morena, desde lo más remoto de Centroeuropa. También, narra la historia de las ocho
generaciones, con las formas de vida de cada época. Con este libro, Pablo Fernández Seiler expresa su agradecimiento a sus antepasados, reflejo de otras muchas familias de nuestro país que, con su trabajo y esfuerzo, la mayoría de las veces en condiciones de vida muy duras y rudimentarias, consiguieron que las actuales generaciones tengamos mejores oportunidades y mejor calidad de vida.
Sinopsis
Es la narración de los hechos que motivaron a aquellos que decidieron venir a España desde lo más remoto de Centroeuropa, así como el desarrollo y la forma de vida de las distintas generaciones, dentro de un contexto plagado de guerras, hambrunas y enfermedades, pero también, en tiempos más cercanos, de prosperidad, paz y libertad. Es la narración de las peculiaridades de cada época para tratar de hacer empatizar al lector con esas circunstancias.
Introducción
Han sido ocho años de investigación, buscando documentos por distintos archivos civiles, eclesiásticos e históricos. Muchas horas y esfuerzo, pero con la satisfacción de haber podido enlazar ocho generaciones en España con el apellido Seiler. Aunque la documentación encontrada y analizada sitúa el origen de mi familia en Berich (Alsacia), he podido comprobar que esta villa estaba más al norte, en lo que hoy en día es el estado de Hesse (Alemania), junto a la ciudad de Waldeck. En la segunda mitad del siglo XVIII, el Gran Ducado de Hesse, origen del actual estado de Hesse, estaba integrado en la diócesis de Maguncia. En la citada documentación se habla de colonos procedentes de Alsacia y Maguncia, entre otras regiones, por lo que es probable que hubiese un error y se indicó Alsacia en lugar de Maguncia. La pequeña comunidad agrícola de Berich creció alrededor de un antiguo convento benedictino del siglo XII. Era un lugar idílico con raíces profundas y una larga historia, hasta que hace algo más de cien años se planeó una nueva presa y un embalse, el más grande de todo el estado de Hesse, para inundar Berich y dejarlo fuera del mapa. La primera familiar Seiler que llegó a España, lo hizo en el año 1767, con motivo de la colonización de Sierra Morena (las Nuevas Poblaciones), procedentes de Berich. A través de esta narración pretendo contar las circunstancias y los hechos que les motivaron a venir a España desde lo más remoto de Centroeuropa. Han sido ocho generaciones, desde la llegada de los primeros Seiler hasta nuestros días, en que, bajo la tranquilidad de un hogar plagado de comodidades y medios, nos es difícil entender cómo debió ser la vida de aquellos que vivieron como labradores de la tierra, afrontando la dureza del clima y de los duros acontecimientos políticos y económicos de cada momento. Quiero, a través de esta narración, expresar mi mayor reconocimiento y agradecimiento a estos antepasados, reflejo de otras muchas familias de nuestro país que, con su trabajo y esfuerzo, la mayoría de las veces en condiciones de vida muy duras y rudimentarias, consiguieron que las generaciones actuales tengamos mejores oportunidades y mejor calidad de vida.
Pablo Fernández Seiler
Extracto de la narración. Fue en agosto de 1767 cuando Pedro Seiler, de cincuenta y cuatro años, casado con Úrsula Witmayerin (mis hexabuelos) y con siete hijos, que vivían en Berich (Obispado de Maguncia), deciden formar parte del grupo de colonos que iban a colonizar primero las nuevas poblaciones de Sierra Morena y seguidamente la llamada Nueva Andaucía. Todo comenzó un 28 de febrero de 1767 en Madrid, cuando Carlos III aprobó el plan colonizador y, el 5 de julio de ese mismo año, aprueba el fuero de las Nuevas Poblaciones y convierte a La Carolina en la capital de aquellas pioneras colonias. A cargo de esta empresa estuvo el ilustrado Pablo de Olavide, uno de los hombres más esclarecedores de la España de entonces, y cuyo avanzado gobierno desarrolló en varias ciudades de Andalucía. Los seis mil colonos alemanes y flamencos, de cuyo reclutamiento se había encargado el coronel bávaro Kaspar von Thürriegel, iban a repoblar varios desiertos humanos de Andaucía. Dos grandes extensiones en el Camino Real de Madrid a Cádiz: el paso de Despeñaperros a Bailén, en el Reino de Jaén, y las tierras de la campiña entre Córdoba y Écija, dotándolas de infraestructuras, asistencia y seguridad, para terminar con el bandolerismo. La repoblación debía permitir, también, la puesta en cultivo de tierras abandonadas, además de ordenar el territorio que abarcaba la división de la tierra en lotes que se entregaron a los colonos, creando más de treinta y nueve núcleos de población y aldeas, organizados y jerarquizados a través de las capitales de La Carolina y La Carlota. Según el Fuero aprobado, cada familia de colonos recibiría cincuenta fanegas, de las que veinticinco serían para la siembra y las otras veinticinco destinadas a pasto para el ganado. Los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico se encontraban en una situación difícil tras las dos últimas guerras. Las colonizaciones llevadas por Federico II en las landas prusianas habían alcanzado gran relevancia, de la misma forma que las realizada por Catalina II de Rusia, entre 1764 y 1765. Más de treinta mil alemanes se habían marchado huyendo de la guerra, la miseria y el hambre, principalmente procedentes del Ducado de Hesse. Con esta panorámica, Thürriegel propuso al rey Carlos III reclutar colonos de estas zonas para enviarlos a Puerto Rico y Sudamérica, pero el Consejo de Castilla propone, como mejor solución, emplear a esos colonos en poblar Sierra Morena y otros despoblados. Thürriegel partió hacia Alemania, en junio de 1767, para reclutar colonos. De los seis mil que llegaron, unos trescientos lo hicieron por tierra, desde París, siendo recibidos en Almagro, primer punto de recepción, y otros cinco mil setecientos fueron embarcados en Sète, cerca de Marsella, hacia Málaga en Almería. La familia Seiler fue de los que realizaron el viaje por tierra. Apellidos como Seiler, Beiseneker, Kisler, Mayer, Müller y Yegler aparecen entre los más de seiscientos que se registraron en las recepciones. A Pedro Seiler y a su esposa Úrsula les fueron asignadas las parcelas 149 y 150 del cuarto departamento de La Carolina. A su hijo Francisco y a su esposa Catalina Mayerin (mis pentabuelos) se les asignaron las parcelas 100 y 101 del tercer departamento de La Carolina, en el entorno de lo que más adelante se denominará aldea La Isabela. En al año 1835, cuando finalizó el Fuero especial, los resultados fueron palpables. Aunque no erradicó del todo, se redujo el bandolerismo, se abrieron caminos y se mejoraron los existentes y, además, se estableció un sistema agrícola y ganadero. El castellano absorbió rápidamente el lenguaje materno de los extranjeros. Las siguientes generaciones Seiler vivieron y trabajaron como labradores de las parcelas que se habían asignado a las primeras generaciones que llegaron. Fue un periodo de tiempo de casi doscientos años, desde 1767 a 1945, en que mi abuelo: Pablo Seiler Sipol, por enfermedad, decide vender las tierras y trasladarse a vivir a La Carolina. Entre esos años hubo efemérides tan relevantes como: las Guerras Napoleónicas, las Guerras Carlistas, la Revolución Gloriosa y el exilio de Isabel II, la proclamación de la Primera República, las guerras del Rif, la dictadura de Primo de Rivera, la Segunda República y la Guerra Civil española, además de las dos guerras mundiales, en las que España no participó. Fueron años muy duros, con condiciones de vida muy rudimentarias. Fruto del matrimonio de mis abuelos, Pablo y Purificación, nacieron seis hijos, cinco mujeres, entre ellas mi madre: Vicenta, y un varón. Cuando mis abuelos deciden ir a vivir a La Carolina, mi madre tenía dieciocho años. Unos años más tarde conoce a mi padre: Ignacio Fernández Ramírez, con quien contrae matrimonio en mayo de 1956, constituyendo su hogar en casa de mis abuelos. Cuatro años más tarde, en la primavera de 1960, deciden trasladarse a vivir a Elche, ya que, en La Carolina, en esa época, el trabajo era muy escaso, centrándose en las campañas de recogida de la aceituna y las pocas minas de plomo y plata que quedaban, tras los años de esplendor en las primeras décadas del siglo XX. Buscaban trabajo y mayor provenir y bienestar para ellos y sus hijos, que en ese año éramos dos. En ese año del traslado a Elche, yo tenía tan sólo dos años. Era la octava generación Seiler en España. Gracias al trabajo y coraje de mis padres pude estudiar, aunque compaginando estudios y trabajo, lo que me dio oportunidad de trabajar, a partir de los veintidós años, en el Banco Exterior de España, más adelante Argentaria y BBVA. Mi mayor homenaje y reconocimiento para todos mis antepasados, porque, gracias a su esfuerzo y duro trabajo, las siguientes generaciones hemos tenido mejores oportunidades y mejor calidad de vida. Las generaciones de la saga Seiler en España. Primera: Pedro Seiler, mi hexabuelo (1723-1788). Casado con Úrsula Witmayerin. Hijos: Miguel, Francisco, Margarita, Juan, Magdalena, Isabel y Pedro. Segunda: Francisco Seiler Witmayerin, mi pentabuelo (1851-1793). Casado con Catalina Mayerin. Hijo: Lorenzo. Tercera: Lorenzo Seiler Mayer, mi trastarabuelo (1777-1835). Casado con Ana María Kisler. Hijos: Lorenzo, Pedro Enrique y Catalina. Cuarta: Pedro Enrique Seiler Kisler, mi tatarabuelo (1807-1870). Casado con María Josefa Beiseneker Yegler. Hijos: Lorenzo, María, Margarita y Antonio. Quinta: Antonio Seiler Beiseneker, mi bisabuelo (1849-1896). Casado con María Luisa Sipol Martínez. Hijos: Josefa Francisca, Eleuteria, Josefa, Juan Enrique, Andrea, Pablo y Antonio. Sexta: Pablo Seiler Sipol, mi abuelo (1894-1951). Casado con Purificación López Campos. Hijos: María Luisa, Vicenta, Agustina, Antonio, Josefa y Manuela. Séptima: Vicenta Seiler López, mi madre (1927-2001). Casada con Ignacio Fernández Ramírez. Hijos: Victoriano, Pablo y Carmen Gloria. Octava y última: Pablo Fernández Seiler (yo), nacido en 1958. Casado con María del Carmen Asensio Lalinde, Hijos: Pablo y Laura. Y dieciséis primos.
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