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Colomina Sánchez, Jerónimo

Enviado por David Sevilla el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
1969
Lugar de nacimiento
Orihuela
Profesión
Barbero

 

COLOMINA SÁNCHEZ, Jerónimo (Orihuela, 1969)

Argentina se impuso a Holanda en la final del Mundial de Fútbol del que fue anfitrión en 1978 mientras que Jerónimo Colomina Sánchez (Orihuela, 1969) lo veía en el primer televisor a color que compró su padre, Jerónimo Colomina Leonís (Orihuela, 1942), para el domicilio al que se trasladaron desde la vecina Orihuela semanas antes de comenzar el evento deportivo. Se trata de uno de los primeros recuerdos que Colomina, perteneciente a la tercera generación de una saga de barberos, tiene del municipio en el que vive desde hace casi cuatro décadas.

Aprendió el oficio desde pequeño y asegura haber cortado el pelo y afeitado a cuatro generaciones de ilicitanos, en su mayoría pertenecientes al barrio del Llano de San José o 'El Pla', como lo conocen comunmente quienes lo habitan . “El Pla de entonces era un barrio de ilicitanos e inmigrantes en el que se mezclaban las costumbres de unos y de otros”, recuerda Colomina acerca del aumento exponencial de población que tuvo el municipio durante la segunda mitad de siglo gracias al auge de la industria del calzado y que atrajo inmigrantes desde varios puntos de la geografía española.

“La clase obrera o trabajadora tenía entonces un jornal que le permitía tener apartamentos en la playa y eso es algo que en Orihuela, de dónde yo procedía, únicamente podían hacer las clases adineradas”, explica sobre el perfil de los vecinos que vivían en aquel entonces en el barrio en el que su padre tenía una barbería y en el que ahora tanto él como su hermano, Damián Colomina Sánchez (Elche, 1979), regentan dos establecimientos pertenecientes al mismo gremio. Un apellido que en el barrio siempre ha estado ligado a la calle Pedro Juan Perpiñán, lugar en el que han desarrollado su vida profesional. “Me costó acostumbrarme al pasar de vivir en el centro de un municipio monumental como Orihuela a una barriada de una ciudad que estaba en expansión”, dice sobre un barrio que, según recuerda, “olía a curtidos y colas” procedentes de las fábricas cercanas.

El suyo es un oficio en el que se aprende diariamente. En su vida laboral asegura cortar el pelo y afeitar a clientes que “me cuentan historias en primera persona sobre la Batalla del Ebro” y minutos después puede estar atendiendo al nieto de un cliente que “me habla de videoconsolas”. Un abanico de temas de conversación que durante su jornada laboral, que incluye mañana y tarde, puede ser de lo más dispar, debido a la variedad propia del tipo de clientela que acude a diario.

Su tío abuelo, Cayetano Leonís Leonís (Orihuela, 1915.1999), fue el primero de la saga familiar. “He estado investigando y Leonís es un apellido procedente de Córcega”, afirma Colomina sobre su ascendencia ligada a la antigua Corona de Aragón, a la que también perteneció su Orihuela natal. La segunda generación la encarnaron su padre y su tío, Enrique Colomina Leonís (Orihuela, 1947), quienes aprendieron el oficio durante la posguerra, tras quedarse huérfanos de padre, y comenzaron a ejercer en Orihuela, aunque con los años terminaron trasladándose a Elche.

Para Colomina, que desde bien pequeño frecuentó la barbería de su padre, su oficio “se cuece a fuego lento y no requiere únicamente de técnica”, ya que las academias de peluquería “no enseñan a escuchar y a relacionarte”. Un aprendizaje que, según dice, basó en parte “a través de las historias” que desde bien pequeño escuchó en la barbería. “Es allí donde aprendes a relacionarte con las personas, a leer el periódico y a tener curiosidad por todo aquello que dice la gente”, dice.

Su padre dejó a principios de los años 70 la barbería que regentaba en Los Desamparados, una pedanía de Orihuela, para comenzar a trabajar en la peluquería de caballeros Juan Ramón: un establecimiento que estaba ubicado en la calle Corredora, concretamente en el lugar en el que actualmente se ubica Massimo Dutti. Allí trabajó durante ocho años codo con codo con Jaime, Paquito y el propio Juan Ramón. “Era un lugar que estaba de moda y por allí pasaban jugadores del Elche CF y algunos empresarios de referencia en el sector del calzado”, explica Colomina. Años después, en 1978, su padre adquirió una barbería en la calle Pedro Juan Perpiñán y decidió trasladar a toda la familia a un domicilio situado a las espaldas del establecimiento.

Las barberías han evolucionado desde la antigüedad hasta hoy, aunque siguen siendo lugares de interacción social y de debate, a menudo, propuesto por el propio barbero que, a modo de moderador, enlaza temas al mismo ritmo que los clientes pasan por el característico sillón de la barbería.

Una de las claves para ser un buen barbero, según Colomina, “es ser una persona culta”. Además de “un buen profesional, debes tener formación intelectual para ofrecer ese servicio especial que demanda el cliente cuando acude a una barbería”, explica sobre su oficio.

Así con todo, reconoce que el suyo es un oficio que hoy en día está bien considerado socialmente y profesionalmente, ya que “muy pocos quedamos que tengamos el control de esos afeitados clásicos y magistrales antiguos que ahora requiere la gente”. Son cuestiones que en el gremio se aprenden de barberos antiguos y que ya han dejado de enseñarse en las academias. “Somos peluqueros y también podemos ser estilitas, aunque la palabra barbero me enorgullece y me gusta”, explica Colomina.

Sobre las cuatro generaciones con las que ha tratado, el barbero asegura que únicamente las tres primeras conservan una moral y una ética que ha pasado de padres a hijos, mientras que la última, “la que dicen que posiblemente sea la más preparada, ha perdido ciertos valores que cabría recuperar”, explica.

Reconoce que el suyo es un oficio que en ocasiones ejercen también de psicólogos, salvando siempre las distancias de preparación académica. “Muchos de los clientes son, después de tantos años, amigos y tienen contigo una confianza y a ratos haces de psicólogo”, explica. Colomina recuerda que un cliente que trabaja en un importante bufete de abogados de Alicante le comentó que cuando finalizó la carrera utilizó una de las conversaciones que mantuvo conmigo para desarrollar cuestiones relacionadas con el derecho para elaborar un discurso que finalmente entonó en Les Corts en unas jornadas organizadas por la universidad. “Que alguien haya partido de una idea que tuvo en una conversación que ambos mantuvimos mientras yo le cortaba el pelo, te llena de orgullo y da que pensar que puedas influir o ayudar en el pensamiento de personas así”, asegura.

La barbería en tiempos de crisis

Aunque asegura no haber percibido en la economía de la barbería que regenta la crisis económica que sufre el país desde 2007, explica que lo ha notado “a través de las vivencias de los clientes”. No obstante, sufrió su crisis particular cuando “a la gente le dio por comprarse máquinas de pelar y pensaban que ya sabían cortar el pelo”. Según explica, la barbería en España siempre ha sido barata y ha sido un gasto periódico que la gente no ha suprimido durante la crisis económica.

“Una vez me dijo el barbero más antiguo de Elche que un barbero nunca tendrá un chalet en primera fila en Santa Pola, aunque en segunda y tercera fila siempre tendremos algo”, explica. Una reflexión con la que, según Colomina, aquel hombre escenificaba la supervivencia y la estabilidad de un oficio durante el paso del tiempo. “Siempre estamos ahí. El barbero siempre existirá de una forma u otra”, dice sobre su oficio.

Colomina asegura que antes de comenzar la crisis observó a través de la clientela como la gente dejó de dedicarse al calzado para pasar al sector de la construcción. Según apunta, “gente que no sabía hacer la 'o' con un canuto comenzó a cobrar sueldos de 1.800 euros y, muchos de ellos chavales, comenzaron a comprarse coches de gama alta”. Además, algunos se convirtieron a su vez en empresarios y regentaban empresas con varios trabajadores, reconoce el barbero. “Hay clientes que pasaron de tener tres trabajadores a 90 y de ser albañiles a constructores”, explica. “Una barbería no puede funcionar teniendo diez barberos y algo así pasaba antiguamente con oficios relacionados con la construcción”, asegura para describir la burbuja en la que vivió el país desde finales de los años 90 hasta el estallido de la crisis. Aunque recalca que ha vivido en primera persona a través de la barbería como mucha gente lo ha pasado mal, dice que finalmente será “una cura de humildad general” que devolverá “el sentido común” a las personas. Asimismo, recuerda que hubo una época en la que había gente que se reía de aquellos que cobraban poco más de mil euros después de haber cursado una carrera universitaria. “Se vanagloriaban de eso y ahora son los mismos que se quejan de que no encuentran trabajo”, afirma el barbero.

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