Datos biográficos
Antonio Chorro Antón nació el 17 de febrero de 1811, tiempos difíciles, estábamos en guerra y en vísperas de la terrible fiebre amarilla que asoló la villa de Elche con días en los que la cifra de muertos superó claramente los cuatrocientos (2% de la población) y fue en ese año cuando Antonio vino a este valle de lágrimas, nunca mejor empleada la expresión. Antonio fue también, un superviviente. Fueron años muy complicados, los brotes de cólera y las guerras carlistas no supusieron un escenario sencillo para Antonio ni para ninguno de sus paisanos. Era hijo de Ramón Chorro Galbis y María Antón Maciá, y nieto de Ramón Chorro Sencio y Rafaela Galbis Villaplana por su padre, y de Manuel Antón y Angela Maciá por vía materna. Los Chorro eran confiteros en Elche desde al menos mediados del XVIII, tanto el padre como el abuelo de Antonio ya se dedicaban a este oficio. Antonio Chorro se casó en la parroquia de El Salvador el 26 de marzo de 1836 con Josefa Parreño Irles, tres años más joven, hija de Cristóval (sic) Parreño Ruiz y Encarnación Yrles, y hermana de Cristóbal Parreño Yrles. Pues sí, he aquí que dos tatarabuelos de alguno de nosotros, el Chorro y el Parreño (o el Parreño y el Chorro, tanto monta) eran cuñados, es más, dos de los tatarabuelos son hermanos (Cristóbal y Josefa). No os preocupéis porque os voy a adjuntar un cuadro en el que todo esto se aprecie mejor. Por tanto confirmamos aquello que tanto se repetía en círculos familiares: en el siglo XIX los Chorro se casaron con las Parreño y después en el XX fueron los Parreño los que se casaron con las Chorro. En 1851 falleció su suegra y se le adjudicaron a su esposa varias haciendas con casa de campo en la partida de Algorós con una extensión de 240 tahullas y una participación en la propiedad de la Almazara sita en la calle Pintor, en el Raval, según se desprende de la partición de herencia firmada ante el notario Coquillat. Pero continuemos con Antonio Chorro, en 1860 explotaba una céntrica confitería en la calle Troneta, en la que trabajaban sus hijos Manuel y Cristóbal Chorro Parreño, de 20 y 14 años de edad respectivamente. En el domicilio familiar de la misma calle Troneta además del matrimonio y los hijos citados convivían Mª José, Encarnación, Antonia, José y Antonio Chorro Parreño, de 22, 21, 11, 9 y 4 años. Siete hijos en total más la sirvienta, señal de una posición desahogada; todos, excepto obviamente los más pequeños, sabían leer y escribir cosa no tan frecuente en esa época. En la calle Horno (callejón paralelo a la calle Desamparados) se encontraba el horno de los Chorro, el cual se amplió con un solar colindante propiedad de la parroquia de El Salvador. El testamento de su suegro, Cristóval Parreño Ruiz, curtidor, fallecido en 1861, asignaba a su hija Josefa, los siguientes bienes: una casa habitación en la calle Maestro Guerre, otra casa habitación en la calle San Antonio de Santa Pola, hacienda con casa de campo en la partida de La Marina con una extensión de 213 tahúllas y finca de seis tahúllas con casa de campo en la partida de La Hoya. Con el producto de su trabajo y con los bienes heredados el matrimonio Chorro Parreño dejaría en una situación acomodada a su amplia descendencia, no tenemos constancia de que se continuara con la centenaria actividad confitera, pero sus hijos aparecen como propietarios y comerciantes, en la misma calle Troneta (incluso ya entrado el siglo XX), pero también en la del Salvador y en la calle Solares. Uno de sus nietos, Gabriel Ruiz Chorro, hijo de su hija Encarnación llegaría a ser alcalde, además de farmacéutico e inventor de la “Digestona Chorro”, remedio contra las molestias estomacales muy publicitado en su tiempo. Muchos de sus nietos y bisnietos desempeñaron también labores reseñables en la ya ciudad de Elche, pero eso es seguramente objeto de otras historias.
Faustino Agulló Parreño. Junio 2024
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