Datos biográficos
BELTRÁN RICO, Francisco (Elche, 17-II-1944 – 13-I-2018). Hijo de Pepe y Josefa. Estudió en la academia Mercantil y era conocido por el apodo de "Paco el chut", porque siempre estaba jugando al fútbol y, además, le pegaba bastante bien al balón, lo que siempre fue su gran pasión. Asiduo al coliseo franjiverde, tanto en Altabix como en el Martinez Valero, disfrutó de la época dorada del Elche C.F. Desde bien jovencitos tuvo una novia, Finita Iturbe, la que con los años se convertiría en su esposa y con la que compartió 48 años de feliz matrimonio, siempre juntos hasta su fallecimiento. De ese feliz matrimonio nacieron tres hijos, Ernesto, Pepa y María y unos cuantos nietos: Kike, Ernesto, Esther, Mara y Pablo. Como muchas familias ilicitanas, pasaban los veranos en la Gran Playa de Santa Pola, frente a la Barraca Chinchilla, disfrutando de sol y playa, cañas y sardinas. Realizó el servicio militar en el cuartel de Rabasa, coincidiendo con otros ilicitanos con los que siguió manteniendo amistad, entre los cuales estaba el que años más tarde sería su consuegro, Pepe Candela. Trabajó en la empresa de calzado de su padre José Beltrán Tortosa hasta su desaparición, por la crisis y por disputas familiares. Ejerció funciones de representación, recorriendo casi todos los lugares de España vendiendo las famosas sandalias de la empresa. Debido a su afición al fútbol y por un familiar, pasó a formar parte de la empresa Viator, vistiendo a casi todos los equipos de la liga local de futbol sala de Elche y alrededores.
En el año 1977 nació la comparsa de moros y cristianos de las Huestes del Califa, siendo él uno de sus fundadores Tres años después, en 1980, fue califa de esa misma comparsa, en un año irrepetible con todos sus amigos de la Fila Los Mercaderes, la mayoría placeros del Mercado Central. Durante un año ejerció de abanderado de las Huestes derrochando alegría por todos sus costados. Enamorado de las fiestas, también disfrutó de la Semana Santa ilicitana en La Samaritana, inculcando a sus hijos el valor de la fiesta, así como de costalero en el paso de Maria Magdalena, compartiendo peso con su hijo.
Con la expansión del fútbol sala en Elche, allá por 1987, se creó un torneo veraniego, en el que “Paco Viator”, como fue conocido, fue el entrenador que más veces participó, siendo campeón en tres ocasiones con el equipo del Viator (1998, 2002 y 2006) y finalista en otras dos ocasiones, siendo el único equipo que ha conseguido la triple corona. Debutó en la liga de Futbol sala de Elche en el año 1989, con jugadores que tenían recién cumplidos los 18 años. Fue un entrenador al que gustaba gestionar su equipo como ungrupo de amigos, que con el tiempo acaba convirtiéndose en una familia que ganase o perdiese lo acababa celebrando en el bar Tabarca. Su liderazgo hizo que algunos de los mejores jugadores de Elche de fútbol como Lozoya, Manzano, Francés, Nano o de fútbol sala como Marías, Juanjo, Ismael, Juanito y otros muchos quisiesen jugar a sus órdenes. Hacía de todo por los jugadores del equipo y acabó siendo un padre adoptivo. Podía tener entre su coche y su casa hasta 10 equipaciones para que sus chicos siempre fuesen elegantes, para después regalar las equipaciones a quien lass necesitase. En una ocasión llamó a un cuartel militar porque a uno de sus jugadores le habían arrestado y convenció al capitán que lo dejase venir al tratarse de un partido importante. Como aficionado y padre de futbolista, los fines de semana los pasaba en el Polideportivo del Kelme, mientras su hijo jugaba en las categorías inferiores. Siempre puso al servicio de los jóvenes futbolistas su Renault 25, recogiendo a jugadores en Santa Pola y Elche. Recorrió todos los campos de la Vega Baja, primero como padre y luego como delegado. Por ello acabó siendo “Paco Cruyff” para un grupo de amigos de 18 años, patrocinados por Burger Tabarca, en la 1ª división del fútbol sala ilicitano. Debido a su buen carácter se forjó como un entrenador respetado y reconocido por todos, con el que todos los jugadores querían jugar, con el que todos los árbitros querían pitar y al que cualquier rival se quería enfrentar. Sus fines de semana los pasó siempre en el Pabellón, entre la grada y la cantina. Vivía los partidos y las 24 Horas como nadie, por lo que algunos decían, “algún día un infarto acabará con él en el banquillo”, pero no fue así. En el año 2009, 20 años después de sus inicios, se proclamó campeón de la liga en su segunda etapa como entrenador del Tabarca. Tanta dedicación tuvo su recompensa al final. Un año después, y debido a su salud, se retiró de los banquillos.
El Bar Mónaco y Viator fueron su segunda casa. Domiciliado frente al bar Mónaco, fue uno de sus clientes habituales, y en la última etapa de su vida parecía uno más de la plantilla. Seguro que le echarán de menos en las partidas de sarangollo, las tertulias sobre el Elche CF o en los encuentros para ver partidos. Siempre montando follón del bueno, cada uno que entraba se llevaba una carantoña de Paco. En Viator, a veces aparecía con helados o almuerzos para invitar a su gente, porque siempre tenía algo que celebrar. Su vida fue su familia, sus hijos y después sus nietos, y sus pasiones fueron el fútbol, para jugarlo, verlo y dirigirlo; la televisión, porque se podía pasar horas viendo cine español de Paco Martinez Soria, los garrotazos de Bud Spencer o las cabalgadas de John Wayne. También tenía en su mesita sus novelas del oeste, con las que disfrutaba. Y comer, porque famosas fueron sus comidas de amigos del bar o del trabajo, con sus latas de navajas grandes bajo el brazo, sus escapadas al Mercado para comprar el aperitivo y llevarlo al bar Mónaco. En las celebraciones nunca podía estar quieto, entraba a la cocina, ya fuera en el Batiste o en el Varadero, o se paseaba por todas las mesas, aunque no fuese la celebración de su familia. En la comunión de uno de sus hijos metió la mano en el agua de las langostas y se llevó un buen picotazo. Aquella langosta acabó cocida y degustada en su mesa.
En el año 2011 se le detectó un cáncer de pulmón por el dichoso tabaco, del que se le pudo intervenir, pero que le dejó con una capacidad pulmonar limitada. En esos duros momentos, componentes de los equipos Burger Tabarca y Viator le rindieron un cariñoso y merecido homenaje en reconocimiento a su dedicación. Falleció el 13 de enero de 2018 por complicaciones respiratorias. Hacía cuatro años que no entraba al hospital, después de una época en la que cada tres meses estaba una temporada, 15 días ingresado, debido a repetidos neumotórax. Como era de buen comer, cada vez que le daban el alta en Alicante, hacía una parada obligatoria para comer en Nuestra Barra o en la Bodega. El día de su fallecimiento, alguien escribió: “el cielo se nos lleva un trocito de la Liga. Gracias por todo”. Como homenaje, todas las divisiones del fútbol sala ilicitano, guardaron un minuto de silencio.
Datos biográficos facilitados por su hijo Ernesto Beltrán Iturbe.
Añadir nuevo comentario