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Baeza Vicente, Pedro (1870)

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
S. XIX

BAEZA Y VICENTE, Pedro. Representó el papel de Francesc Cantó en la Venida de la Virgen de 1870.

[350] Brillantes festejos a nuestra Patrona por el cumplimiento del 5.º siglo de su Venida a Elche

Día 29.

¡Día feliz! ¡Día de gloria para los hijos de Elche, al considerar que eran cumplidos 500 años en que, en medio de alegres cánticos y a través de nubes de incienso, entró triunfante nuestra augusta Patrona! ¡Sí, caros hermanos míos! Sobre su misteriosa arca leíase un lema que decía «Soy para Elche», y para Elche ha sido la protectora y es, y será siempre, el consuelo y la dicha de los ilicitanos.

Al romper tan fausto día, hubo repique general de campanas, disparos y pasa-calle por las músicas, como en los anteriores.

A la hora de costumbre, tuvo lugar en el hermoso e insigne templo de nuestra Señora de la Asunción una solemnísima misa, con la brillante orquesta de la capilla de San Nicolás de Alicante. Ofició de pontifical el Exmo. e Ilustrísimo Sor. obispo de la diócesis de Orihuela, D. Pedro M.ª Cubero y López de Padilla, con asistencia del Ayuntamiento; y predicó el distinguido y elocuente orador doctor D. José Pons y Pomares, hijo de Elche y cura en la actualidad de Ayora y arcipreste de su partido.[1] La insigne iglesia estuvo lujosamente adornada con elegantes y ricas colgaduras y profusión de luces.

Las tribunas se hallaban engalanadas con preciosas colgaduras de seda, guarnecidas con flecos de oro y plata.

Los arcos laterales contenían ricas goteras de orden gótico, con flecos también de oro, y de su centro pendían grandes arañas de cristal, que, con la profusión de luces, brillaban en conjunto, ofreciendo el aspecto más bello y encantador.

Los púlpitos eran revestidos con ricas telas de alama de oro y plata, con borlas de exquisito gusto.

El frontispicio del presbiterio, sus cornisas, y las que circuyen todo el templo, contenían diversidad de triángulos, estrellas y otras formas salpicadas de luces, que ofrecían el cuadro más pintoresco.

La cúpula producía el mayor encanto al ver más de 100 arañas colgantes con profusión de luces, simétricamente distribuidas.

El templo en su totalidad, con el conjunto de la multitud de luces y sus majestuosos adornos, constituía lo más bello, lo más embriagador que imaginarse pueda.

Para el efecto el Sr. Dr. D. Francisco Cotán y Blanco, cura de dicha parroquial, lleno del mayor entusiasmo por decorar el sagrado templo, hizo traer de la ciudad de Valencia todos los indicados adornos, que lo fueron del establecimiento de la viuda de José Sebastiá e hijo Emilio Sebastiá, situado en la plaza del Mercado, n.º 70 de la expresada ciudad.

A las 2 de la tarde, salió la procesión general, a la que asistió el Exmo. e Ilmo. Sor. obispo, siendo precedida de todos los carros triunfales y comparsas ya mencionados, en el orden oportunamente establecido, y que lo fue en esta forma:[2]

Rompía la marcha, montada sobre briosos caballos, una charanga compuesta de 12 músicos, con bonitos trajes, dirigida por José Javaloyes y García.

Seguían en comparsa 8 enanos, cuyos trajes y cabezas fueron traídos de Valencia.

A continuación, un gigante con su historiado traje.

Una música sorda, con caprichosos trajes, cuya música causaba continua risa a los espectadores, dirigida por Juan Llebrés y Latour.

La comparsa de locos con vistosos trajes de diversos colores, los que después de ejecutar sus bailes, se introducían en las dos jaulas que al intento llevaba.

Proseguía la comparsa de viejos y viejas, que, con graciosos trajes y raras caricaturas, al repique de sus grandes castañuelas, ofrecían su baile, cuyas posiciones infundían la risa por doquiera.

La comparsa de contrabandistas con ricos y caprichosos trajes y sus tremendas barbas, al frente de Federico Blasco y Daigueville.

La barca del gremio de cañameros, adornada con sus trémulas velas y banderas de distintos colores, en que lucían sus brillantes trajes los moros que conducía, echando versos y manufacturas de su oficio; a cuya dirección iba como capitán el entusiasta Andrés Soler Mollá.

Otra barca, con comparsa de marineros compuesta de labradores de la partida de Baya baja, en que se arrojaban versos alusivos al acto.

El carro de los cazadores, lujosamente decorado, con su comparsa, en cuyo vehículo se ostentaba una bella ninfa, primorosamente vestida, representando a su diosa «Diana», que lo fue la niña [blanc] y del que se arrojaban versos.

Seguía el carro de los molineros con su muela moliendo grano, muy bien pintado y adornado, en que el gracioso Joaquín Sánchez Vaello (entendido por Chimet), improvisando versos y con sus dichos, causaba risa a los que le oían; y tirando hojas de poesías.

El carro de carpinteros, lujosamente decorado, en que se veía la imagen de san José, representada por un joven con las herramientas propias del arte.

El carro de hortelanos, representando un huerto, en que se elevaba una palmera natural, a la que, subiendo un niño, cogía el dorado fruto y lo arrojaba a las gentes de los balcones, como también pequeñas cestas, llenos de júbilo y entusiasmo; e improvisando versos satíricos José Chilart Mendiola (Mal amolaor), que causaba la risa a los espectadores.

El carro de labradores, adornado y vestidos éstos con trajes del país, ofrecían al público sus dichos y versos repentinos del apodado Chavo.

A continuación, iba el carro de ninfas de la Sociedad «de la Venida de la Virgen», cuyos trajes blancos y preciosas alhajas, ostentaban cual inocentes mariposas sobre el verde tejido entrelazado con palma blanca, cual grupo de ángeles, entonando melodiosos y dulces cánticos.

Proseguía la avanzada de moros con sus turbantes, en que lucía la media luna, y sus tremendos arcabuces.

A continuación, una banda de tambores y cornetas.

El ejército de moros por compañías.

El embajador moro, sobre un fogoso caballo en que brillaba el oro de su rico traje, que lo era Juan Bautista Javaloyes Gonzálvez.

El abanderado de los moros, con su pendón de la media luna.

La compañía de cristianos, compuesta de labradores de la partida del Derramador, vestidos con calzón corto.

Otra compañía de labradores de Algorós, con trajes de soldados de torre.

Otra compañía compuesta de soldados del ejército, con su propio traje, al frente de José Campos.

El general del ejército de cristianos con traje a la antigua española, luciendo sus blancas plumas.

Seguía la comparsa del ejército cristiano vestida con traje antiguo español.

La comparsa representando bandidos llamada de Talla-ferro, a cuyo frente iba José Sánchez Ruiz, lujosamente vestidos, con caprichosos bordados, imponentes barbas y tremendos trabucos.

Otra comparsa de labradores, de la partida del Derramador, vestidos con trajes murcianos.

Otra de labradores de la del Puçol, con trajes de la presente época.

Continuaban 4 tamboriles y 4 dulzainas.

Un guion color encarnado, conducido por un labrador.

La imagen de santa Bárbara, en lujosas andas, acompañada por los labradores.

Una compañía disparando sus armas continuamente.

Otra compañía de la partida de las Saladas.

La imagen de la Purísima Concepción, llevada en andas por labradores.

Un guion blanco.

Un tamboril y dulzaina.

Una lujosa bandera, conducida por un labrador.

Un estandarte perfectamente adornado.

A continuación, la imagen de san Vicente, en bonitas andas, conducida por labradores de Perleta.

Una compañía con sus armas, que disparaban continuamente.

Seguidamente, un tamboril y dulzaina.

Un estandarte con adorno de exquisito gusto.

La imagen de santa Ana, sobre andas, conducida y acompañada por labradores de la partida de Valverde.

Una compañía de romanos, con sus armaduras, alabardas y rodelas, con su jefe, en que lucía un bonito estandarte.

Un estandarte perfectamente adornado.

La imagen de san Pedro, conducida en andas, por los labradores de Asprillas, y acompañamiento de otros.

Comparsa de turcos, con sus brillantes trajes.

Un tamboril y dulzaina.

Un estandarte ricamente adornado.

La imagen de san Andrés apóstol, en bonitas andas, conducida por labradores de la partida de la Baya.

Una comparsa de labradores, con armas, disparando continuamente.

Un tamboril y dulzaina.

Un estandarte lujosamente adornado.

La imagen de san Antonio de Padua, conducida en andas, con primorosos adornos, por los labradores del partido de la Hoya.

La seguía una comparsa de turcos, con sus vistosos trajes.

Un guion que llevaba uno de los campesinos.

Un estandarte caprichosamente adornado, que conducía otro de los labradores.

La imagen del santo Ángel de la guarda, en andas, guarnecidas con flores naturales, conduciéndola los labradores de la partida de la Algoda.

Una banda de música de la vecina villa de Crevillente, tocando marchas de exquisito gusto.

Una comparsa armada, haciendo disparos.

Un tamboril y dulzaina.

Un guion conducido por un labrador, adornado como los anteriores.

Un estandarte, que también conducía otro labrador.

A continuación, la imagen de Ntra. Sra. del Carmen, cuyas bonitas andas, eran conducidas por los labradores de la partida de Matola.

Seguía una compara con armas, disparando continuos tiros.

Acompañamiento de los alumnos de las escuelas de instrucción primaria de esta localidad.

La imagen de Rey de los Frutos, en andas, adornadas con flores y frutas naturales, conducida por niños.

La imagen de san Sebastián, en andas, conducida por particulares.

La de san Francisco de Asís, que llevaban sobre andas, igualmente.

La de san Pascual Bailón, del propio modo.

Un acompañamiento de vecinos del Arra[ba]l de Santa Teresa, o se[a], del Llano.

Cruz y clero de la parroquia de San Francisco de Asís, de este término.

La imagen de san Francisco de Asís, en andas bien compuestas y adornadas.

Cruz y clero de las monjas Clarisas del convento de esta villa.

A continuación, la imagen de san Francisco, en andas, conducida por fieles.

La imagen de santa Clara, también en andas, del propio modo.

Un guion blanco que llevaba otro de los fieles.

Una cruz de la parroquial de San Juan Bautista.

Un estandarte.

El clero de dicha parroquial.

La imagen de san Juan Bautista, sobre lujosas andas, cubiertas de verdes follajes, flores y frutas, conducida por devotos.

La preciosa imagen de Ntra. Sra. del Carmen, sobre elegantes andas.

Proseguía un guion.

La cruz de la parroquial del Salvador.

El clero de dicha parroquial.

La imagen de Ntra. Sra. del Remedio, colocada sobre bonitas andas.

Un tamboril y dulzaina.

A continuación, iba montado sobre brioso caballo el célebre e inmortal Francisco Cantó, con su traje antiguo español, y en su diestra mano la bandera de la Sociedad «de la Venida de la Virgen», cuyo papel desempeñó Pedro Baeza y Vicente.

Seguía la comparsa de niños con sus trajes de indios, con palmas blancas.

Los 12 apóstoles con sus lujosos ropajes, con palmas blancas.

Una comparsa de marineros, con palmas, que para el objeto se formó, procedente de la población de Santa Pola (...).

[1] Sobre Josep Pons i Pomares, veg. la nota 306.  Segons J. Pomares Perlasia (op. cit., p. 29-30), en l’esmentat sermó del 29 de desembre de 1870, el futur abat Pons hi va relatar la tradició de la Vinguda. Però l’expressió que aquesta Vinguda havia sigut una recompensa del cel per la religiositat i bons costums dels il·licitans de l’època va originar un escrit de contestació per part d’Aurelià Ibarra i Manzoni, titulat Apuntes históricos sobre la aparición milagrosa de la Virgen de la Asunción que se venera en Elche, hui perdut, tot i que va ser àmpliament comentat per l’esmentat Pomares Perlasia (op. cit., p. 44-56; veg. també José M. Sabuco Más, «Aureliano Ibarra y la Venida de la Virgen», Sóc per a Elig, 18 [2008], p. 15-18).

[2] Veg. el nostre article «El V Centenari de la Vinguda (1870)», Sóc per a Elig, 8 (1996), p. 41-47, reproduït en Les festes d’Elx..., p. 379-386.

FUENTE: CASTAÑO I GARCÍA (ED.), (2024), Noticias de Elche [1804-1873] de Josep Mª Ruiz de Lope i Pérez, Elche, Cátedra Pedro Ibarra, pág. 389.

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