Datos biográficos
AZNAR Y PASCUAL, Joaquín (Elche, 1840 - 1889). Quien fue definido por un periódico liberal como “el más decidido auxiliar” del pretendiente carlista en la provincia, nació en Elche, probablemente hacia 1840. Según su medio hermano, Francisco Aznar Carbonell. Lo hizo en el seno de una familia que no se contaba entre las grandes fortunas de la localidad, pero sí tenía una posición acomodada. Ingresó en el Ejército y participó en la guerra de África (1859-1860), sirviendo a las órdenes de Antonio Lizárraga, futuro general carlista. En octubre de 1861 fue ascendido de sargento primero del regimiento de infantería de San Fernando a subteniente del batallón de San Marcial. El ascenso se relacionaba con un cambio de destino. La República Dominicana había solicitado volver a formar parte de España y Aznar formó parte de las tropas que se dirigieron a Santo Domingo. En 1863 lo encontramos en la ciudad de Santiago de los Caballeros, formando parte de un tribunal militar como subteniente abanderado de su batallón. En 1863 se produjo una revuelta en Santo Domingo y Joaquín Aznar la combatió hasta julio de 1865, momento en que España decidió retirarse del territorio. Debió pasar a Cuba o Puerto Rico, donde estaría cuando se le concedió una licencia en noviembre de 1865. En 1867 estaba nuevamente en el regimiento de infantería de San Fernando, pero como alférez. La unidad formaba parte de la guarnición de Valencia. Ese año, Prim intentó comenzar una sublevación en Valencia, pero las unidades militares implicadas, finalmente no se pronunciaron. Joaquín Aznar firmó, junto a otros militares, un escrito en el que marcaban distancias con los proyectos de Prim y proclamaban su fidelidad a Isabel II. Sin embargo, como otros militares, Aznar debía simpatizar ya entonces con el carlismo. Tras la Revolución Gloriosa (1868), que imprimió un giro político a la izquierda, el teniente Joaquín Aznar decidió abandonar el Ejército. En mayo de 1869 había pedido la licencia, aunque todavía no se le había concedido. En 1872 comenzó la insurrección carlista. Los rebeldes necesitaban personas con formación militar. Alguien que -como Aznar- tenía experiencia en combate, resultaba muy valioso. El carlismo ilicitano tenía una potencia nada desdeñable. La irritación entre sus partidarios ante la evolución de los acontecimientos debía ser muy alta. La proclamación de la república el 12 de febrero de 1873 actuaría como detonante, ya que esa misma noche, Joaquín Aznar levantó una partida de unos 50 hombres y salió de la ciudad, dirigiéndose a Hondón de las Nieves, donde llegó el día 13. Fue ascendido por los mandos carlistas al grado de capitán. En Hondón de las Nieves puso en marcha, por primera vez, el modus operandi habitual de las partidas carlistas al entrar en una localidad. Requisaban armas, caballos y fondos municipales, quemaban los documentos del Registro Civil y partían rápidamente. El ingreso de voluntarios de Hondón de las Nieves y localidades vecinas hizo ascender a unos 150 los miembros de la partida. El motivo de la retirada de las localidades ocupadas por los carlistas era que sus fuerzas carecían de suficiente equipamiento y adiestramiento. Aunque podían generar inestabilidad, no estaban en condiciones de controlar un territorio, ni de hacer frente a las fuerzas enemigas. Optaban por una estrategia guerrillera, prefiriendo terrenos abruptos y conocidos por sus integrantes, en los que se movían con rapidez, para evitar la confrontación con el Ejército y otras fuerzas mejor pertrechadas, como la Guardia Civil o los Voluntarios de la República. Las sierras de Crevillente o la Pila serían zonas en las que Aznar operó reiteradamente y desde donde amenazaba a zonas más densamente pobladas, pero en las que le resultaba más difícil operar, como la huerta del Segura y la llanura del Bajo Vinalopó. Entre tanto, desde Elche, se había enviado una columna de 80 guardias civiles para perseguir a Aznar. Cuando llegó a Hondón de las Nieves, Aznar ya había pasado a Hondón de los Frailes. El día 15 descendió a Albatera, donde se le sumaron voluntarios de la Vega Baja. Las fuentes discrepaban sobre el número total de sus fuerzas, oscilando entre 200 hombres y más de un millar. Estaría mucho más cerca de la primera cifra. Sí hay acuerdo sobre la insuficiencia de su equipamiento militar. Joaquín Aznar llegó el 16 de febrero por la tarde a Abanilla. Por entonces ya estaban actuando como sus segundos dos ilicitanos, Francisco Asensio (a) “el Francés” y su hijo Antonio. El 17 llegaron a Abanilla las tropas gubernamentales que les perseguían. Aznar había partido hacia Fortuna. Pese a informarse de ello a las fuerzas gubernamentales, estas se dividieron en dos grupos, ninguno de los cuales fue a Fortuna. Esto parece confirmar otros testimonios que indican que las tropas gubernamentales, ahora incrementadas con guardias civiles de Alicante al mando del comandante Ganga, preferían eludir el combate con una partida cuya fuerza no dejaba de crecer. Por entonces se estimaba que eran 370 hombres, de los cuales 330 iban armados. En la tarde del día 18 de febrero, la partida de Aznar entró en Benferri. Enteradas las autoridades de Orihuela, se aprestaron a la defensa, aunque una parte de sus fuerzas se retiró cuando circuló el rumor de que la partida regresaba a Abanilla. Sobre las 11 de la noche, los hombres de Aznar penetraron por varios puntos de la ciudad. El intercambio de disparos fue intenso, pero no hubo muertos. Aznar consiguió algunas armas, caballos y, sobre todo, municiones, que debieron mejorar su capacidad de combate. Sin embargo, el combate fue percibido como una derrota carlista. Seguramente el motivo era que Orihuela pasaba por ser una ciudad con una fuerte presencia carlista. A pesar de ello, la entrada de Aznar no produjo una implicación de los carlistas locales y no fue posible controlar la ciudad, ni siquiera durante unas horas. El ataque a Orihuela generó una gran alarma. Una columna salió desde Murcia y el gobernador militar de Alicante se desplazó a Orihuela, desde donde dispuso la salida de otra columna en dirección a La Murada. Por precaución, algunas familias de La Matanza se refugiaron en Murcia, ya que se temía una segunda entrada en Orihuela. A fines de febrero, cuando ni siquiera había transcurrido un mes desde su sublevación, Joaquín Aznar solicitó un indulto, que le fue concedido en marzo. Debió partir directamente a Orán, donde había una numerosa comunidad originaria de Elche y de pueblos vecinos. A mediados de julio se produjo una revuelta cantonal, siendo Cartagena la localidad más afectada. Aznar debió considerar que la desestabilización de la República proporcionaba una oportunidad para la causa absolutista. A fines de agosto regresó de Orán. Previamente, habría una planificación, ya que de inmediato se le unieron más de 400 hombres, siendo casi 300 de ellos ilicitanos. El día 29 de agosto entró en Hondón de las Nieves y el 30 en Catral. El 6 de septiembre una columna de fuerzas gubernamentales, sabiendo que Aznar estaba en Hondón de los Frailes, se encaminó hacia allí. Al conocer su aproximación, Aznar apostó a sus hombres en el cerro del Agudo, un lugar en el que podría defenderse mejor. Se produjo un combate, sufriendo los carlistas algunos muertos y prisioneros. La prensa liberal se apresuró a vaticinar el próximo fin de la partida e incluso la muerte de Aznar. Ambas cosas quedaron desmentidas cuando Aznar entró en Pinoso, unos días después. Es más, a mediados de septiembre, Aznar combinó sus fuerzas con la partida de Fuster y mostraron su capacidad para atacar en zonas más densamente pobladas. Realizaron una incursión por Granja de Rocamora, Cox y Callosa de Segura, obteniendo recursos económicos y armas, pero no se aventuraron en Orihuela, desde donde se enviaron tropas. Aznar regresó a tierras más seguras, entrando nuevamente en Hondón de las Nieves el 22 de septiembre. El 17 de octubre, Aznar se encontraba junto a las fuerzas del general carlista Alcober. Sumaban unos 1.400 hombres que se enfrentaron a una columna de 150 militares. El combate evidenció las graves carencias de los carlistas en los enfrentamientos frontales con el enemigo. Las fuerzas gubernamentales, gracias a la hábil dirección de su capitán, se abrieron paso entre las dos partidas, causando 20 muertos, muchos heridos y varios prisioneros, incluyendo al propio Alcober. Aznar dirigió después sus pasos hacia la provincia de Murcia. El 24 de noviembre entró en Caravaca con unos 500 carlistas, retirándose al día siguiente ante la persecución de 1.200 hombres de las tropas gubernamentales. En enero de 1874, los carlistas intentaron reorganizar sus fuerzas en la zona. Aznar fue nombrado comandante del 3.er batallón de Cazadores, que -nominalmente- contaba con 600 hombres de infantería. Tras una incursión que afectó a poblaciones de Almería, Granada, Albacete y Jaén, Aznar regresó a las provincias de Alicante y Murcia. Durante algún tiempo se unió al general carlista Santés, que había llegado a ocupar Cuenca (1873) y Albacete (1874). Debió estar con él cuando tomó Almansa en marzo de 1874. Ulteriormente se separó, hallándose el 20 de abril en Villena y de allí pasó a Abanilla. El 28 de abril, la columna del comandante de la Guardia Civil Arnal dio alcance a la partida de Aznar en la sierra del Carche y le infligió una importante derrota, dispersándose la mayor parte de sus 160 hombres. Ya no volverían a agruparse, porque les perseguían tres columnas, procedentes de diversos lugares. Aznar se dirigió con algunos hombres a la provincia de Albacete. La salida de una cuarta columna desde Alcázar de San Juan le llevó a tomar la decisión de disolver la partida el 9 de mayo de 1874. Algunos de sus hombres se entregaron, acogiéndose a un indulto, mientras otros regresaron a sus lugares de origen. Esta fue la opción escogida por Joaquín Aznar y Pascual. Gracias a una delación, el gobernador civil de Alicante supo de su presencia en Elche y organizó una operación de la Guardia Civil que permitió su detención la noche del día 15 de junio en una casa de las inmediaciones de la ciudad. Sorprendido en la cama, no hizo resistencia alguna y fue conducido al castillo alicantino de Santa Bárbara. Se le sometió a un consejo de guerra y fue condenado a pena de muerte, pero en febrero de 1875 se le conmutó por la de cadena perpetua. Joaquín Aznar debió terminar apartándose de los carlistas, ya que, en el momento de su muerte, en 1889, se ocupaba del cobro de los consumos del Ayuntamiento de Elche.
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