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Álvarez Díaz, Mari Cruz

Enviado por Miguel Ors Mon… el
Datos biográficos
Fecha de nacimiento
19 de abril de 1909
Lugar de nacimiento
Oviedo
Fecha de muerte
7 de junio de 2005
Lugar de muerte
Elche
Profesión
maestra

ÁLVAREZ DÍAZ, Mari Cruz (Oviedo, 19-IV-1909 - Elche, 7-VI-2005). Opositó el 26 de mayo de 1931. Propietaria de la escuela unitaria de niños nº 4.Maestra de la partida de Asprillas durante la II República. Pasó la guerra en Oviedo donde tenía familia. Trabajo en distintas poblaciones hasta el mes de abril de 1939 en que regresó a Elche. Había sido destituida por OM de 10-III-1937 al no presentarse en la escuela. No tuvo cargos. Casada en 1943 con el farmacéutico Juan Torregrosa Juan. Se jubiló en 1979. 

ÁLVAREZ DÍAZ, Mari Cruz (Oviedo, 19-IV-1909 - Elx, 7-VI-2005). Va opositar el 26 de maig de 1931. Propietària de l'escola unitària de xiquets núm. 4. Mestra de la partida d’Asprelles durant la II República. Va viure a Oviedo durant la guerra, on tenia família. Treball en diferents poblacions fins al mes d'abril de 1939 en què va tornar a Elx. Havia sigut destituïda per OM de 10-III-1937 al no presentar-se a l'escola. No va tindre càrrecs. Casada en 1943 amb el farmacèutic Juan Torregrosa Juan. Es va jubilar en 1979.

 

AGA Legajo 23, Caja (5) 1. 30 32/12 298, Expediente 23-5

Entrevista realizada por Miguel Ors Montenegro el 12 de febrero de 2000

“Axó es diu una granera!”.

            La primera escuela que tuve fue en Asprillas. Fue porque mi tía, que en paz descanse, se había quedado viuda, vivía con nosotros y los médicos le recomendaron que pasara los inviernos en Alicante. En Alicante teníamos unos amigos que eran los dueños del Hotel Iborra, que luego sería el hotel Palas. Se habían hecho muy mayores y no sabían vivir si no tenían a alguien. Pusieron una pensión para gente conocida, gente de bancos, una inspectora de educación, un señor que venía de Canarias. Nosotros éramos como familia porque mis padres habían pasado un invierno a Alicante con ellos. Habían estado también en Oviedo tanto los padres como las hermanas solteras. Así que mi tía se iba a venir conmigo por lo que pedimos Alicante. Prefería estar a dos mil kilómetros de Oviedo en tren o en coche que a veinte kilómetros y en burro. Donde fuera, menos quedarme cerca de casa y tener que ir primero con autocar y luego subir al monte en burro.

            Así que soy de la primera promoción de maestras laicas y republicanas. Tomé posesión el 26 de mayo de 1931. Llegué a Alicante con la intención de tomar posesión al día siguiente. Entonces había escalafón y la que primero tomara posesión iba delante, pero me dijeron que ese mismo día. Me dijeron que cogiera el autocar que paraba en el mismo Ayuntamiento.

El secretario del Ayuntamiento era asturiano, Odón González Ochoa, porque lo había traído desde Aspe el alcalde Rogelio Fenoll. Odón se había casado con una cantante, María Batías. Estuvimos con él, nos ayudó con los papeles y fuimos con Toni el tartanero a la calle de Solares y de allí a Asprillas. La escuela de Asprillas era una casa de labradores que al lado tenían otra casa, parecía una casa de gente con dinero. Como allí estaban los duques de no se qué, los marqueses de no sé cuanto… Gente bien que hubiera tenido una casa para pasar los inviernos. En cambio la otra casa era de labradores, con una entrada de cemento para entrar los carros, dos dormitorios, uno con ese ladrillo rojo típico del campo, con las vigas de oliveras pintadas de blanco, una puerta que daba al porche y otra que daba a mi casa. Parecía como si hubiera sido almacén, con grano. Al final había un patio y un water. Tenía un entrante detrás de lo que era mi escuela. Allí había sido maestra doña Dolores Bañó, la madre de Pepito Aznar. Llegué con la República recién instaurada.

Cuando llegué estuve dos días sin niñas, porque la escuela era de niñas solo. La escuela de niños estaba en otro camino y el maestro era José Pareja Dols. Este maestro perdió la carrera después de la guerra y toda la culpa la tuvo su mujer porque incautaron una casa que estaba cerca del cine Capitolio y tengo la completa seguridad que fue cosa de su mujer.

Me encontré sin niñas. Limpié la escuela y cerré la puerta que comunicaba con mi casa, puse dos cerrojos. Yo entraba a la escuela por la misma puerta que entraban las niñas. A los dos días llegó el pedáneo, Pascual, un melonero con dos nenas que no tenían edad para el colegio, porque tenían que ser niñas entre los seis y los catorce años. Aquel me trajo dos pototos.

El ambiente que encuentro es gente muy amable en todos los sentidos. Empezaba porque no nos entendíamos hablando porque ellos hablaban valenciano y yo no sabía de valenciano una torta. Las niñas sabían leer, tenían libros, pero leían mecánicamente sin entender nada. Una inspectora con la que hablé me preguntó cómo me iba y mi tía le dijo que me pasaba el día llorando: “entre que no se entiende con las nenas, tener que sacar agua del pozo, el fuego…”. Una vez me pasó con una niña que había una araña y le dije que saliera a buscar a mi tía para que le diera una escoba. La chiquita me miró como si le hubiera insultado y se repetí: “Te he dicho que hagas el favor de entrar en mi casa y que pidiera una escoba”. La chiquita dijo que ella eso no lo decía. Me enfadé y le dije que se quedaba sin recreo y que ya veríamos cuando se lo levantaba. Total que se fue y vino con la escoba. Se plantó delante de mí y me dice: “Axó es diu una granera!”. Cuando se lo conté a la inspectora me dijo que le guardara a todas sus libros y que fuera a casa de Marimón para comprar cartillas que tenían muchos dibujitos, que dibujara en el encerado y que pusiera los nombres de las cosas. Y Así lo hice, un got, una cadira –unas decían cadira y otras caria o carieta-. Cuando pasaban unos cuantos días repasábamos. Así estuve casi dos años, intercalando matemáticas y otras cosas. Luego se normalizó el colegio y llegué a tener treinta y tantas niñas. Me encontré unas niñas muy buenas, muy inocentonas, muy educadas. Hice también escuela nocturna para las mayores. En invierno a partir de las seis de la tarde solía salir y un día iba a una casa y al día siguiente a otra, para ir conociendo a las familias o si me enteraba que una niña o su madre estuviera enferma. Las mayorcitas hacían cepilleras: un trozo de cartón que forraban con una tela que se llamaba dri, de color verde, con un volante alrededor y un festón rojo y luego dos bolsas para poner los cepillos, porque yo les pedí trozo de tela blanca para enseñarles a coser y a bordar. Así que a las seis o seis media venían unas ocho diez mayores. Traían sus sillas porque allí no había y en la habitación que no utilizaba para dormir puse los dos quinqués y se hacían mantelerías y juegos de cama.

Mi tía estuvo enferma porque una noche le dio una angina de pecho. Vino el pedáneo a la una de la madrugada, tuve que pedir auxilio en la casa de al lado porque aunque gritara nadie me oía. El pedáneo fue en bicicleta a buscar al médico don Andrés Botella con el que tenía amistad desde el día que llegué. Cuando fuimos a buscar a Toni para que nos llevara a Asprillas, íbamos mi tía y yo de luto y con sombreros, pasamos por delante de la casa de Pepita Mira que en paz descanse y, como no, salieron Pepita, Angelita, Rafaela, las tías, Andrés, todos los que estaban de tertulia asomaron la cabeza, porque como íbamos de sombrero, pensaron que éramos de una compañía de teatro. Mi tía padecía de asma y necesitaba un médico fijo y Andrés ya se convirtió en su médico. Además, la madre de Andrés era maestra y ejerció después de quedarse viuda. Se murió su marido y se llevó la llave de la despensa.

Las pasé muy mal, sin agua corriente, sin luz eléctrica. El maestro vino a los pocos días y me dijo que había encargado dos quinqués de gasolina, uno para tenerlo fijo y otro para poderlo llevar a la habitación y una cocina de gasolina.

Yo notaba que la gente pensaba en lo de más hambre que un maestro, porque las nenas te traían un setiet de paja con patatas, cebollas, huevos. Pequeñas cosas pero casi todos los días. Luego me di cuenta que pensaban que éramos dos. En Asturias era normal que te regalaran dos o tres veces al año, pero aquí era casi todos los días. Cuando llegué cobraba 248 pesetas mensuales y entonces era suficiente para poder vivir. Sobre todo en el campo. Cuando iba de Alicante a Oviedo necesitaba el sueldo, pero yo he ido a Alicante en taxi con los hermanos Pareja, los primeros creo que tuvieron taxí, y nos llevaban cinco pesetas. Cuando venía de Oviedo le ponía un telegrama a Pareja y éste me esperaba en la estación y me llevaba en taxi a Asprillas.

Conocí como compañeros a Julio Ramón Segrelles, maestro en la calle Mayor. Era el habilitado que teníamos en Elche. La escuela la tenía al lado de la casa de Carlos Lozano que luego estuvo la policía. La casa siguiente era la escuela de Julio. Arriba tenía la vivienda. Las dos primeras noches que pasamos mi tía y yo en Elche las pasamos en su casa, No nos dejó ir al hotel ni a ningún sitio. Había otra escuela enfrente de Santa María, lo que hoy es el almacén del Misterio de Elche. En esa escuela estuvo Honorio que vino poco antes de las quemas de la iglesia. Cuando vine acababan de inaugurar las Graduadas. Cuando vine a Elche desde Asprillas estuve en San José, una escuela que había sido de las monjas y cuando vino la República en abril, se la quitaron a las monjas e hicieron una escuela de párvulos. Allí estuvo una maestra que era maestra porque su madre era la muchacha de un oculista muy famoso y el oculista le dio la carrera. La hija estudió para maestra pero Odón, el secretario del Ayuntamiento, me contó cosas que pensé que estaba de guasa. La verdad es que te enseñan mucha geografía y mucha historia pero de cosas prácticas para cuando llegas a la escuela, nada. Claro que hay cosas que son de sentido común. Pero una de las cosas que hizo es que en la escuela había un timbre y se acabó la rosca y no tocaba, con lo que fue a pedir otro porque se le había roto. Le preguntaron si había abierto la matrícula y contestó que no tenía más llave que la del cajón de la mesa. Primero creí que era una guasa de Odón. Esta fue la primera maestra que estuvo en San José después de las monjas, pero muy poco tiempo. La República fue en abril y yo estuve en el campo tres años. Las monjas cogían a las hijas de las trabajadoras, por veinte céntimos les daban un plato de comida a mediodía y las recogían por la tarde. Rezaban, cantaban y les enseñaban. Eran monjas de la Caridad. Era un salón muy grande con un banquito en el que se sentaban. No había mesas. Yo pedí el concurso y me vine a Elche en el año 1934. El alcalde era Manolo Rodríguez.

Estaba también como maestro don Eduardo Otero, en las Graduadas. Juanito Martínez que era interino. El padre de Luis Chorro tenía la escuela en la calle de Abad Pons, en casa de las de Garay, donde estaba el horno de la pava.

Cuando yo vine, se daba religión siempre y cuando lo pidieran los padres. Yo mandé un papel a todos los padres y en Asprillas y en Elche ningún padre me dijo que no. Nunca tuve ningún problema y siempre rezaron. En el mes de mayo en San José todos los recreos por la tarde entrábamos a rezarle a la Milagrosa con los niños. Nunca nadie me dijo nada y el mismo Manolo Rodríguez se portó muy bien conmigo. Sería de izquierdas, cada uno es muy libre y con Odón se llevaba muy bien.

 

El 20 de febrero de 1936

El 20 de febrero de 1936 estaba yo en las Cuarenta Horas en El Salvador. Correspondían al Salvador y yo tenía vela a las tres. Tenía que estar media hora rezando y acompañando al Santísimo. Generalmente de tres en tres. Ya habían quemado la tómbola de la Glorieta que era de Acción Católica, habían quemado el Casino y estaban quemando Santa María. Cuando estaba dentro sentí mucho barullo por la calle del Salvador, golpes en la puerta. De repente, salió de la sacristía el señor cura con manteo, teja y cogió la Custodia, la escondió entre sus ropas y por el terrado de su casa pasó a la casa de Luis Latour, el padre de Josefina, Carmen, Marina y todas las latouras. Hermano del padre de Jaime Latour. Yo cuando vi aquello le dije a mi tía que nos fuéramos por la puerta chica y si hay jaleo nos subimos a casa de María Canti, pero por allí no había nadie. Vimos como sacaban los bancos de la iglesia para prenderles fuego. De allí nos fuimos a casa de don Carmelo Serrano. Tardaron en abrirme porque estaban rezando en las falsas y les dije que estaban quemando El Salvador. El que tenía permiso de armas era el padre pero era Carmelo hijo el que llevaba el arma. Era el tartanero de su padre, iba con él a todos los sitios. Le dije que si llevaba pistola que se pusiera un pantalón que no le dejara marca. Estaban diciendo que de El Salvador se irían a quemar a San Juan. Era ya de noche. Efectivamente, cuando pasaron golpearon la puerta y yo, idiota de mí, abrí la puerta. Salí a decirles que no llamaran tan fuerte, que estaban arriba en las falsas y no les oían. Me dijeron retírese. Yo tenía un susto para morirme porque tenía conmigo una señora de Gijón que estaba con su hijo que tenía asma, por si les pasaba algo. Nosotros aquella noche nos fuimos a dormir al Hogar Jardín, a casa de Julio Ramón Segrelles. Al día siguiente a la escuela como si tal cosa. Un taxista se me ofreció a llevarme y traerme todos los días a la escuela por si se metían conmigo. Le dije que no porque era dar muestras de que yo tuviera miedo y a mí no me conocían. Él me dijo que por allí decían que yo era la maestra pandorga, pero nunca tuve ningún problema. Iba y venía y nadie se metió conmigo. Seguí trabajando en la escuela hasta que en las vacaciones pude ir a Oviedo.

En Elche dentro de la profesión había de todo. Indiferentes, mucha gente nueva que había venido por traslados y no sabía uno como eran. Gente que se aprovechó, porque cuando se terminó la guerra te ofrecían puntos para los traslados a cambio de… Tuve una pelea con una señora, en paz descanse, porque ella había estado presa. Un día en el Gran Teatro viendo una película y me dijo si yo no quería ir a Oviedo, que me podía ir. Me dijo que como ella había estado presa. Le pregunté por qué había estado presa y le dije que si había estado presa es por haberse tirado del moño con una que era de izquierdas, por cierto una bellísima persona. Le reproché que le quitara un puesto a otra. A mí me enseñaron Dios primero, luego la patria y el resto, si te queda algo, para ti.

En Oviedo me incorporé a una escuela en septiembre. Fui a escoger a la Delegación y fui a Cangas de Narcea, el pueblo de mi madre. Me encontré con la desagradable sorpresa de que el primer mes el habilitado me dijo que no podía pagarme, que fuera a la Delegación. Lo que pasó es que había una maestra asturiana que estaba huida y que se llamaba María de la C. Álvarez Díaz y que estaba en los montes con los rojos. Tres o cuatro meses después lo pude aclarar. Por un primo que estaba en Burgos se aclaró todo.

Vivía en la calle de Solares encima del estanco de la madre de Pepe Tranca. Estando en Asprillas después de la angina de pecho de mi tía, Rafaela Botella me buscó una casa de una señora que se llamaba Tomasa y la convenció para que alquilase una habitación con una salita con derecho a poder cocinar. Cuando me vine a Elche fue cuando alquilé a la madre de Pepe Tranca.

La guerra

La guerra no me cogió aquí porque Antonio Sánchez Pomares, que en paz descanse, me mandó recado que el lunes día 13 de julio iba a ver levantamiento de tropas. Como en 1934 estuve casi 20 días sin saber de mi familia en Oviedo, porque allí se implantó el comunismo. Gracias a don Balbino Barceló que era el jefe de telégrafos supe que todos estaban bien, pero yo sé lo que pasé. En aquel recado me dijeron que iba a ser cosa de 48 horas, que no me preocupara. Le dije a mi tía que fuera preparando todas las cosas, pero no mucho, sólo dos maletas sin baúl y el sábado nos vamos a Alicante. Cogemos el tren por la noche y a Oviedo. Por eso no me cogió la guerra aquí.

Cuando se inauguró el Instituto, estaba yo en Asprillas y Odón me mandó un guardia para decirme que estaba invitada y que lo dijera a algún compañero. Fuimos la maestra de las Bayas, Pareja Dols y yo. Un labrador nos dejó un carro, otro nos dejó una mula coja y nos vinimos. Dejamos el carro en el Arrabal, en casa de uno de los labradores. Se inauguró en la casa de Gómez. Cuando terminó la guerra, el ministro Ibáñez Martín era padrino de boda de Maita, de doña Carmen Sainz Ayllón. Era íntimo amigo de su marido. Carmen cuando se casó dejó de ejercer. Cuando llegó la guerra su marido era el gobernador civil de Segovia y a ella le cogió veraneando en San Ajenjo en Galicia. Ella estaba con su nene y no sé si por la Cruz Roja o por medio de qué le llegó la noticia de que su marido estaba muy enfermo, enfermo que se murió. A trancas y barrancas pasó de zona nacional a zona republicana, a Barcelona. Eso le llevó a ser depurada. Como Ibáñez Martín la conocía, le propuso, porque ella estuvo de profesora en el Instituto de Elche, entonces no la conocí yo, le propuso hacer un colegio de primera y segunda enseñanza para que pudiera vivir, porque se lo habían confiscado todo.

El Instituto estuvo en casa de Gómez pero al haber mucha gente y no caber todos, hubo parte en donde hoy está la clínica de Soler y parte en Puente Ortices. Así que el Instituto estaba parte en casa de Gómez, parte en Puente Ortices y en el Mercado. Luego vendría el colegio de la Asunción en la calle Gato, que daba a la casa de Cosidó.

La maestra que había en la calle de El Salvador estuvo mucho tiempo separada. No sé si estuvo o no en la cárcel. Estaba casada con un chico que era viajante, él era muy, muy, muy de izquierdas. Pero le cogió la guerra en zona nacional y acabó siendo teniente del ejército nacional. Gracias a las amistades de él no la rehabilitaron enseguida pero pudo reingresar y se fue a vivir a Santa Pola. Otro maestro que perdió la carrera y fue encarcelado fue José Pareja Dols. Era un hombretón. A mi me llevaron a declarar en su juicio en Alicante y me preguntaron que, como compañera que había sido de él, que tenía que decir. Les conté que había sido un buen compañero, que conmigo se portó muy bien, que iba a su casa como si fuera la mía, que buscó un sustituto en la escuela cuando mi tía se puso enferma y yo tuve que llevarla a Elche y que me acompañó. Me preguntaron si yo no sabía que el se había incautado de una propiedad y dije que sí, que lo sabía, pero que me lo habían dicho y recordé que mi padre decía: “De lo que no veas, nada creas”. Recalqué que para mí, Pareja Dols había sido un perfecto compañero y nada más. Estuvo en la cárcel, en Palacio. Su hija pequeña vive en Francia.

Llevo en Elche 69 años. Cumplo 91 años...

 

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