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Amorós Pérez, Pilar

Enviado por Miguel Ors Mont... el Lun, 13/01/2014 - 14:30
Lugar de nacimiento: 
Elche
Fecha de nacimiento: 
19 de diciembre de 1940
Lugar de muerte: 
Elche
Fecha de muerte: 
20 de septiembre de 2020
Profesión: 
Arquitecta
Biografía: 

AMORÓS PÉREZ, Pilar (Elche, 19-XII-1940 - 20-XII-2020). Primera arquitecta de la provincia de Alicante. Arquitecta municipal del Ayuntamiento de Elche.

Entrevista de Miguel Ors Montenegro (2 de abril de 2013), transcrita por Asunción Fenoll Cerdá y revisada por la entrevistada.

"Nací el 19 de diciembre de 1940. Mi padre, Vicente, era funcionario de Correos y mi madre, Josefina, bordadora.  Somos  tres hermanas. Celia, Pilar y Alicia. La familia de mi  madre era oriunda del Molar, formaron parte de la población que se trasladó a la nueva partida de La Marina junto al mar huyendo del paludismo. La familia de mi padre era de La Hoya pero mi abuelo fue a la Marina para  trabajar como encargado a las Salinas y se estableció allí la familia.  Mis padres ocuparon la vivienda que le correspondía al Administrador de Correos en la planta situada sobre las antiguas oficinas de correos en la calle Sagasta nº 9, frente a la fonda “La Confianza”, allí nacimos las tres hermanas y allí vivimos hasta 1949 cuando  se necesitó el piso para ampliar las oficinas de Correos.

Tengo unos recuerdos muy nítidos de aquellos primeros años: del día que mi padre  nos llevó a mi hermana Celia y a mí a hacernos unas fotos en un huerto de palmeras junto a las casas de la Virgen, era el año 1942 cuando el Ayuntamiento compró el huerto anexo al de la Virgen y abrió el parque  al público; de  la Glorieta con el templete en el centro y el piso de gravilla alrededor lleno de pequeños dátiles que caían de las palmeras; de los quioscos donde comprábamos  los tebeos, el de Rico y el de Eloy con los tebeos  de segunda mano; de  la “agüelica engorraora”  con su gran cesta de mimbre llena de porquerías que nos ofrecía  a cambio de que trajésemos comida de casa y a quien se nos prohibía acercarnos,  de  las calles sin coches.

Mi primer colegio fue la guardería de las Carmelitas de la cual los únicos recuerdos que tengo son el niño Jesús de Praga y la  enorme  lengua de trapo roja que me colgaron en clase  por hablar. Mas tarde fui, hasta los seis años, a la escuela de párvulos de Dña. Teresa Falcó, que estaba en la calle Mayor y cuyo patio de recreo daba al río, una maestra  muy liberal, muy buena. De los compañeros me acuerdo de Marisol Pérez  y  Bernabeu.

Cuando acabé la escuela de párvulos fui a la de primaria de la maestra nacional Dª Rosario. Era de  Novelda,  valenciano parlante,  y aunque, como era de obligación, nos daba las clases en castellano, nos enseñaba la ortografía por comparación con el valenciano. Los primeros años cantábamos con el brazo en alto el “Cara al sol” por las mañanas cuando se izaba la bandera nacional que estaba en el balcón. La escuela era unitaria y sólo de chicas. En un local de la planta  baja estaba la escuela de D. Viriato de chicos. En esta escuela aprendí muchísimo, hasta las declinaciones, a hacer resúmenes de historia y leer mapas mudos, si embargo  cuando llegó la fecha del examen de ingreso al  bachillerato la maestra decidió que ni  Marisol Pérez ni yo estábamos preparadas, creo que era porque no dominábamos el catecismo. Desobedeciendo sus órdenes Marisol se examinó en Alicante y yo me presenté en el Colegio de la Asunción no solamente al examen de ingreso sino al posterior para matrícula de honor que obtuve, con gran disgusto de la maestra que se vengó no admitiendo a mi hermana Alicia el curso siguiente.

En esa época parece ser que había prohibición expresa de hacer institutos en Elche debido a las tendencias izquierdistas que había habido antes de la guerra en el instituto entre los profesores (el primer instituto público después de la guerra fue el  del Parque Deportivo, en 1963). El único sitio donde se podía hacer el bachillerato era el colegio privado laico de La Asunción. Yo empecé el bachillerato en el colegio de la Asunción. Estudié los tres primeros años en este colegio con muy buenos profesores: Dª Mª Teresa Vega profesora de geografía e historia era estupenda, Dª Carmen Sainz, que era la directora daba latín, D. Luís Chorro, alcalde de Elche era nuestro profesor de ciencias; Sixto Marco nos enseñaba dibujo y su mujer, Dña. Celia era la jefa de estudios y además  daba lengua  y “labores”  a las chicas enseñándonos  a bordar y a hacer vainica; D. Álvaro  y D. Francisco Vives daban matemáticas. Mi recuerdo del Colegio de la Asunción  es muy bueno. El colegio era mixto. Hice el ingreso con 9 años, en 1950. Del colegio recuerdo la sala de estudios con un diccionario en la mesa de la profesora al que ibas a consultar y los castigos por hablar  sentándome junto a un alumno  de 5º curso que  a mí me parecía un señor mayor y me imponía respeto. La sala de estudios se ampliaba por el fondo formando una “ele” con una habitación a la que llamábamos la cueva porque no disponía de luz eléctrica y se iluminaba con un “petromás”. Hasta guardo buen recuerdo del conserje, Fernando, que era delgado y alto. El colegio estaba situado donde está ahora la Mutua. Era un edificio separado de Santa María por un callejón muy estrecho donde los días de viento se producían unas  corrientes que parecía que nos íbamos a volar. Cuando yo estaba en segundo de bachillerato vinieron a Elche las Jesuitinas y abrieron el Colegio Santa María en una casa de dos plantas de un huerto de palmeras. El colegio de las Jesuitinas y más tarde el de los Salesianos significaron una fuerte competencia para el Colegio la Asunción y más tarde su muerte, se consideraban estos nuevos colegios los sustitutos de las Teresianas de Alicante y los Jesuitas de Orihuela donde iban los niños con más nivel económico. Mis padres pensaron que tendríamos mejor educación  en las Jesuitinas y llevaron primero a mi hermana Alicia y luego a Celia y a mí. En este colegio se podía estudiar todo el bachillerato y Magisterio y las reválidas de cuarto y sexto se hacían en Alicante en el Instituto Femenino. Solo cinco chicas acabamos el bachiller: Adelfa Tormo, Margarita Sáez, María  Rosario Balcázar, mi hermana Celia (que se incorporó al bachillerato superior conmigo después de terminar Magisterio) y yo. Mi sensación es que la enseñanza en las Jesuítinas era mucho peor que la del Colegio de la Asunción, las profesoras eran todas monjas, la mayoría no cualificadas, predominando la enseñanza religiosa que lo impregnaba todo sobre otros conocimientos. Era una educación oscura y  represiva, nos prohibían leer libros que no fuesen “ejemplares”,  tener cualquier gesto de vanidad y sobre todo pensar.

No sé por qué hice Arquitectura. Estuve un año sin estudiar porque mi padre cogió tal enfado cuando mi hermana mayor se hizo monja jesuitina que nos prohibió seguir estudiando a Alicia y a mí pensando que de poco le habían valido a Celia los estudios. Tuvimos la suerte de que un día  en un encuentro casual con D. Francisco Vives le dijo: “Vicente, no les cortes las alas a las nenas”. Eso le hizo recapacitar y volvimos a estudiar, Alicia el bachillerato y yo el selectivo. Hice  el Selectivo en Murcia que era el curso  común para todos los de ciencias. Yo en realidad no sabía si quería hacer Medicina o Arquitectura,  no lo tenía claro, al final me decidí por Arquitectura. Cuando empecé la carrera sólo había Escuelas de Arquitectura en Madrid y en Barcelona,  opté por Madrid y empecé la carrera en un curso con  200 alumnos de los cuales siete eramos chicas. La carrera comenzaba con el curso de Iniciación que había sustituido al Ingreso en la carrera del plan de estudios anterior, en este  curso aún no había asignaturas muy específicas de Arquitectura y la formación básica estaba dominada por el dibujo que iba a ser la base de nuestra educación visual y nuestro lenguaje profesional: dibujo técnico y artístico  (Análisis de formas) que incluía estatua a carboncillo, dibujos a mano alzada creativos y apuntes del natural. Aprobado el  curso de iniciación empezaba la carrera de arquitectura  (cinco años) Fueron años estupendos y efervescentes aquellos del 62 ó 63 hasta el 68, que acabé la carrera.

Para mis padres fue un gran esfuerzo costear mis estudios de Arquitectura por su bajo nivel de ingresos, a la vez que mi hermana Alicia estudiaba Óptica también en Madrid, sin embargo, al empezar primero de Arquitectura, conseguí una de las cuatro  becas que convocó  la Caja Postal de Ahorros para hijas de funcionarios de Correos, la cual consistía en tener alojamiento gratis en el Colegio Mayor Santa María del Pino de monjas dominicas,  dinero para libros y como consecuencia de la beca no pagar derechos de matrícula. Fue un poco difícil mantener esta beca en una carrera en que es habitual  descuidar asignaturas secundarias como Sociología o Derecho para dedicarse de lleno a los proyectos porque, aunque la Caja Postal no había puesto esa condición (de hecho me dieron la beca con la asignatura Materiales de Construcción suspensa en junio) la directora del Colegio decidió que si suspendía alguna asignatura en junio me echaba a la calle. No le dí ese gusto.

Pasado el ecuador de la  carrera el ambiente político estaba agitándose e íbamos tomando conciencia de la problemática del país. Empezamos a asistir  a una misa en la Ciudad Universitaria que celebrara Jesús Aguirre, futuro duque consorte de Alba, no por la misa sino  porque allí el sermón era una auténtica charla política y una fuente de noticias censuradas en la prensa. Empezaron los años de llegar a la Escuela a través de dos filas de grises a caballo y tanques de agua con tinta azul, de canción protesta, de  manifestaciones y carreras, de compañeros de carrera a los que les quitaban el pasaporte, de las revistas Cuadernos Para el Diálogo, Triunfo y el periódico Madrid, momentos convulsos de todos contra Franco sin distinguir ideologías. La Iglesia Católica había estado metida en nuestras vidas de tal modo que fue más fácil quitarse el lastre  a través de  miembros de la misma como eran aquellos curas que  cuestionaban la Iglesia oficial,  siempre junto al  poder, que celebraban la misa en una habitación de cualquier casa. Poco a poco aprendimos cosas que hasta entonces nos habían ocultado y a eliminar tabúes. Compaginé mis años de estudio con algunos trabajos como dar clases de formación a obreros en una Fundación en el barrio de Usera donde  me dí cuenta que un metalúrgico podía tener una gran cultura política de la que yo carecía  y de que una chica se podía comer una lista de gente  si la detenía la policía.

Más tarde empecé a trabajar en el estudio del profesor de proyectos Juan Daniel Fullaondo, gratis claro, donde algunos estudiantes colaborábamos en proyectos muy interesantes, como el que redactó para el concurso de la Ópera de Sidney. También trabajé en el estudio del arquitecto Francisco Coello de Portugal, dominico, autor del edificio donde estaba mi colegio mayor. En este estudio  se hacían proyectos de  colegios religiosos y algún convento, eran obras que luego se construían y  yo acompañaba al arquitecto y al aparejador a algunas  direcciones de obra. Cuando acabamos la carrera mi hermana Alicia y yo nos quedamos a trabajar en  Madrid. A mí me parecía más enriquecedor que volver a Elche. Continué en el estudio del arquitecto Coello de Portugal por las tardes y por las mañanas en  el Ministerio de la Vivienda mediante una beca de urbanismo de un año de duración. Era la época en que, como todo, la tramitación del urbanismo estaba centralizada y el planeamiento español tenía que aprobarse en este Ministerio, así que los sábados había reuniones donde se analizaba el planeamiento  de diversas ciudades  con un coloquio posterior, lo que me fue para mí un gran aprendizaje.

Mi primer trabajo profesional fue un regalo fin de carrera del arquitecto Coello de Portugal: el proyecto y dirección de las obras de la emisora de la COPE en Pozuelo de Alarcón, que realicé en colaboración con mi compañero Carlos Lavesa. Más tarde abrí un estudio con una pareja de amigos arquitectos, Lucía y Manolo. Teníamos poco trabajo y, con la excepción de  la decoración de una tienda, todas las obras estaban  fuera de Madrid, mayoritariamente en San Martín de Valdeiglesias. Mis ingresos se complementaban  dando  clases de instalaciones en la escuela de decoración Montelar del Opus Dei. En el año 1970 me casé con Jochen, mi marido que es alemán. Nos casamos de la única manera posible entonces, por la Iglesia, superando las trabas que la Iglesia Católica ponía a matrimonios que no pertenecían a la misma rama del cristianismo, multa incluida de  500 pesetas, interrogatorio sobre varios temas como el divorcio o cómo nos conocimos y promesa por escrito sobre la educación de los hijos en la fe católica. La boda se celebró en la Capilla de Comunión y no en el altar mayor y el cura en el sermón arremetió contra los protestantes. Cuando me casé ingoraba que en España, con un Código Civil que exigía la licencia marital para dar validez a la firma de la mujer en actos documentados, mi matrimonio otorgaba todos los derechos al hombre. El régimen económico matrimonial vigente en Alemania favorecía mi independencia económica. Mis hijos tuvieron nacionalidad alemana a pesar de haber nacido en España y se hijos de madre española.

Vivíamos en Madrid y allí tuve a mi primer hijo Axel. Mi vida se complicó, sin guardería ni ayuda para cuidar a mi hijo  tenía que llevármelo al estudio, dejárselo a mis amigos para ir a dar clase y recorrer grandes distancias con el niño en el capazo, así que dejé de participar en todas aquellas cosas que me enriquecían y me habían tentado para vivir en Madrid. En 1972 decidimos venir a vivir a Elche. Monté mi primer estudio en Elche en la calle 13 de septiembre dedicándome a la edificación privada, viviendas unifamiliares y edificios de viviendas. En Elche tendríamos otros tres hijos: Eva, Michael y Frank.

Cuando me  hicieron una entrevista en La Verdad,  porque era la primera mujer arquitecta de la provincia, al alcalde  Vicente Quiles y al secretario Juan Orts se les ocurrió que podían contratarme para sustituir al Arquitecto Jefe  municipal Santiago Pérez Aracil. Me dijeron que habían pensado en mí porque era  mujer  y no me montaría ningún tinglado para hacer negocios, lo cual me sentó fatal  así que  les contesté que la honestidad no tenía nada que ver con el sexo. Me propusieron un contrato administrativo, compatibilizando mi trabajo en el estudio privado con el del Ayuntamiento ya que consideraban  que  cuanto más dinero ganara con el trabajo privado menos chanchullos haría. En estos años no había incompatibilidad para compaginar la condición de funcionaria con la realización de proyectos privados estando sólo prohibido participar en la tramitación de tus propios trabajos. Como única incompatibilidad el Alcalde me hizo prometer a nivel personal que no haría proyectos  en Arenales del Sol,  en aquel momento un nido de irregularidades urbanísticas, encomendándome la dirección de las obras de urbanización y  el control de la edificación en Arenales.

Empecé a trabajar en el Ayuntamiento en esas condiciones en mayo de 1973, embarazada de mi hija Eva. Fue una época de trabajo muy intenso ya que en la oficina técnica había poco personal y yo quería resolverlo todo, ni siquiera disfruté de baja laboral cuando nació mi hija ni cuando nació mi  tercer hijo Michael en el año 1976. Continué trabajando como contratada  hasta el año 1979  porque el alcalde consideraba que si me convertía en funcionaria dejaría de trabajar de modo  que no se convocó la oposición hasta que las primeras elecciones democráticas eran inminentes.

Cuando ocupé la plaza de  Arquitecto Jefe como funcionaria cerré el despacho de arquitectura y empecé a trabajar en exclusiva para el Ayuntamiento de Elche  hasta los años 90 que al  suprimir la dedicación exclusiva para los técnicos municipales  se nos autorizó a  realizar trabajos profesionales  fuera del término municipal de Elche. Volví  a abrir el estudio con el fin de completar los ingresos económicos familiares y poder  atender a la educación de mis hijos que ya eran cuatro después del nacimiento de mi hijo Frank en el año 1982 y para un mayor enriquecimiento personal. Hice trabajos  de urbanismo en Aigües, Rafal, Alicante, Crevillente, de edificación en Ibi, me presenté a concursos de obra pública de arquitectura  resultando adjudicataria de algunos de ellos: un Instituto en  El Campello, Colegios Públicos en Benejama, Catral y San Vicente, un cementerio en Ibi etc Mi competencias en el Ayuntamiento los primeros años abarcaban desde el urbanismo, expropiaciones, ruinas, licencias de obra, edificios municipales, cementerios, obras de  urbanización,  mantenimiento y además  algunas que eran competencia del Ingeniero Jefe municipal Pedro Alemañ, cerca de la jubilación, como las licencias de apertura de establecimientos. Claro está que no tenían el volumen que tienen ahora y pude atender a todo gracias a mis colaboradores técnicos que eran estupendos y con los que formé un buen equipo primero Antonio y Pascual Urbán y más tarde Roberto Rodriguez Valenzuela. Cuando se jubiló el Ingeniero Jefe y ocupó la plaza Tomás Brotóns, se hizo cargo de todo el departamento de ingeniería y  más tarde se fueron creando plazas de funcionarios para las distintas especialidades de modo que se pudo racionalizar la distribución del trabajo técnico.

El Plan General que estaba vigente en Elche cuando empecé a trabajar en el Ayuntamiento era el de 1962 basado en la Ley de 1956, la primera ley del suelo de la época franquista, cuya finalidad era la ordenación de la ciudad existente y una pequeña  reserva de suelo para su crecimiento, el suelo rural no era objeto de ordenación, por eso se llamaba Plan General de  Ordenación Urbana. En el año 1973  se aprobó un nuevo Plan General, teóricamente muy bueno, pero que estudiaba más el futuro desarrollo de la ciudad que la ciudad existente, de hecho mantuvo vigente todo el planeamiento parcial o de reforma aprobado, por malos que fuesen. Continuaron en vigor  el Plan Especial de los Palmerales, el Plan de  la Glorieta el del  Huerto del Cipreret, Porta Morera,  el Huerto de Ripoll, seguramente por imposición municipal ya que detrás de cada uno de estos planeamientos había importantes intereses económicos.

Tres de estos planes afectaban a huertos de palmeras y ninguno de ellos los protegía en absoluto.  El Plan de protección del palmeral además de asignar  a muchos huertos usos ajenos al propio cultivo de la palmera como viviendas, colegios, instalaciones deportivas, hoteles, centros de salud, usos que  lógicamente predominaban una vez hecha la instalación sobre el bien a proteger,  daba la sensación de que había  asignado los usos del suelo por sorteo o en función del parcelario. El resultado de la aplicación de este plan es que donde antes había un huerto ahora hay un colegio, una vivienda o un  hotel con palmeras alrededor. Otros planes que se mantuvieron como el del Cipreret  sirvieron para edificar parte de un huerto. El de Porta Morera, similar al del Cipreret, aunque modificado por el planeamiento posterior,  se ha ejecutado recientemente. Un dato a destacar del  Plan 1973  que parece anecdótico es que preveía  la confección de  baremo que contuviese el ancho oficial de las calles que era el parámetro que determinaba las alturas edificables. Este baremo se hizo, por orden directa del alcalde Vicente Quiles,  eligiendo siempre de modo de medir las calles para que resultase el menor ancho posibles, así que calles como  la avda. del País Valenciano, pasaron de contabilizar un ancho prácticamente ilimitada por su fachada al río Vinalopó a la dimensión real  de la calle urbanizada.  Ello tuvo como consecuencia una importante  bajada de la altura edificable y por tanto de la densidad de  edificación. 

He estado en el Ayuntamiento con varios alcaldes: Vicente Quiles antes de la democracia y luego Ramón Pastor, Manuel Rodríguez y Diego  Maciá. De todos los alcaldes, tengo en general una buena opinión aunque no estoy de acuerdo con todo lo que hicieron. El primero, Vicente Quiles era un hombre muy trabajador y honesto y aunque me presionó muchas veces para que modificase algún informe en función de sus directivas, amenazándome con el despido si no le  obedecía, yo notaba que valoraba mi resistencia a sus órdenes cuando más tarde me decía que ante los constructores me mantuviese en mi sitio como hacía con él. Tengo que destacar que cuando, una empresa intentó urbanizar el Clot de Galvañ el Alcalde no quiso ni recibir a los directivos encomendándome que les transmitiese que se trataba de suelo no urbanizable y así iba a seguir. Era en cierto modo idealista, aunque producto de su época, dictador y padre a la vez. Cuando se acercaba la fecha de las primeras elecciones me aconsejó que tuviese el pasaporte a mano y me fuese  a Alemania con mi marido y mis hijos ya que  estaba convencido que venía la guerra civil. Me quedé asombrada pensando lo lejos que vivía de la realidad. Se preocupaba mucho de las zonas verdes  e intentó regularizar la construcción de viviendas aisladas en el campo obligando al ensanche de caminos y  al vallado de parcelas con vegetación. Por otra parte su despreocupación por el patrimonio histórico era notable así como sus desencuentros con el archivero y arqueólogo municipal  D. Rafael Ramos valga como ejemplo la urbanización de Traspalacio,  la demolición de la Glorieta,  la eliminación de las dos acequias de hilo en el parque. Lo más  característico de esa  época es que los concejales eran plenamente conscientes de que su opinión no valía para nada,   ya que quien gestionaba y decidía todo era el alcalde personalmente. Con la democracia ocupó la alcaldía Ramón Pastor,  buena persona pero con grandes limitaciones. Mi primera sorpresa fue que después de tantos años en lucha y discusión con Vicente Quiles  la nueva corporación no se fiaba de mí porque había ocupado el puesto de Arquitecto Jefe  en la época de la dictadura. La actuación a destacar en la época de Ramón Pastor es la urbanización de la  Avenida de la Libertad que fue una propuesta de un grupo de arquitectos para crear un bulevar al estilo de los existentes cuando se circulaba en coches de caballos y que todos recibimos con entusiasmo. La urbanización de esta avenida ya estaba proyectada e iba a ser costeada por el Ministerio de Obras Públicas, con el gobierno anterior, como consecuencia de las obras de  soterramiento del ferrocarril que fueron sufragadas en parte por la ciudad.  La obra consistía en disponer una vía de circulación central y dos grandes aceras a ambos lados cuyo ancho se dejaba a criterio del  Ayuntamiento (entonces se barajaban 10 metros de anchura que parecía una dimensión enorme comparada con la dominante en la ciudad entre  1 y 2 metros). Hoy, visto con perspectiva, mi opinión personal es que unas buenas aceras amplias alejan el tráfico de las edificaciones y potencian el  la  vida de la calle. Creo que la mejor época  para el urbanismo durante el mandato de Ramón Pastor fue la que tuvo al frente de la Concejalía de  Urbanismo a Martín Sevilla bajo cuya dirección se redactó el Plan General 1982, con quien colaboré muy intensamente. Una determinación muy importante de  este  Plan  es  incrementó el espacio de protección de la costa y  destinó todos los huertos de palmeras, aún no ocupados por otros usos, a espacios libres públicos por lo cual su finalidad era que pasasen a ser propiedad del municipio.  Estábamos muy ilusionados con la propuesta para los huertos de palmeras sin sospechar que la titularidad municipal no es garantía de preservación. En esta época, desde la concejalía,  también se impulsó la vigente Ley de Protección del Palmeral. El alcalde que sustituyó a Ramón Pastor fue Manuel Rodríguez. En los años de su mandato estuve algo más alejada de la gestión municipal porque el Alcalde eligió sus propios asesores directos entre los que incluyó al arquitecto Gaspar Jaén que fue el autor de la recuperación de la Glorieta. Durante el mandato del alcalde Diego Maciá se dinamizó mucho la gestión municipal, yo destacaría de esta época la creación de la Universidad Miguel Hernández y la revisión del Plan General 1992. Respecto a la   gestión de la Universidad,  que se inició en la época de Manuel Rodríguez, yo creo que la   persona que más trabajó para que se tomase la decisión de ubicarla en  Elche fue José Quiles. La gestión de los terrenos fue muy complicada ya que  cuando se decidió su ubicación  el suelo que hoy ocupa estaba destinado al uso residencial y disponía de planeamiento específico y reparcelación aprobados, ello implicó arduas negociaciones con los propietarios y que aceptasen la asignación de edificabilidad y aprovechamiento en otros sectores  con situación menos privilegiada. Parte de los terrenos de la Universidad se obtuvieron por cesión gratuita de sus propietarios a cambio de ese aprovechamiento y el resto tuvo que ser objeto de expropiación con la consiguiente carga económica para las arcas municipales. En cuanto al Plan General  1992 hay que agradecer al Concejal de Urbanismo José Fernández que optase porque su redacción la realizásemos los técnicos municipales por nuestro mayor conocimiento de la realidad urbanística de la ciudad. 

Gracias a los cambios realizados en la legislación urbanística valenciana,  con la aprobación de la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística, se pudo articular un sistema de gestión mediante el cual se asignaron a los distintos sectores de suelo urbanizable los huertos de palmeras  para su cesión gratuita al municipio. La mejora de los sistemas de ejecución del planeamiento  por el cambio de legislación y el boom inmobiliario hizo en que en  corto período de tiempo se gestionasen todos los sectores de suelo urbanizable de Elche y algunos de las partidas rurales, ello aportó riqueza al municipio pero impidió analizar y meditar sobre los fallos del planeamiento. En cuanto a la arquitectura  destacaría en mi actividad municipal la Biblioteca Municipal y la Casa de la Festa, proyectos de los que fui autora y el Conservatorio Municipal de música realizado en colaboración con el  arquitecto Gaspar Jaén. Mi vida como Arquitecta Jefe en el Ayuntamiento de Elche, tras ser  designada por el Alcalde Directora del Área de Urbanismo,  terminó con mi lapidación pública tras un proceso originado porque no me plegué a los tejemanejes de un funcionario y una concejala corruptos. El tema que desató la tormenta fue que una concejala del PSOE, Francisca Sabater, sacó del cajón del olvido un título de propiedad de una antigua finca, obtenida por segregación de otra de mayor cabida, de unos 17.000 m2,   y solicitó al Ayuntamiento que se incluyese dentro del ámbito de la reparcelación del  sector de suelo urbanizable Ar-1 de Arenales del Sol alegando que en realidad tenía una superficie de unos  57.000 m2,   aparentemente los propietarios ignoraban la situación de la finca  y pretendían que el Ayuntamiento la midiese y ubicase. Si  se considera que este tema se plantea  cuando los terrenos urbanizables habían alcanzado su precio máximo, se puede apreciar el montante económico de la operación. Mi intervención en el asunto, al que en principio no di importancia, se  limitó a emitir un informe, a petición del concejal de urbanismo, en el que  informé en el sentido de la finca era ilocalizable, que  se debía aportar plano de la misma por parte de sus propietarios y que era a ellos a quien correspondía identificar la propiedad. El jefe del Servicio Jurídico de urbanismo, Marcos Sánchez Adsuar, con una actuación absolutamente irregular,  obvió el informe  técnico, emitió un informe jurídico admitiendo que la finca estaba dentro del ámbito de la reparcelación del sector e incluyó el expediente en el orden del día para su aprobación por el Ayuntamiento  Pleno. Cuando vi  la barbaridad que se iba a hacer, aconsejé al equipo de gobierno que retirase el expediente del  Pleno considerando que la finca no estaba identificada y así se hizo.  A partir de ese momento  el Sr. Sánchez Adsuar se erigió en paladín de una causa contra mí  como perteneciente a una trama corrupta, causa  que fue jaleada por la prensa, con la periodista Mariola Sabuco a la cabeza,  y por los partidos políticos de la oposición.  Nadie se molestó en conocer mi versión de los hechos y el equipo de gobierno empezó a tratarme como una apestada prescindiendo prácticamente de mis servicios. Concurría la circunstancia de que yo había redactado un Plan Parcial en el municipio de Crevillente,  algo que no era en modo alguno oculto, estaba en tramitación y  había sido publicado en el Boletín Oficial de la Provincia,  para una Agrupación de Interés Urbanístico, cuyo presidente era el mismo que la del sector de Arenales donde se pretendía ubicar la finca. No había tenido en cuenta que aún no habían transcurrido dos años desde que redacté ese Plan Parcial,  período en que debía abstenerme de informar  en el asunto y a pesar de la inocuidad de mi informe  había cometido una falta administrativa. Cuando el funcionario citado denunció esta circunstancia el Alcalde Diego Maciá me destituyó fulminantemente como Directora de Área. Me enteré de mi destitución por la llamada de un amigo que había oído  por la radio la retransmisión de  la rueda de prensa dada por el alcalde para dar la noticia. La familia Sabater  con el asesoramiento del  Sr. Adsuar  inició una querella contra mí ante los Tribunales de Justicia acusándome entre otras cosas de cohecho. Muchas veces me he preguntado por qué ningún partido político, ni de izquierdas ni de derechas, cuestionó la actuación de la concejala Francisca Sabater y aprovechó con tanto ahínco la campaña contra mí. Hoy dispongo de todas las sentencias judiciales del proceso que no solamente me absuelven sino que citan la  idoneidad y objetividad de mis informes. Estas sentencias  ya no son noticia porque no son un escándalo. LosTribunales de Justicia no han reconocido  la existencia de propiedad alguna dentro del sector Ar-1 de la familia Sabater. Cuando cumplí los 65 años ni siquiera barajé la posibilidad de solicitar el 'reenganche' como pensaba en épocas anteriores, decepcionada y desilusionada  tramité la jubilación en el Ayuntamiento y lo borré de mi mente".

 

PILAR AMORÓS PÉREZ, mi recuerdo personal. Joaquina Mora Antón. Información, 22 de marzo de 2020

Conocí a Pilar Amorós, a principio de los años 70, siendo yo adolescente y ella una joven arquitecta con estudio propio. Yo cuidaba de su hijo Axel mientras cursaba el bachillerato y decidía que estudios universitarios quería realizar.

Para mí ella era una mujer joven, profesional y moderna (el suelo de goma antideslizante de colores de su casa era increíble). Representaba un modelo de mujer a la que quería parecerme. Además, estaba casada con un extranjero (algo nada corriente en aquel entonces) muy simpático. Con posterioridad la familia aumentó en tres miembros más.

Pensé estudiar arquitectura pero las matemáticas y la física no se me daban bien. Me fui a Madrid, donde también estudió Pilar, y elegí Ciencias Políticas y Sociología especializándome en Sociología Urbana.

Más tarde volvimos a coincidir en el Ayuntamiento de Elche donde ella ejercía de Arquitecta Jefe Municipal y yo fui nombrada Gerente del Patronato Municipal de la Vivienda. Trabajamos juntas en el equipo redactor del Plan General de 1992.

Tengo la imagen de ella como una mujer trabajadora, tímida pero enérgica. Me causaba respeto y admiración. Pienso en lo difícil de llevar las riendas del urbanismo en un municipio como el de Elche que creció tanto y tan rápido y en un sector con tan poca presencia de mujeres y tantos intereses económicos en juego, o como decía ella “chanchullos”.

Toda una vida profesional dedicada a la función pública desde uno de los puestos de mayor responsabilidad e influencia para el municipio.

Para mí en la adolescencia fue una inspiración y siempre le he tenido gran estima y admiración. 

Mi pesar a su familia.

Joaquina Mora Antón, socióloga del Ayuntamiento de Elche

 

 

 

                                                                                                                                             

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